“El loco y la camisa” es la obra que abre este año en el Foro Lucerna y entiendo por qué forma parte de la visión de Garza y Perroni.
Ciudad de México.- A Mariana Garza y Pablo Perroni los considero parte de mis personas favoritas de los último meses porque son capaces de arriesgar su corazón, dinero y esfuerzo en el Teatro Milán y Foro Lucerna, a pesar de vivir en un país donde a nadie le importa apoyar proyectos teatrales. En menos de un año han sido capaces de consolidar un foco importantísimo para la escena nacional; con mucho cuidado seleccionan los proyectos que permiten estar en su marquesina y, así, reflejar su espíritu y forma de trabajo.
“El loco y la camisa” es la obra que abre este año en el Foro Lucerna y entiendo por qué forma parte de la visión de Garza y Perroni. Es una comedia desquiciada con múltiples referentes para el público mexicano, donde se sentirá identificado en su idiosincrasia y cotidianidad: habla sobre una prototípica familia de clase media con padre, madre, hijo e hija sobrepasados por los deberes morales.
Nada en ellos se “sale de control” porque recurren al uso político del lenguaje, las costumbres y las coacciones paternales. El hijo más pequeño (tal vez sea un adolescente por las señales del vestuario) en medio de esta prisión disfrazada, trata de escaparse de la norma y resulta incómodo para todos; a veces lo tratan como enfermo para hacerle notar su definitiva dependencia al esquema familiar, a veces juegan con él como si fuera la mascota porque se sienten con una profunda superioridad moral.
Esta fotografía perfecta poco a poco pierde brillo y foco cuando la hija mayor trae a su novio a la casa para formalizar la relación. El choque del “extraño” con las maneras de este grupo resalta la disparidad de intereses y una alienación en cada uno de sus integrantes. Y en esta contingencia, el hijo castigado, se vuelve una válvula de escape de todo el dolor contenido.
La obra funciona porque no deja pensar al público en ningún momento, por el contrario, lo hace participar de las situaciones y conflictos de los personajes. La efectividad de la dramaturgia radica en nunca saber hacia dónde va la anécdota hasta los últimos cinco minutos cuando ya te duele el estómago de tanto reír; el final se vuelve poderoso porque hace una enorme crítica a la corrección política y doble moral.
La dirección logra rutinas cómicas y juegos corporales precisos. El ritmo de los actores es el tren que necesita el público para viajar en el planteamiento escénico. Ignacio Riva Palacio, quien interpreta al hijo incómodo, es el alma de “El loco y la camisa”; por su fuerza expresiva y peso escénico, sus demás compañeros gravitan y los parlamentos adquieren dimensiones profundas en forma y fondo.
Salí del teatro con una sensación agridulce por haberme reído de una situación de desgracia tan cercana: somos capaces de aniquilar al otro en nombre de las buenas costumbres; cualquier incomodidad se esconde en el silencio y la simulación.
“El loco y la camisa” cumple con el público e incrementa la buena reputación del proyecto teatral de Mariana Garza y Pablo Perroni. No se pierdan las últimas semanas de esta obra porque dejarán ir una oportunidad de disfrutar una comedia que en cada escena nos da una cachetada como individuos, grupos y cultura.
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“El loco y la camisa”
De: Nelson Valente
Dirección: Sebastián Sánchez Amunátegui
Foro Lucerna (Calle Lucerna 64, esquina con calle Milán, colonia Juárez)
Viernes 21:00 hrs., sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.