Wit: Despertar a la vida: No hay finales sin puertas abiertas

La obra adquiere una dimensión dolorosa: el camino espiritual requiere hacer conciencia de la enfermedad, la soledad, el miedo y la debilidad como grandes lecciones de la historia personal.

Ciudad de México.- Yo no sabía que la recién estrenada Wit: Despertar a la vida es la misma historia de “Punto y coma” hecha por Susana Alexander hace unos 15 años. Con este montaje, la actriz se consolidó como una de las grandes referencias en el teatro mexicano por la dificultad del personaje y la anécdota.

Ahora, Wit: Despertar a la vida tiene como protagonista a Paloma Woolrich y, antes de ver la obra, sabía que la decisión era la adecuada para representar a Vivian Bearing, una profesora de literatura quien enfrenta la agonía de cáncer e, irónicamente, descubre la grandeza de la vida en la muerte. Woolrich tiene la técnica y trayectoria necesarias al hacer frente a uno de los papeles femeninos más complejos de la literatura del siglo XX.

No sólo se necesita de una caracterización física para mostrar el deterioro de una paciente con cáncer sino también el construir un estado de ánimo propicio (no emoción, no sentimiento) cada función. Lograrlo implica que la actriz ponga su historia de vida al servicio del personaje y volverse vulnerable ante el espectador. Casi diría: es indispensable “encarnar” a Vivian Bearing.

Este montaje también adquiere relevancia por la presencia de Diego Del Río como director. Su juventud, formación en el extranjero y experiencia como docente lo convierten en la “joven promesa” del teatro mexicano contemporáneo, según algunas voces del gremio, aunque los montajes que le he visto han sido más afortunados en un terreno experimental que propiamente canónicos como es el caso de Wit: Despertar a la vida.

Nunca vi Punto y coma; sólo tenía conocimiento de la película Wit dirigida por Mike Nichols y estelarizada por Emma Thompson. Cuando estaba sentado en mi butaca me sorprendí con este texto indestructible: la anécdota y los personajes resisten cualquier propuesta escénica y comunican la redención de Vivian Bearing frente a ella misma y la vida. Siempre se llega al mismo lugar: una profunda empatía y conmoción por el hecho escénico.

La primera lectura de Wit: Despertar a la vida habla sobre valorar la vida y derribar los muros construidos por nosotros mismos que nos impiden conectarnos con el “otro”. Sin embargo, la tesis de Edson va más allá al abordar la espiritualidad como el único camino para reconciliarnos con la vida y la muerte. Y en este sentido la obra adquiere una dimensión dolorosa: el camino espiritual requiere hacer conciencia de la enfermedad, la soledad, el miedo y la debilidad como grandes lecciones de la historia personal.

Edson nunca cae en sentimentalismos baratos o recursos melodramáticos, ni mucho menos en un tono de Paulo Coelho para hablar de superación personal. Edson es directa y confrontativa hasta caer en el extremo de momentos de humor involuntario que nos llevan a un final devastador. La espiritualidad se cuela poco a poco en la vida de esta mujer para llevarla al perdón y liberación.

Diego Del Río toma una decisión acertada al hacer un montaje seco y sobrio. Este calor que se aviva en el corazón de Bearing por aferrarse a la vida contrasta con la atmósfera fría del hospital en donde pasa los últimos días de su vida; la idea escenográfica es funcional porque retrata estos opuestos con espejos y luces frías con una gran resolución técnica. “Wit” me capturó con lo que se irradia desde la sensorialidad.

Paloma Woolrich, como ya lo había previsto, logra la interpretación femenina más entrañable de lo que va del 2015. Su particular forma de manejar el ritmo y los matices es de una maestría técnica admirable. Destaco su trabajo vocal porque drásticamente, y con un gran sentido de facilidad, cambia los resonadores habituales de su voz. Sé que esto no es cine pero si son osados compren lugares de las primeras filas para que puedan apreciar cómo la mirada de esta mujer se transforma del horror al “estado de gracia”. El trabajo de los ojos es impresionante. Como le sucedió a Susana Alexander, Woolrich se convierte en una actriz de altos vuelos.

Para Diego Del Río, éste es su proyecto más congruente entre el fondo y la forma. Sigo pensando que su estilo de dirección es más propicio en espacios alternativos, no obstante, al ver “Wit” y recordar otros montajes encuentro como su mayor talento acompañar a los actores en la construcción de personajes. Su experiencia como docente le ha dado los recursos y las herramientas para darle dimensionalidad al trabajo del intérprete.

Destaca la participación de Concepción Márquez y Marisa Rubio por darle la necesaria réplica energética a Woolrich. “Wit: Despertar a la vida” es un espectáculo confrontativo y profundamente emocionante. Su mensaje sacude las conciencias con una dosis de ternura y alivio frente a la vida que a veces dudamos en valorar. La verdadera empatía con Vivian Bearing surge al encontrar belleza en el momento más oscuro y encontrar el final como un comienzo.

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“Wit: Despertar a la vida”

De: Margaret Edson

Dirección: Diego Del Río

Teatro Milán (Calle Lucerna 64, esquina con calle Milán, colonia Juárez)

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