Ante la fuga de Joaquín Guzmán Loera…

Creo que es momento de hacer de la organización ciudadana, un bloque sólido que ayude a que el gobierno recapture a esta lacra de nuestra sociedad.

 

Ciudad de México.- Los mexicanos debemos estar profundamente indignados con la fuga de Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como el Chapo, del Penal del Altiplano. Independientemente de que se determine quiénes son, si los hubiera, responsables de ello y que se les sancione, inclusive, con la cárcel en caso de existir colusión y corrupción; tienen, además, que pagar con el señalamiento de todos nosotros como traidores. Más allá de nuestro típico humor mexicano, no debemos hacer de este delincuente una leyenda o una apología deseable; este prófugo de la justicia, es una afrenta para el Estado Mexicano y contra ello los ciudadanos estamos incluidos. Este criminal ha matado a muchas personas; ha contaminado con droga a muchos de nuestros niños y jóvenes; ha sido capaz de ejercer una red de corrupción que hace que México siga teniendo el nivel de impunidad del que estamos hartos.

Creo que es momento de hacer de la organización ciudadana, un bloque sólido que ayude a que el gobierno recapture a esta lacra de nuestra sociedad. Sesenta millones de recompensa puede ser una cifra que impulse a quien conozca su paradero denuncie su ubicación, pero más allá del dinero, sabemos que está prófugo un enemigo de México y los ciudadanos tenemos la obligación moral de coadyuvar en la medida de lo posible con su captura.

Llevo casi la mitad de mi vida ligado al tema de la seguridad, desde activista social, crítico, analista y demás, y nada me genera mayor desprecio que la existencia de políticos que aprovechando las coyunturas piden que rueden cabezas; la politización de la seguridad pública es uno de los mayores errores que hemos cometido, al grado que hemos llegado a inhibir a las fuerzas públicas de su actuar por miedo a pasar de policías o soldados a presuntos responsables. Es cierto también que durante años se atropellaron los derechos humanos, pero el péndulo ha ido demasiado al extremo y hoy con leyes hipergarantistas podemos estar en riesgo de caer de nuevo en un nivel de inseguridad que vaya mucho más allá de lo que los medios han decidido reflejar. Guzmán Loera tiene que pagar por sus crímenes y para ello tenemos todos que expulsarlo socialmente; insisto en no hacer de este hombre despreciable una leyenda, sino estar preocupados y ocupados en su pronta localización. Que pague por toda la sangre derramada de muchos mexicanos que pasaron por su organización o quienes fueron o siguen siendo víctimas de un negocio tan asqueroso que disminuye de manera vil la capacidad física e intelectual de nuestros compatriotas al perderse en las drogas y con ello la cantidad de familias desintegradas por este mismo fenómeno.

Más allá de partidos, creo que todos quisiéramos que le vaya bien a nuestra Patria y quedarnos sólo en la crítica no es para nada útil, a menos que ésta sea constructiva; desafortunadamente este tipo de crítica es poco usual en nuestro país. Pero hay que entender algo, si le va bien a nuestro gobierno le irá bien a México y por ende, nos irá bien a todos. Desperdiciar nuestras energías deseando el fracaso de nuestro gobierno es, como dicen algunos, escupir al cielo.

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