“Abismo”: “Vacío en la mesa”

Lectura: 5 minutos

Sinopsis:

Ante la desaparición misteriosa de Karla, su novio y  dos amigas deciden emprender una búsqueda de datos para saber qué le sucedió y dar con ella. Esta finalidad se complica por el sistema jurídico de la ciudad y las pasiones que generaba Karla entre estos tres personajes.

 

Le tenía muchas ganas a “Abismo” porque con este proyecto regresa a México la mancuerna Ana Graham-Antonio Vega. Su relevancia en el gremio no sólo radica por su constante exploración del lenguaje teatral en cada uno de sus montajes sino por sus esfuerzos con la organización Por Piedad Teatro de generar vínculos de participación escénica entre México y Estados Unidos.  La última vez que los vi fue en Nueva York  y, después de quedarse un tiempo considerable en esa ciudad, regresan al Helénico con una historia de la alemana Maria Milisavljevic.

Corrí por un boleto porque quería atestiguar cuál era el siguiente paso de  Por Piedad Teatro como productora de este montaje. Al final de la función salí con muchas inquietudes y pronto descubrí donde desembocaban todas: el texto. Cuando un personaje tiene momentos donde habla en tercera persona sobre su propio personaje, donde narra sus acciones y relaciones, como lo hacen en “Abismo”, me empiezo a desconectar; esto se debe a mi formación académica y entrenamiento profesional. Siempre me pregunto, al detectar este tipo de ejercicios literarios, qué me trata de ocultar la dramaturga en el caso de la obra analizada; por qué no confía en el desarrollo del conflicto; si quiere narrar por qué no mejor escribe una novela, nos ahorramos el drama, y con mucho gusto estaré en la disposición de entrar en ese terreno.

No niego la existencia de híbridos interesantes entre la narrativa y dramaturgia; sin pensar tanto, encuentro en la televisión dignos ejemplos donde me callan la boca como “True detective” de Nic Pizzolatto (temporada uno y aunque la malmiren también la dos)  o, en el teatro mexicano, el final de “Fotografía en la playa” de Emilio Carballido (esa última escena cuando los personajes narran el clímax es desoladora). Yo conecto con estas experiencias siempre y cuando una enriquezca a la otra pero, en la mayoría de los casos, en cualquier medio audiovisual o en el teatro, los resultados (vistos por mí) son fallidos porque una se vuelve potente y otra insuficiente.

Con “Abismo” detecto que la primera parte de la obra funciona con todos estos momentos donde se hace el mashup entre narrativa y drama. Mis incomodidades literarias son sólo las voces de mis maestros que me dicen: drama es acción y sólo se vale del conflicto, la estructura y la dialogación. No obstante, en la segunda parte, más allá de mis gustos, formación y entrenamiento, sí veo como a Maria Milisavljevic se le patina el coche porque todas las partes narradas le restan eficacia y contundencia a las del drama.

Durante cincuenta minutos Maria me da las pistas para saber dónde está Karla, por qué desapareció, cómo dejó sus relaciones antes de su ausencia. En el minuto cincuenta y uno, se empieza a desenredar el conflicto  y es aquí donde debería de existir claridad de qué sucedió y por lo menos llegar a un estado de asombro ante los sucesos que me cuentan. No sucede. Maria se engolosina en una narrativa llena de retórica y obviedades; todo se vuelve críptico y la fuerza del drama se diluye.

En el final la escritora se pone en medio para hacer gala de sus habilidades narrativas en lugar de permitirme, a mí espectador, sentir empatía con sus personajes. Me di a la tarea de seguirle la pista a Maria Milisavljevic y “Abismo” fue una sensación en la escena teatral alemana en el 2013, de hecho, fue su primer gran reconocimiento mediático a temprana edad. Con estos datos entiendo que la manera de escribir obedece más a necesidades de juventud que propiamente técnicas. Por otro lado, y esto es pura sensación, “Abismo” tiene una profunda lejanía con la mayoría de las audiencias mexicanas al hablar de la cotidianidad y conciencia histórica de un país como Alemania (por ejemplo, la situación de los inmigrantes serbios en tal sociedad no pasa); varias referencias no producen sentido hasta tener cierto contexto social y político del país.

