La nueva primera ministra del Reino Unido y las remembranzas

El pasado lunes 11 de julio, el Partido Conservador Británico, dominante con mayoría absoluta en la House of Commons del Parlamento Británico, se cohesionó en torno a la diputada Theresa May como nueva líder del partido y, en consecuencia, nueva primer ministra del Reino Unido. Theresa May es representante del distrito de Maidenhead, al sur de Inglaterra, desde 1977.

Theresa May sustituirá como primer ministro a David Cameron, luego de que éste anunciara su renuncia tras el triunfo del “sí” al Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea), en el referéndum celebrado el pasado 23 de junio, al que él se comprometió para hacerse de más electores en los sufragios celebrados en mayo del año pasado, a pesar de no ser partidario del abandono de la Unión Europea. Theresa May es partidaria del Brexit y ha dicho en un comunicado: haremos que sea un éxito.

            Theresa May ha declarado su admiración por Margaret Thatcher, la primera mujer en ocupar 10 Downing Street (residencia oficial del primer ministro británico). May y Thatcher, ambas del Partido Conservador, han sido las únicas titulares del puesto de primer ministro del Reino Unido, desde que en 1714 se creara esa figura. Y ¿quién fue Margaret Thatcher? Thatcher ganó la presidencia del Partido Conservador en 1975 y se hizo primera ministra en 1979; lo sería hasta finales de 1990. Thatcher era opositora al Estado de bienestar, modelo económico que se había instalado en Europa occidental desde la segunda mitad de la década de 1940 y que había sido defendido por los gobiernos del Partido Laborista como guía de su política social.

            Las políticas de la dama de hierro se resumen en el Thatcherismo: un conjunto de reformas para renovar la economía británica, en la que hizo primar al mercado, reducir la participación del sector público y debilitar a los sindicatos. Pronto el gobierno dejó de controlar los salarios y los dividendos, lo que provocó una inflación del 22% en 1980. En 1986 fueron eliminadas las reglamentaciones sobre las actividades de la bolsa de valores de Londres; esta medida tuvo como efecto más desastroso, a la larga, tras generalizarse y replicarse en el mundo, la detonación de la crisis iniciada en 2008.

            El repliegue del sector público se llevó a cabo bajo la justificación de que se reduciría el gasto público, así como la injerencia política en la toma de decisiones económicas, habría mayor eficiencia, más innovaciones, más competencia y mejor respuesta a las demandas de los consumidores. Empresas estatales, como British Aerospace y la Office of Electricity Regulation, fueron privatizadas a bajos precios, y otras, como British Telecom y British Gas fueron vendidas como monopolios y así se mantuvieron. Las empresas que fueron prósperas privatizadas, ya lo eran antes de su venta, y las que eran ineficientes y daban malos servicios, continuaron siéndolo tras las privatizaciones – ¿les suena familiar? –. Durante los gobiernos de Thatcher, las fuerzas policiacas adquirieron más poder, pero la criminalidad, lejos de disminuir, aumentó. Fue recurrente el empleo violento de la policía fortalecida en contra de los movimientos separatistas de Irlanda del Norte. El poder local de cobro de impuestos y gasto público fue disminuido a punta de decretos. La reforma fiscal de Thatcher hizo que “el peso relativo de la carga fiscal se aligerara considerablemente para todos  los grupos de ingreso que percibían un salario entre  una y media y dos veces mayor que el promedio; disminuyera un poco para los grupos de ingreso medio y se elevara para los grupos  de ingreso por debajo de la media”[1].

El modelo neoliberal instaurado por las políticas de Margaret Thatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos han sido perjudiciales para el mundo occidental, incluido México. ¿Podemos esperar una especie de réplica de las políticas thatcheristas por parte de May? ¿Qué nos espera si, además, resulta electo presidente Donald Trump tras los comicios de noviembre? El panorama no resulta muy atractivo.

[1] Jacques Leruez, “El legado del Thatcherismo en Gran Bretaña”, en Aleph Ciencias Sociales, Centro de Estudios Internacionales, El Colegio de México, 1992, p. 628

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