El último incidente en la colonia Condesa, ha hecho que las fuerzas del orden se desplieguen para reforzar una zona que supuestamente es segura y se aleja de cualquier conato violento. Y aunque la violencia ha disminuido considerablemente, según los datos duros, la percepción ciudadana indica lo contrario.
Ciudad de México (elsemanario.com).- ¿Recuerdan cuando la Ciudad de México se jactaba de ser una de las más seguras y muchos migraban al interior por lo que sucedía fuera de ella? Pues bien, tal vez la ciudad nunca tuvo una seguridad de tanto alcance o quizás fue sólo publicidad del gobierno capitalino en turno, como aquel de los megaproyectos y de las construcciones de vanguardia con el alcalde verde.
Lo cierto es que si uno se acerca a aquellas publicaciones de tinte amarillo, puede notar que diariamente amanecen muertos en las esquinas, hay asaltos, la delincuencia aumenta ante declaraciones oficiales que dicen lo contrario y en general, la incertidumbre crece ante estos constantes golpeteos al habitante que camina la ciudad.
Recientemente, un empresario fue asesinado en la Condesa, esa colonia rimbombante, otrora “bohemia”, que albergó a personajes como Tina Modotti o Agustín Lara y que ahora recoge lo más chic de la ciudad en un ambiente pertinentemente snob y arribista; ciertamente, un clisé.
También es clisé pensar que una colonia como estas no puede albergar cierto tipo de conductas, aunque los empresarios hoteleros, restauranteros y demás negocios de la vida nocturna aseveren que la Condesa es una zona libre de cualquier tipo de delincuencia y nieguen el “cobro de piso” que presuntamente no quiso pagar el dueño del bar Life, ese que fue sometido la semana pasada, mismo del que algunos diarios aseveran que fue por lo anterior, mientras que otros argumentan que la fuerza pública investiga sobre el caso, para ver si la otra versión es fidedigna.
Así también lo niega Rodolfo Ríos Garza, procurador capitalino y asegura que sólo son rumores, que la extorsión e intimidación sólo están en la imaginación.
Consecuente con lo anterior, Federico Döring Casar, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN) en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), exhortó al Gobierno del Distrito Federal (GDF) a reconocer la presencia del crimen organizado en la ciudad, pues en la Condesa hay presencia de la delincuencia. Lo dijo así:
“El despliegue es una cortina de humo para tratar de acallar las voces que exigen que intervenga el Gobierno de la Ciudad, y en la medida en la que el procurador no quiera conocer la realidad, habría que exhortar al Gobierno de la Ciudad y al propio Gobierno Federal, a que intervenga la Policía Federal”.
Además, el parlamentario sugirió que Ricardo Monreal, delegado electo por la delegación Cuauhtémoc, debe pedir apoyo al GDF para desarmar a los grupos del crimen que operan en la zona.
Miguel Ángel Mancera ya había asegurado -aquella vez que fue entrevistado en la radio sobre sus destapes políticos- que en la ciudad no opera la delincuencia, aún cuando en días anteriores aparecieron bolsas con restos humanos en un tren que arribó a la terminal de Pantaco, en Azcapotzalco.
En aquella ocasión, el jefe de gobierno dijo que
“la ciudad de México no tiene la presencia (…) no tiene asentado un cartel. Sin embargo sí tenemos objetivos en seguimiento y que pueden ser capturados aquí. Aquí ha habido capturas de la marina (…) del ejército, de la policía federal (…) Es muy diferente a que esté asentado”.
Al respecto, insistió en que “por diversas razones los llegan a ubicar aquí” por reuniones y que “es una zona de conexión con el resto del país”; por lo que hay objetivos que pretenden ocultarse pero “no están operando aquí” porque se les dificulta la operatividad; “así lo han dicho ellos”, aseguró el gobernante.
Y hay datos como los del Semáforo Delictivo que dejan ver que aunque los delitos en el DF van a la baja, los habitantes de la metrópoli no consideran lo mismo.
Y mientras todos niegan lo que sucede en la ciudad incluyente, verde, de vanguardia, etc., ¿quién se encarga de su seguridad?
Por Alberto Cedeño.