La gran negrura

“Ce noir est le noir des magiciens. Le noir de la disparition apparente des choses famillières. Il [Anish Kapoor] veut s’approprier la magie du monde”[1]

Serge Plantureux

El color (o no-color) negro, en nuestra historia, ha sabido producir una multiplicidad de sentimientos: miedo, terror, inseguridad, incertidumbre, asombro, azoro, curiosidad… hoy produce otro más: se llama envidia.

Los alquimistas de la Edad Media buscaban incansablemente el secreto para transformar cualquier cosa en oro. Eso generó envidias. Pero nadie encontró nunca nada. O al menos el secreto nunca nos fue revelado.[2]

Hace algunos años la empresa inglesa NanoSystems produjo (¿produjo o descubrió? nunca he sabido bien distinguir una cosa de la otra) el negro más negro de todos los negros. Un negro capaz de absorber hasta el 99.96% de la luz recibida. Algo insólito hasta hoy. La sustancia fue generada para camuflar satélites (me imagino que es importante camuflarlos) y para pintar aviones de guerra. Verán: una superficie rugosa, por ejemplo, pintada con este negro que se llama Vantablack, al ojo humano le parecerá prácticamente lisa. Lo que sucede es que este negro absorbe tal cantidad de luz que a la vista le resulta imposible distinguir las sombras que normalmente se generarían por el contraste de superficies, y en consecuencia el cerebro no logra interpretar la forma del objeto. Genial, ¿no?

The very much desired, largely popular and practically inaccessible Vantablack
The very much desired, largely popular and practically inaccessible Vantablack

Anish Kapoor (Sir Anish Kapoor, I beg his pardon) ha estado trabajando con este color de un tiempo a esta parte (recordemos que el negro es el resultado de la total ausencia de luz o el resultado de la total absorción de luz; aunque ahora tenemos que poner particular atención en el hecho de que también hay niveles de absorción de luz y por lo tanto “tonalidades” de negro, porque aquí es donde radica el problemón que ahora nos acongoja). Pero no es sino hasta hace unos días que los otros artistas han empezado a quejarse. Veamos por qué.

Hace algunas semanas Sir Anish hizo un negocio con la empresa ya referida. ¿El resultado? Sólo él, en lo sucesivo, podrá utilizar este color. No sé más. No sé por cuánto tiempo. No sé si sus derechos de propiedad sobre el Vantablack durarán eternamente. Lo dudo. Nada dura tanto. Aunque quizá la negrura-casi-absoluta sea una excepción…

Y mientras sus derechos de exclusividad duren, el mal de ojo le perseguirá (recordemos el origen etimológico de la palabra envidia, que procede del latín invidere, literalmente ver de través, o ver para dentro, o ver mal, o ver con mala leche, vamos).

Hay un señor que se llama Christian Furr y que está muy enojado, porque él quería usar el Vantablack para un proyecto que tiene (o tenía) al que pretendía llamar Animals. Pero ahora ya no lo puede usar porque Kapoor no lo deja. Esto lo tiene mucho muy molesto, según las manifestaciones que ha hecho ante diversos medios. Ha dicho incluso que esto le parece inaudito. Que nunca antes había oído hablar de que un artista monopolizara un material. Aquí hay un error. No creo que haya dicho esto por ignorancia, sino seguramente por descuido, presa de la ira. Cautivo de su furia, se ha olvidado – porque no creo que lo ignorase – que ya en la década de los años sesenta Yves Klein creo y patentó el célebre International Klein Blue, con el que barnizaría después a sus modelos para hacer sus antropomorphies. Pero poco importa. Repito que Furr seguramente se olvidó de Klein en su arranque violento de hombre iracundo y envidioso.

Yves Klein. International Klein Blue
Yves Klein. International Klein Blue

La envidia es muy fea. Siempre nos lo dijeron. También he notado que, paradójicamente y al tiempo, es asaz curiosa. Yo me he dado cuenta de que suelo sorprenderme envidiando a alguien que tiene “algo” que quiero pero que en realidad antes no quería y que empecé a querer cuando vi que ese alguien más lo tenía. No sé si así funcione con todo el mundo. Me temo, al menos, que sí sea el caso del señor Furr.

Si al señor Furr tanto le interesa el Vantablack para su obra de los animalitos, puede en lugar de refunfuñar y de envenenarse las entrañas buscar un negro más negro que el negro de Kapoor. Que le ofrezca dinero a los de NanoSystems para que lo desarrollen. Que les pida creen un Extra-vanta-black que absorba 99.97% de la luz recibida. No. Tengo una mejor idea. Le saldrá más barato: que busque en el fondo de su corazón; dicen los teólogos que no hay sentimiento más obscuro que el de la envidia.

[1] Mutatis mutandis, porque dijo un sabio que no hay traducción perfecta: “Este negro es el negro de los hechiceros. El negro de la desaparición aparente de las cosas familiares. Él [Anish Kapoor] quiere apropiarse de la magia del mundo”.

[2] Esto lo sé gracias a mis escrupulosas lecturas de la obra magistral de Paolo Coehlo, naturalmente.

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