“Godspell”: “La segunda es la vencida”

José Ron, como protagonista, no tiene los fundamentos técnicos y la experiencia para encarnar el protagónico pero hacía su mejor esfuerzo.

Ciudad de México.- José Ron fue la carta fuerte que presentaron los productores Juan Torres y Guillermo Wiechers en “Godspell” el año pasado; confiaron en su popularidad de las telenovelas y notoriedad en las revistas de chismes para atraer gente a la taquilla. Sin embargo, la temporada en el Teatro Milán sufrió de muchos tropiezos porque su estrategia les falló: el nombre de este actor en la marquesina no fue redituable.

La crítica detestó la idea de que un “advenedizo” encabezara el elenco de un musical escrito por la vaca sagrada Stephen Schwartz; además la presencia de Ana Victoria, Óscar Shwebel y Alex Sirvent, figuras reconocibles en los medios pero carentes de experiencia en el género, hirvieron los ánimos del gremio teatral por considerarla una práctica injusta.

El montaje dirigido por Lorena Maza, a pesar de toda la polémica, fue uno de los espectáculos más sorprendentes del 2014. Le dio la vuelta de tuerca a un musical pasado de moda para conectar con las audiencias actuales; los arreglos musicales mejoraban por mucho la partitura original y el ensamble fue poderoso en un sentido vocal y coreográfico.

La presencia de “estrellas” no desmerecían el montaje, de hecho, sobresalía la participación de Schwebel que en momentos se comía a sus compañeros. Es verdad, José Ron, como protagonista, no tiene los fundamentos técnicos y la experiencia para encarnar el protagónico pero hacía su mejor esfuerzo; yo veía a un actor con ánimos de aprender y, aplaudo esto, dispuesto a ser dirigido por otros.

La temporada se acabó sin pena y sin gloria pero los productores decidieron darle una segunda oportunidad al proyecto. La noticia me alegra porque el espectáculo valía la pena en el hecho escénico más allá de los chismes cizañosos y una lamentable estrategia de publicidad.

Cuando vi “Godspell” en el 2014 creía difícil conectar con la premisa de la historia porque es un espectáculo muy gringo en el humor y formato. Me parecía imposible ser empático porque en los setenta, década en que se gestó, había una necesidad de abordar la religión, en este caso la católica, como una posibilidad de redención humana ante el desastre de la Guerra de Vietnam.

El montaje cuenta las parábolas de Jesús junto con el episodio de la Pasión; Maza ve esto como el principio de una anécdota capaz de conectar con los mexicanos desde el lenguaje hasta los referentes. Para muchos las canciones los remiten a un contexto católico, pero el acierto de la dirección radica en ir más allá y entender a Jesús como un defensor de la fuerza individual para cambiar al mundo.

Ahora el elenco está compuesto por gente con trayectoria teatral y sí, en cierto sentido, lo que hacía José Ron queda totalmente opacado. El encanto de las estrellas se sustituyó por un rigor técnico impresionante y un adecuado manejo de energía. El espectáculo adquiere profundidad en la anécdota.

Por otro lado, gran parte de la majestuosidad de “Godspell” en el Milán radicaba en su resolución técnica. Ahora, en el Teatro Rafael Solana, la escenografía y la iluminación se ven mermadas; se extraña la presencia de una banda en vivo. Los vestuarios se ven ligeramente fuera del diseño original.

Entiendo por qué sucede esto: los productores quedaron desfalcados al apostar por nombres televisivos y era imposible mantener los estándares originales de producción. No obstante, “Godspell”, en su segunda vuelta, vale la pena porque todos los intérpretes son extraordinarios y la anécdota conecta irremediablemente con el público. Corran a verla porque sólo le quedan dos semanas más.

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“Godspell”

De: Stephen Schwartz y John-Michael Tebelak

Dirección: Lorena Maza

Teatro Rafael Solana (Miguel Ángel de Quevedo 687, colonia Coyoacán)

Sábados 18:00 y 20:30 hrs.

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