Genio y figura

Si hubiera más detalles habría más romance en el toreo, no me cabe duda y a quienes no les guste pues allá ellos y sus fobias. Disfrutar de la sapiencia y la imaginación no está prohibido que se sepa ¿O sí?

Ciudad de México.- Mi entrañable amigo está viviendo la temporada taurina europea a tope, de cuando en cuando nos comunicamos, conozco, va y viene entre un festejo y otro, lo cual me da mucho gusto, porque si bien en su juventud primera ya lo hizo en México, ahora en su madurez seguramente lo está paladeando con la diferencia de ser parte más ejecutiva del viaje, del que captará detalles que tal vez en su primera experiencia le fueran diferentes, sin embargo, las palizas de la carretera para los trashumantes del toreo son parte intrínseca de la jornada y seguramente a su regreso requerirá de uno o varios masajes para recuperarse.

Está viviendo tardes como la del 23 de junio de 2015 en Alicante, cuando en el cartel actuaron Morante, El Juli y Talavante para lidiar toros de Daniel Ruiz, del cual los dos segundos merecidamente salieron a hombros, mientras Morante salió entre aplausos por los detalles de capote y muleta, sin redondear con la suerte suprema y sobre todo por la chispa del torero andaluz, que manguera en mano antes de lidiar a su segundo toro de su lote, se puso a regar el ruedo en un detalle curioso, como los que le caracterizan al torero de la Puebla.

En el Levante se inspira para hacer cosas diferentes como que alguna vez en 2014 él mismo apuntilló a la res que había lidiado y las fotografías circularon por la red ampliamente, así como también ahora lo hace su menda con manguera en la mano, regando un chorro grande de agua para asentar lo que a todas luces le molestó en el primero de su lote, la arena suelta. Antes, en 2012 le había lanzado unas gafas al presidente, para que apreciara mejor su labor en el ruedo.

Ahora bien en 2015, después de regar con el cuarto de la tarde, salió con gran inspiración capotera y luego unos trazos con la derecha imborrables, que lo reconciliaron tanto con el público en la plaza, como los que vimos por televisión la corrida, los detalles lo hacen distinto y aunque no es rotundo como El Juli y Talavante, compañeros de cartel que abandonaron la plaza en hombros, si tiene la onza de lo imprevisto y quererlo cambiar a estas alturas, es imposible. Él toreando es de imborrables detalles y a cuenta gotas de faenas rotundas.

A la memoria de José María Manzanares vistió un terno negro en señal de duelo como al otro día lo hizo José María el hijo, quién junto con Enrique Ponce con los toros de Núñez del Cuvillo nos dieron una fecha para el recuerdo, llena de sentimiento, evocando al gran torero que fuera el alicantino y sin perderse a caballo; Manuel Manzanares, también hijo del diestro con toros de Fermín Bohórquez; los tres actuantes en hombros de una afición que estaba conmovida, particularmente por las lágrimas de José María y sus hermanas sufriendo la ausencia física de su padre.

Para algunos, Morante es decepcionante y así lo manejan cuando hablan y escriben sobre su toreo, para otros como mi menda, su sencillez y su aroma a torero antiguo lo distinguen del resto y seguramente coincidirá mi entrañable amigo que vive muchas de las corridas del torero y que lo vio salir en hombros de Badajoz, dónde le tocó un gran toro de Zalduendo, ganadería con sello mexicano, el de don Alberto y luego en Zamora, en dónde logró una oreja.

En Madrid alguna vez Morante de la Puebla supervisó en persona los arreglos del piso del coso de Las Ventas. Según fuentes cercanas al torero, éste pidió personalmente que se arreglase el ruedo minutos antes del comienzo de la corrida. Por curiosidad le pregunté a Juan Cubero en Madrid en éste año, cuando le vi supervisar las labores de arreglo del ruedo, sobre el hecho y me mostró cómo en el centro, la elevación del ruedo es evidente y el toro si se emplaza, domina la escena, o sea que la observación del torero no era sólo un capricho absurdo y él quiso emparejarlo personalmente, para sentirse más a gusto.

Así pues con gran sencillez se montó en una aplanadora en Madrid y recientemente en Alicante empuñó una manguera y no acabo de entender por qué su interés en esas labores tan importantes para el toreo, se toman como negativas y no como anécdotas de los mil y un avatares de los que se compone un torero que cautiva, le gusta gustar y por ello cuida cada detalle de su quehacer.

Luego que su productividad en trofeos sea baja no obsta para reclamar su inclusión en muchos carteles en los que los aficionados y entre ellos mi entrañable amigo disfrutamos cada detalle, cada actuación; como aquella colocación de un par de banderillas al quiebro ubicado en una silla y que volvieron loca a la afición de Ronda hace pocos años. Me da gusto por mi amigo por saber de su afición de muchos años al toreo que ahora le da la oportunidad de estar tan cerca de lo que él y su familia tanto aman. Si hubiera más detalles habría más romance en el toreo, no me cabe duda y a quienes no les guste pues allá ellos y sus fobias. Disfrutar de la sapiencia y la imaginación no está prohibido que se sepa ¿O sí?

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