De la misoginia a la ridiculez

“El lehendakari o lehendakara defenderá este proyecto o proyecta de estatuto o estatuta[…]”

 

Guiñol de Juan José Ibarretxe, hoy casi olvidado lehendakari, según Ricardo de Querol

 

París, Francia.- Niki de Saint Phalle (ya el apellido tiene alusiones androcéntricas y no se trata de un pseudónimo) fue primero modelo (¿modela?) antes de convertirse en artista plástica autodidacta. Si uno se pone a analizar su biografía, es posible percatarse que su trabajo se vio influenciado por el Art Brut* de Dubuffet y el llamado Outsider Art**. Esto es curioso, verán, es una obviedad decir que el mundo está compuesto prácticamente de contradicciones. Andar en línea recta sin tropezarse en un tramo de cien metros al menos diecisiete veces con incoherencias es prácticamente imposible. El Art Brut pretendía darle cabida en el mundo del arte a los niños, a los locos, a los no educados. Dubuffet concibió el movimiento como una válvula de escape para los que no engrosaban las filas de la academia. El Outsider Art tenía propósitos semejantes: dar entrada a la creatividad ajena a la influencia artística, mucho se ha dicho sobre la práctica imposibilidad de crear sin referencias, pero sigamos adelante.

Niki de Saint Phalle (me sigue causando gracia el apellido, aunque repito que ella no lo escogió en un afán virilizante, más hubiera faltado) empezó a pintar y a crear un poco después de haber cumplido veinte años, luego se enamoró de Jean Tinguely. Juntos, en el año de 1983, hicieron bajo encargo de Jacques Chirac –entonces alcalde de París– la fuente de Stravinski, que es un conjunto de algo así como 16 esculturas mecánicas en acero, pintadas de colores que aluden a las creaciones musicales de Igor Stravinski, compositor misógino y amargado que despreciaba a Coco Chanel a pesar de que en realidad la admiraba (los misóginos tienden a reconocer tácitamente su complejo de inferioridad frente a ciertas mujeres, mediante torpes técnicas de humillación y menoscabo). Esto es interesante.

Niki de Saint Phalle y Jean Tinguely. La fuente de Stravinski
Niki de Saint Phalle y Jean Tinguely. La fuente de Stravinski

Se supone que de no haber sido por la ayuda de artistas (artistos) feministas (feministos) como Tinguely y Ponthus Hultén, Niki de Saint Phalle hubiera sido considerada siempre como una escultora de segunda línea ¿por qué? Pues según Camille Morineau, por una pendejada: porque en el francés de ese momento histórico la palabra “sculptrice” no existía. Hasta ese momento, sólo Barbara Hepworth, sin ser ni femenina ni feminista, había logrado vencer este atavismo social.

Me resisto a aceptar que las limitaciones del lenguaje en una coyuntura determinada, tengan la capacidad de impedir que una mujer sea mejor escultora que un hombre, es simplemente descabellado. Estoy seguro que en tiempos de Juana de Arco nadie había pronunciado la palabra “soldate” y nadie se había imaginado a una “guerrière” en armadura. ¿Impidió ello, acaso, que la muchacha liberara Orleans de los ingleses?

Carl Theodor Dreyer. La passion de Jeanne d’Arc
Carl Theodor Dreyer. La passion de Jeanne d’Arc

La fuente de Stravinski es una genialidad de colores, música y movimiento. Evoca no sólo a L’oiseau de feu como figura principal (retomando The Sun God, otra escultura de Saint Phalle); primera, catastrófica representación de Stravinski en el ballet de Diaghilev. Pero no sólo eso, la inmensa fuente hace referencia a conceptos nodales del universo del ruso: el amor, la muerte, la serpiente y la sirena. La obra es pues, un homenaje a un enorme compositor misógino y es muestra de arte vivo de una ciudad que bulle de creatividad; la herencia que palpita de una escultora de imaginación desbordante, uno de los monstruos (así, en masculino) de nuestro tiempo.

Niki de Saint Phalle. The Sun God
Niki de Saint Phalle. The Sun God

¿Qué relación hay entre el arte y el sexismo, entre la creatividad artística y la misoginia, entre el feminismo y un supuesto androcentrismo en el arte? No deberíamos detenernos a pensar en ello, es tremenda gazmoñería.

Hay que tener mucho cuidado con no andar haciendo el ridículo, salvo, claro, que se encuentre placer en ello (cada quien sus aficiones, faltaría que yo anduviera limitando los gustos de la gente). Hay un largo trecho entre el reconocimiento de la participación social de personas de ambos géneros y el uso de un llamado lenguaje incluyente, surgido de un forzadísimo afán de respetar lo políticamente correcto, rayando en la cursilería y la ridiculez. ¿Qué es eso de andar invitando a votar a los jóvenes y a las jóvenas y de tomar medidas para evitar la corrupción de los jueces y las juezas? El que en francés no existiera en su momento la palabra adecuada para definir a una escultora y tuviera que echarse mano del neologismo sculptrice o de la incómoda construcción femme-sculpteur, no impidió que Nikki de Saint Phalle se convirtiera en una de las artistas contemporáneas más influyentes. La conformación del lenguaje obedece a una evolución histórica y el lenguaje seguirá evolucionando, sin duda, como también el arte – esperemos – y la capacidad de la gente para adaptarse a los tiempos –deseémoslo así. Pero en todo caso, en el trayecto, no dejará de ser gracioso y hasta cierto punto grotesco escuchar neologismos que en su forzada existencia terminan siendo más excluyentes que si no hubieran sido concebidos. Y no dejará de ser absurdo, también, pensar que si el lenguaje no abarca todas las posibilidades, estas dejen por ello de verificarse.

*Nota del editor. El término Art Brut fue concebido por el artista francés Jean Dubuffet para describir el arte creado fuera de los límites de la cultura oficial, era un arte “crudo”, es decir que estaba en su punto más puro, su más potente y más significativo; producido exclusivamente para la satisfacción individual y la necesidad interior sin tener en cuenta la exposición, la fama o la recompensa monetaria. El interés de Dubuffet se dirigía especialmente hacia las manifestaciones artísticas llevadas a cabo por pacientes de hospitales psiquiátricos.

** Nota del editor. El crítico de arte Roger Cardinal, en 1972 presentó el primer libro en inglés sobre el estudio del Art Brut, este se tituló Outsider Art, quedando como término a los artistas autodidactas o naïf.

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