Paris canta sus vacaciones

El avión que me trae de vuelta a Paris, se plaga de un ambiente infantil y las familias unidas a fin del tiempo laboral plagan los asientos “ya cruzamos el charquito dice una voz apenas y tocamos la pista del aeropuerto CDG. Los pasaportes se sellan sin mirarse demasiado y otros taxistas toman el pasaje para conducirle a los hoteles del intramuros parisino desierto de sus habituales inquilinos.

Hace Paris, de Silencio francés, sus vacaciones. Las calles se pueblan de nuevos habitantes que dominan el paisaje con un poco de mayor estridencia. Las salas de espectáculos se programan para nuevas audiencias y los restaurantes modifican al gusto de la clientela estival las fórmulas de sus menús.

En las calles se encuentra mas fácilmente un lugar para estacionar los autos. El clima es húmedo, caluroso y nublado a veces, agradable este fin de julio que goza de ausencias y se alegra de presencias distintas y curiosas que todo hacen nuevo con sus miradas.

Es tiempo de encuentros azarosos y de espontaneidades practicadas que algunos locales disfrutan de su relativa exclusividad para iniciar a los extranjeros a la belle vie, de esta ciudad que no se ahorra sorpresas.

Las librerías abiertas en domingo se abarrotan de compradores compulsivos que vienen a recoger las obras que cierran el año literario. Las obras de la llamada rentrée litteraire no están aún en los estantes que esperan pacientes el fin de la temporada para ejercerse en seducciones nuevas para lectores locales.

La velocidad con que se camina en las calles varía también a lentitudes que acarician las vitrinas y observan todo. No se va a ninguna parte sino que se está en todos lados.

Muchas ventanas de noche, volées, se encuentran cerradas por semanas. Los franceses huyen del bochorno de Paris por mandatos extravagantes. Vietnam, Sudán, Perú y todos los piélagos del mundo…. Es tiempo de renovaciones, de búsqueda de aventuras, de refrescar el lenguaje y calentar de soles distintos los blanquecidos cuerpos esculpidos del largo invierno. Es verano en el hemisferio norte, tiempo de vacaciones, para locales y extranjeros, la actitud es otra.

Se siente en París la estadística de ser la ciudad mas visitada de mundo. Los clubes de jazz, las fantásticas cajas de noche, (BDN) recogen nuevas ebriedades enloquecidas de danzas que se descubren al filo de madrugadas que se gozan hasta vincularse con la oración matinal del croissant ritual.

Paris, hace coro de voces distintas, acentos del extremo occidente, colombianos, mexicanos, argentinos, brasileños, escandinavos, orientales europeos y orientales asiáticos se encuentran en asamblea ecuménica para dialogar con eslovenos y americanos para descubrir el Paris de todos sospechado y reinventado al modo de cada cual.

Es tiempo de otra Espuma de los días, como llamó Boris Vian, a la cotidianidad. Vacaciones en París, de descubrimientos humanos, de belleza renovada y museos que parecen estrenar todos los días sus obras seculares como si se tratase de galerías de arte nuevo. Grecia y Egipto se hacen contemporáneas, los impresionistas se ofrecen en retratistas actuales y sus obras parecen mas espejos de presentes continuos que imágenes de tiempos idos.

La luz del verano es distinta, menos viva que en otoño y primavera, mas difusa. Los días son eternos y las noches efímeras y fáciles de conquistar.

Es Paris en vacaciones, con la Isla San Luis de paseo por la playa. Ya no Chinos recién casados que se retratan en el puente Alejandro III, sino jóvenes de todas edades que se inclinan -enamorados a veces- para besarse en infinitos rincones, redibujando riberas, deshaciendo fronteras y poniendo candados a sus secretos.

También las aves parecen migrar de esta ciudad para arriesgándose a nortes insospechados, sólo unos cuantos cuervos y quizá una despistada lechuza permanecen como las palomas bobas, -horribles y pestilentes ratas voladoras-, en sus puestos, buscando alimentos desperdiciados en plazas abundantes de frituras. Los ramajes tupidos no dejan lugar para hacer nidos, es verano de migraciones.

En la prensa las noticias que no escasean, se aglutinan en el cocktail de la eterna guerra del medio oriente, las tragedias aéreas, los accidentes de la naturaleza.. Mientras, las voluptuosidades humanas del globalizado mundo político respeta la disyuntiva cordura de inhibir declaraciones funestas que moverían a respuestas dudosas.

Las castañas frutos verdes y agrios aún, se preparan creciendo para un otoño insospechado. Tanto se ha escrito de Paris y sus veranos que no se deja lugar a literaturas otras que las de la vivencia que obliga a transgresiones.

Ya no hay futbol en las pantallas, ni juegos de balón en las calles. Adiós a los picnics de canastas lujosas en los parques recién entibiados de sol. El mandato del 14 de julio que canta: Franceses abandonad la casa, conquistad el mundo… Allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé…. Aux armes citoyens… formez vos bataillons…

La obligación estival manda, maletas armadas a la mano combaten el anquilosamiento y nuevos batallones de amistad hacen guerra al hastío.

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