Palabras en juego

Iguala reaparece entre las voces mas comunes expresadas hoy en México; aparece asociada a una voz nahua: Ayotzinapa, lugar de aguas, de ríos, de tierra frágil (…) Las interpretaciones abundan.

Ciudad de México.- Hubo un tiempo, dijo Nietzsche en el que todo actuar era poesía. Cuándo la cosa y su referente eran lo mismo, señala el filósofo que se trata de uno de los verbos griegos más antiguos, Poieïn es simplemente Hacer.

Iguala reaparece entre las voces mas comunes expresadas hoy en México; aparece asociada a una voz nahua: Ayotzinapa, lugar de aguas, de ríos, de tierra frágil (…). Las interpretaciones abundan.

Una manera de referirla que se vincula al crecimiento de la indignación, de la conciencia, de lo inconmensurable del crimen, del actuar “caliente” de una doña y su don. Ayotzinapa suena en todo el mundo, suena al fraude de una política que se pretendió autónoma, autárquica y se resolvió en ceguera.

Todos dicen y escribimos, sobre este lugar desconocido, todos pensamos en la barbarie. Los jóvenes para quienes el “veinte” ha venido cayendo, se van haciendo rabiosos, saben que sus coetáneos no aparecerán y quieren, mientras esto no se reconozca, que su aliento siga provocando… No, chiquitos ustedes no murieron en vano; de entre los 37.2 millones de jóvenes que hoy pueblan el país, muchos están atentos, conscientes, furiosos, activos, vivos y continuarán sin cesar a reclamar la vida, aunque una rara convicción les sube a la lengua para resolverse en sabor de otra cosa, de esa otra cosa que no es la vida sino lo que se opone a ella.

Algún periodista señaló esta semana que el discurso presidencial, es el de una víctima; y es que lo es, sin retórica. Una víctima de ese otro país que ha existido, al margen del país decretado, oficial, artificial que busca imponerse ahora sobre manto de una criminalidad mal entendida, donde las fronteras se desdibujan, se borran, cambian. De una marginación que no esta hecha sólo de pobreza sino también de discriminación, de verbos conjugados en tiempos siempre infinitivos: Marginar, discriminar, explotar, excluir. No haber marginado, excluido, explotado, discriminado.

Pero hay otras posibilidades, la posibilidad de nacer al país de la verdad, del trabajo irrenunciablemente inteligente. Hoy que hemos un poco –esa es quizá una ventaja- perdido el miedo a nombrar las cosas, sabemos dónde está el mal y podemos corregirlo.

El presidente de la República es sin duda un factor simbólico pero no es el único. En circunstancia, la mano que mece la cuna, que jala el gatillo, que mata, no es sólo quien ejecuta el acto final, sino quien lo imagina y lo orquesta. Hay una manera de digitalizar el crimen, de encontrar en la genética del acto las cadenas culpables de la ejecución. ¡Vayamos!

Desde luego que me puedo equivocar y ciertamente que la posibilidad del milagro no debe descartarse; en ciencias llamamos a eso una contra experiencia. Asumamos que los normalistas están muertos y enterrados en una de esas fosas que son práctica corriente entre los cárteles. Seamos valientes y pensemos que la estulticia no da a los secuestradores para pensar en otras, más aberrantes y sofisticadas cosas.

Será posible hacer de este, no el último crimen, sino tan sólo el último sin acciones de previsión. Mas de 40 universidades nacionales se han ido al paro para reclamar una cosa: Justicia, y la justicia debe basarse en la información y esta permite alertar. No más gobiernos impunes. ¿Quiere el gobierno encontrar los cuerpos? O ¿ya los encontró y no le conviene divulgarlo? Si señalan “están muertos” el estallido puede ser extraordinario y si los encuentran vivos, la apuesta está siendo a la dilución en el tiempo. Y la pregunta permanece: hasta dónde, hasta cuándo.

Una de las acciones mas criticadas del régimen estalinista, pero también de la era Krushchev, Yeltsin, incluso buena parte de la era Gorbashov (a pesar del contra ejemplo), es el control de la palabra, de las palabras y de su sentido. Las interpretaciones de la noción de Libertad de Expresión, de Democracia, de Liberalismo, entre muchas otras, han hecho que se caiga en abismales contradicciones.

La guerra de religiones ha hecho algo similar, basta recordar el número de veces que la palabra “dios” fue mencionada durante los años duros de la guerra de Irak tanto por Husein como por Bush… Sólo los tiempos de Patroclo y de Aquiles nos sugieren algo similar aunque con un más amplio panteón. Pues bien, es quizá tiempo de volver a definir el sentido de las palabras, de llamar a los poetas para que los políticos dejen de mentir.

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