Cuando en Colombia el narcotráfico tenía un primer plano, con nombres que ya son leyendas, como Pablo Escobar, el Cartel de Cali y demás personajes, se decía que compraban arte y en especial pinturas y esculturas de Fernando Botero. Como consecuencia de esas adquisiciones, los precios del artista colombiano subieron poniendo su obra entre la más cara de un artista vivo contemporáneo a nivel mundial. Esto además influyó en que sus esculturas tuvieran presencia en varios países del mundo, podíamos ver sus gordas fenomenales en el Paseo de la Castellana de Madrid o en los Champs Elysees de París.
En la Rusia moderna los nuevos inversores y especuladores, los que controlan pozos petroleros y equipos de futbol en Inglaterra, además compran obras de arte y ponen los nuevos estimados de precios en las subastas. Desde el Lucian Freud que compró Roman Abramovich por 17.5 millones de libras, hasta recientemente la revaloración del pintor surrealista belga Paul Delvaux que pujaron en una subasta de Sotheby’s imponiendo el precio de sus Cariátides en 9 millones de dólares, con una oferta telefónica.
El boom económico de China está manipulando a tal grado los precios del arte que ya los galeristas y casas de subastas que manejan lo que se llama el big market invocan al optimismo y a sus diferentes creencias para que esto siga creciendo.
En México el dinero del narcotráfico, que únicamente vemos en cifras que se mencionan en discursos, no deja huella de inversión, no por lo menos en el arte. Las compras de la mafia rusa se dejan sentir, las de los carteles colombianos crearon mitos, pero los narcos mexicanos se muestran muy reacios a comprar arte. Nuestro mercado no despega, sigue considerado de middle market, precios que van de los 50,000 al millón de dólares. Ninguno de nuestros artistas contemporáneos alcanza esas cifras. Entre los pintores muertos que sí llegan a ese rango están Frida Kahlo, Diego Rivera y Rufino Tamayo. No se trata de que el lavado de dinero, que no se combate en nuestro país, o por lo menos no hemos tenido noticias de sus trabajos y resultados, se haga a través del arte.
Pero si estas cifras astronómicas que se supone que deja el tráfico de drogas, por lo menos una parte se usaran en comprar arte los precios del mercado estarían subiendo. Hay galerías que sin vender subsisten. Lo que las hace sospechosas de tener un patrocinador no visible, pero en México hay muy pocos compradores de arte. La venta de Hummers se cayó en Estados Unidos y sacaron el vehículo de circulación y venta en casi todos los estados de la unión, en cambio aquí subieron las ventas y se trajeron los coches que no se vendían allá. No hace falta decir quiénes son los principales clientes. Un gesto así pondría el mercado del arte mexicano en el mapa, así como los asesinatos, la impunidad y la violencia nos han puesto en uno de los pedestales de la ignominia planetaria.
El arte es una inversión segura que aumenta su valor cada día, el arte de calidad, no estoy hablando de obras basura. Si ya están involucrados en un mercado tan riesgoso y trágico, realizar una inversión que traiga un beneficio al país no estaría mal. Por lo menos como intercambio por las desgracias colaterales sufridas por todos.