A pesar de los argumentos aquí expuestos, sé por qué Ana Graham decidió subirse a este barco. “Abismo” es la prueba para usar, al límite de sus posibilidades y experiencia, sus recursos como directora. Tal vez es sintomático de “algo” pero en los últimos tres meses yo he visto a muchos directores en México hacer brillar textos que en el papel no tienen posibilidad de hacerlo. Ana hace del texto una experiencia teatral interesante porque hay una extraordinaria (en el sentido más amplio del término) capacidad de síntesis. Cuando un director requiere menos y usa menos, a nivel de dirección, escenografía y actoralidad, entiende y siente las entrañas del teatro; así permite a sus actores tomar el control del montaje y hace de la historia lo primordial de esta experiencia. El otro acierto de Ana es plantear  todos los episodios narrativos con un gran sentido lúdico para hacerlo teatral y aligerar estas partes del montaje.

Mónica Huarte, otra vez, es impecable en la construcción de personaje. Para mí fue la mejor actriz del 2015 por su trabajo en “Constelaciones” y nadie-la-detiene. Es un tren bala. En “Abismo” yo vi un particular interés de Mónica en el trabajo energético; la lleva a dar matices que no se los conocía y después de verla mi quijada se fue al suelo al pensar “¿a poco hay más?”. Yo sigo de necio: la joya de la corona para Mónica es hacer un Shakespeare. Por lo menos yo sé de tres productores levantando proyectos del autor para el 2017 : llamen a Mónica, se los suplico.

Cuando vi a Antonio Vega en “El Síndrome Duchamp”, su último montaje en México, supe que a este muchacho le gusta el peligro. Habrá grandes actores pero grandes actores con estas ganas de aventarse, precisamente, al “abismo” son muy pocos. Actores como Antonio no se dan en maceta. Su intuición es más potente que nunca porque, otra vez, así como me pasa con Mónica, me sorprenden sus maneras tan sencillas de abordar un personaje. Y llegar a lo sencillo parece fácil pero no; sencillez encierra organicidad y complejidad.

Marianna Burelli la descubrí en “Hamlet” en la UNAM con el papel de Ofelia el año pasado y fue toda una revelación para mí. Es una actriz de altos vuelos y su técnica está en el punto. En “Abismo”, Marianna se enfrenta a un personaje alegórico en el juego dramático a diferencia del novio y la amiga de Karla que son personajes realistas. Ella llegó donde debió llegar; sólo necesita tiempo para lograr más matices. Así sucede: muchos personajes no necesitan más trabajo, sólo necesitan más tiempo para “caer”.

Sólo una nota de la escenografía: muchas escenas las realizan debajo de una mesa Mónica Huarte y Antonio Vega. Ya sé que es demasiado tarde porque no van a invertir en otra mesa, sólo le pido a los actores que cuiden sus cabezas  porque todo el tiempo tenía la angustia de que se golpearan al momento de levantarse o salirse  y, sobre todo, cuando Antonio es bien alto. Si el ojo no me falló en mi función Mónica se pegó.

“Abismo” es un montaje interesante por el resposicionamiento de Ana Graham como directora. Y para la carrera de “Por Piedad Teatro” es un proyecto de transición que los llevará a un enorme aprendizaje para los próximos proyectos en México y Nueva York como impulsores del teatro en el extranjero y mexicanos interesados en tender lazos multiculturales.

 

Traspunte

No se pierdan esta memorable entrevista a Marlon Brando en el Show de Dick Cavett: https://www.youtube.com/watch?v=LAPDQ5MlLxE

 

“Abismo”

De: Maria Milisavljevic

Dirección: Ana Graham

Teatro Helénico (Avenida Revolución 1500, Colonia Gudalupe Inn)

Viernes 20:30 hrs., sábados 18:00 y 20:30 hrs., domingos 17:00 y 19:00 hrs.

Hasta el 6 de noviembre

@porpiedadteatro Facebook: Por Piedad Teatro Producciones

 

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