Todo esto resultó ser poco o nada funcional ya que entre los desperfectos logré contar varios pasos peatonales mal trazados, banquetas recortadas y reducción de carriles.
Ciudad de México.- Me encontraba caminando esa tarde por la reinaugurada avenida Presidente Masaryk y entre tiendas de diseñador y restaurantes gourmet pensaba si este lugar se parecía a la calle californiana de Rodeo Drive en Los Ángeles o por lo menos esa fue la idea que tenían el Gobierno del Distrito Federal y el ex jefe delegacional de la Miguel Hidalgo al remodelar este emblemático boulevard al poniente de la Ciudad de México.
La costosa restauración de una de las calles más caras y célebres del país había corrido a cargo de la Secretaria de Desarrollo Urbano del Distrito Federal y de la Delegación Miguel Hidalgo y lejos de convertirse en un símil a Rodeo Drive -o erróneamente a la 5th Avenue– se le ha rebautizado como “la Avenida de Quinta”, o al menos eso escuchaba entre algunos transeúntes.
Por mencionar algunos datos de aquella costosa obra: se habían remozado 3.2 kilómetros de banqueta de granito de Sicilia (con un costo, según he leído, estimado en 38 dólares por metro cuadrado), se repavimentó y se arreglaron camellones y todo ello con un total de 480 millones de pesos, aunque se ha especulado que el costo final de la obra fue de 900 millones y según leo, no existe transparencia en relación a la verdadera inversión y sus detalles (¿por qué será, no encuentro qué orilló a esconderlo?).
A pesar de que la remodelación contó con una “supuesta planeación urbanística”, la realidad es que todo esto resultó ser poco o nada funcional ya que entre los desperfectos logré contar varios pasos peatonales mal trazados, banquetas recortadas y reducción de carriles, lo cual ha ocasionado un caos vial impresionante, sobre todo porque en lugar de hacer la vialidad más cómoda, obligan al automóvil a convertirse en go karts (vean la glorieta y descubran, que en lugar de adecuarse al mundo actual, la fuerzan a una aberración de circulación irreal como si los autos pudiesen dar vuelta cual pista de juguete).
Aunado a ello, percibí algo que ya había leído en las redes sociales, me refiero a los letreros de las calles con faltas de ortografía, como es el caso de Arquímedes e Ibsen y en cuyos rótulos aparecen: “Arquímides e Isben (sic)”.
Te invito a ti, estimado lector, a que te pasees por Masaryk y externes tu opinión al respecto. ¿Más de un año de cierre y caos vial justifica lo que ves? Y si usas automóvil y cruzas por Arquímedes, piensa: ¿qué opinas de esta “Avenida de Quinta”?