Paremos las orejas y actuemos en consecuencia.
Ciudad de México.- ¡Qué refrescante es saber que todavía existen ganaderos como Xavier Sordo Madaleno Bringas, que pretenden balancear acometividad, claridad, fijeza, codicia en el comportamiento de sus astados y en el trapío rematar a sus toros!
¿El premio? Un toro ejemplar en presentación y de altos vuelos en la transmisión de la sensación de embestir con enjundia a los engaños, que fuera el sexto de la tarde del siete de diciembre de 2014 en La México, al que bautizó con el nombre de Nuriesco y que le correspondió a Arturo Saldívar; quién le hizo una faena variada, por momentos emotiva, pero por fallar con la espada en la suerte suprema, el premio de dos orejas otorgadas por el juez de plaza Jorge Ramos fue ruidosamente protestado por la afición, quién hizo una floja entrada a pesar de que el cartel era por demás interesante. Tal vez en un rasgo que lo destacaría a Arturo al finalizar el festejo, pudo haberse negado a ser izado en hombros junto con el ganadero, no lo hizo.
Es cierto, tampoco lo han hecho otros como fue el caso de Alejandro Talavante está misma temporada, esto es, que con el franco rechazo a los trofeos otorgados con generosidad por algunos de los jueces de plaza, de todos modos acepten salir de la plaza en volandas entre las protestas de no haber conseguido un triunfo rotundo, aclaro, es solo una observación y no pasa de ser una sugerencia.
El domingo referido, el público reconoció el esfuerzo ganadero de Xajay, que envió un encierro con inclinación por el balance de nobleza con acometividad en los que se destacaron los ejemplares lidiados en primero y segundo lugares, desde luego excepcional el sexto, el cuarto vino a menos y fueron ásperos los lidiados en tercero y quinto lugares. ¡Vaya Balance! Si acaso el segundo fue justo de presentación, los demás bien presentados y curiosamente el de nota más alta fue el de más trapío, el sexto.
Con un encierro así, los triunfos de los tres toreros son de tomarse en cuenta, las faenas de Fermín Rivera con la seriedad y sobriedad que le caracteriza al primero, la variedad en la del segundo, lidiado por Mario Aguilar y reiterar la emotividad de la del sexto, de Arturo Saldívar, que justificaron ampliamente el otorgamiento de una oreja por espuerta. En el complemento de su lote, los tres demostraron ser merecedores de ocupar puestos en los carteles próximos pues no se arredraron y buscaron imponerse a las circunstancias.
Pero regreso a Nuriesco, desde el primer cite embistió con largo recorrido, humillada la encornadura, comiéndose la franela en cada envite. Y así, una y otra vez, mientras Arturo lo mismo lo toreaba con muletazos largos y templados, que con variedad como los pases de la dosantina en los que hubo momentos mágicos, por lo excepcional y refrescante que es constatar que en el campo bravo mexicano hay quienes ven más allá del toro light y que es posible que un toro mexicano sea referente de acometividad, claridad y fijeza, lástima de la espada, sino el triunfo de Arturo hubiera sido incuestionable.
La duración, alegría y recorrido combinado con humillar al máximo en la embestida con ritmo, fue la repuesta de Xajay a quienes con base en los mismos empadres, buscan en sus dehesas la embestida a media altura, las fuerzas justas, y la lenta embestida, pretendiendo aniquilar la combatividad de los astados que provocan la demanda de los toreros, que imponen a esos animales y con ello aburriendo a quienes creemos en que el nombre de fiesta brava se caracteriza por lo último, y que irse a la extrema nobleza a estas alturas ha resultado dañino y hasta aburrido.
Ojalá y que la lidia de un encierro como el de Xajay o aquel de Barralva del encaste de Atanasio Fernández (lidiado por tres mexicanos la temporada pasada) sean un parteaguas y que retorne la importancia a quién le da sustento a nuestra tradición; el toro de lidia con acometividad y seriedad. El público lo reconoce y por eso la salida en hombros del ganadero fue muy merecida. Paremos las orejas y actuemos en consecuencia.