El México de mis Amores

#MexicoDeMisAmores

El pasado jueves por la noche el Presidente de México en la capital y los gobernadores en las capitales de sus respectivos Estados dieron “El Grito de la Independencia”. La gente se reunió en torno a los zócalos. Miles de personas abarrotaron las plazas en un ambiente de concordia, de fiesta y alegría.

 

Decía en mi artículo “El México de sus Ciudadanos” (bit.ly/MexicoCiudadano) que tratáramos de descubrir al México que tenemos en todos y cada uno de los ciudadanos buenos de este país –la vecina, el amigo, el que vende el periódico, etc.– y que seguro son más que los malos.

 

Yo he hecho el ejercicio con mi gente cercana, ese grupo al que llamo “El México de mis Amores”.

 

En dicho grupo están:

  • Mis padres, quienes al nacer de padres libaneses nos enseñaron a amar a México como el país generoso que les abrió las puertas a mis abuelos, que huían de la ocupación turca sin nada más que sus anhelos de salir adelante. México les dio todo y más. A tal grado que cuando mi abuelo pidió que al morir lo enterraran en su pueblo, mi padre preguntó “¿en el sur de Líbano? (de donde era originario)”, a lo que mi abuelo, riendo, respondió: “No hombre, ¡en Huauchinango, Puebla!”. Ellos se sienten orgullos de México y nos lo han transmitido. Probablemente de ahí me viene la actitud positiva y proactiva en torno a mi país.

 

  • La mujer a la que amo. Mexicanísima de muchas generaciones; mismas que, desde Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Coahuila (origen de sus abuelos y padres) crearon una pieza maravillosa y única de quien he estado enamorado por más de 27 años. Ella, todos los días, les inculca a nuestros hijos el amor por su país y los hace conscientes de la importancia de prepararse para dar lo mejor de ellos mismos. Está convencida –y así lo comparto– que la clave para tener un mejor país radica en educar bien a los hijos. La mejor forma de regresarle a México un poquito de tanto que nos ha dado, es dejar hijos bien educados en todos los sentidos.

 

  • Mis amigos y amigas entrañables, con quienes por más de 30 años nos hemos reunido y disfrutado, con cariño, que nos tenemos. Debo reconocer que este país, con su energía amistosa, ha hecho que sea más fácil el poder procurarnos. Como que México tiene en su consciente colectivo una vibra pro-amistad que nos invita a convivir, a platicar en largas sobremesas y gozar con el amigo. No olvidemos que México tiene como base a la familia y a los amigos, quienes son la familia escogida.

 

  • Mis compañeros de trabajo, colaborando cada día para tratar de ayudar a las empresas mexicanas a que crezcan y permanezcan; y a que las tan llamadas PYMEs dejen de serlo, porque ya crecieron y se fortalecieron. Que ser PYME sea un proceso y no un fin en sí misma. Estos compañeros de trabajo aman a México y decidieron trabajar como servidores públicos buscando dar su mejor esfuerzo para mejorar al país desde el gobierno.

 

  • Todos esos empresarios a los que veo a lo largo y ancho del país, trabajando para mejorar sus empresas, siempre comprometidos con sus empleados y generando riqueza que se traduce en empleos y mejores condiciones de vida para muchísimos mexicanos. Nadie logra impactar más en mejorar la calidad de vida de un mexicano como lo hace un empresario. De eso estoy 100% seguro. Esos empresarios que invierten en su país, no cabe duda que aman a México.

 

  • Todas esas personas que ayudan, de diferente forma, a que mi vida diaria, mi trabajo, mi desempeño, mi salud, etc., sea más fácil y, por consiguiente, me hacen rendir mejor. Algunos de ellos cercanos, otros sin duda anónimos, pero que de forma generosa y bondadosa hacen mi vida mucho más simple y plena.

 

  • Todas las personas que, de forma consciente o inconsciente, me enseñan en diferentes momentos. Esos que escribieron un libro, dictaron una conferencia o enseñaron un curso; esos que escribieron un artículo, compusieron una canción o grabaron un documental. Todos ellos, a quienes en su mayoría ni conozco, pero que junto con quienes convivo, comparto y vivo, forman “El México de mis Amores”.

 

Espero que todos tengan un grupo al que, como yo, puedan llamar “El México de mis Amores”. Después de todo, aquellas personas de quienes nos rodeamos llegan a influir, en mayor o menor medida, en nuestra vida; e igualmente, nosotros lo hacemos en la suya. Así que, conscientemente, quedémonos con lo más positivo de cada uno de ellos y de nosotros mismos.

 

Que tengan una buena semana.

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