Pez de Oro

“No se elige ser un héroe”: “Las mercancías que no se pueden vender”

Lectura: 4 minutos

El director logra su cometido cuando no se sostiene de algún elemento de la escena, sino es capaz de manipular todos para dejar al público en un reconocible estado de ánimo.

 

Ciudad de México.- ¡En qué momento Fernando Bonilla se convirtió en uno de los grandes directores de este país! Con No se elige ser un héroe hace tributo a su ascendencia actoral (su padre es ni más ni menos que Héctor Bonilla) al poner a prueba su experiencia y poética en la historia más estremecedora.

Salí de la sala deshecho o, más bien, hecho añicos; sentí una necesidad de repasar en mi cabeza por varios días cada diálogo, personaje, momento y fue ahí cuando me di cuenta que Fernando Bonilla había cumplido su propósito: escuchar en la cabeza mi propia crueldad sin el amortiguador de las buenas costumbres. Su montaje es un homenaje a México sui géneris: se nota el profundo amor de Bonilla a este país y, precisamente por eso, hace ver lo hundidos que estamos en la pobreza; no necesita de términos económicos como “crisis”, “Tercer Mundo” o “devaluación” para hacernos sentir la verdadera carencia: la espiritual. En realidad No se elige ser un héroe es un tratado de la miseria.

Notorious B.IG. junto con P. Diddy tienen su famosa canción Mo money mo problems donde afirman: “It´s like the more money we come across the more problems we see” que serviría de epígrafe para No se elige ser un héroe. La historia cuenta el reencuentro de cinco hermanos que no pueden estar juntos bajo el mismo techo. El motivo de la reunión es discutir sobre el interés de Coca Cola de llevar a un spot publicitario la anécdota de la muerte de su padre: se ahogó en el mar al salvar a una niña.

La oferta supera cualquier cantidad ganada por cada uno en toda su vida y, mejor aún, en dólares; deciden pasar la tarde en la casa de la infancia, en medio de una playa de Veracruz venida a menos, para activar una bomba de tiempo donde nadie podrá salir a salvo.

No se elige ser un héroe no se limita a hablar de la familia; podría ser una empresa, institución o un país donde la conexión entre sus miembros está destinada al fracaso. El dinero de Coca Cola pone a esta familia en un estado de guerra donde se develan las intenciones rotas. Ante el vacío sólo queda conformarse con el dinero y sus satisfacciones inmediatas. No hay tregua: hay una permanente vigilia ante el “enemigo” aunque sea mi hermano. Y es en este ambiente de tensa calma donde sale a flote todo lo podrido; las relaciones familiares se sostienen por el dolor y con la posibilidad de convertirse en “millonarios” el demonio se les escapa.

La estructura dramática es sorprendente porque anuncia un final potente y sorpresivo. Los cuadros llevan hacia pequeños momentos de comedia involuntaria ante la densidad de las apariencias y la moral. Me parece atinada la cotidianidad de los diálogos porque es reconocible un destacado trabajo estético a partir de la rudeza y vulgaridad, tanto en el texto original del español David Desola y la adaptación de Fernando Bonilla.

La dirección de Fernando Bonilla es impecable porque mantiene un ritmo vertiginoso a lo largo de la hora y media del montaje. Llevó a sus actores hasta el límite de sus personajes mediante la calidad de movimiento y trabajo energético. No obstante, lo más destacado de su montaje radica en la unidad que logró construir.

Para mí el director logra su cometido cuando no se sostiene de algún elemento de la escena, sino es capaz de manipularlos todos para dejar al público en un reconocible estado de ánimo; es evidente cómo la atmósfera nos lleva a un lugar.

Sorprende la efectividad de los trazos escénicos propuestos por Bonilla y agradezco la economía y sutileza para resolver las transiciones de escenas. El trabajo es limpio porque se encuentra en un justo balance entre la actoralidad, el movimiento y la producción. Por momentos No se elige ser un héroe evocó en mí una versión contemporánea de Fotografía en la playa de Emilio Carballido junto con la complicada construcción de personajes dentro de un sistema familiar en Hannah y sus hermanas de Woody Allen.

La actuación de Sergio Bonilla es insuperable por su manejo energético; Verónica Merchant hace de su personaje una de las mejores interpretaciones femeninas (la imagen de esta hermana siniestra no se me puede borrar de la cabeza); Mariannela Cataño y Rodolfo Arias sostienen la obra con uno de los contrapuntos más difíciles pero ejecutado con una maestría técnica. Eugenia Arriola sorprende por ser una nueva presencia poderosa en el escenario. Por favor, corran por un boleto para ver No se elige ser un héroe. La experiencia es intensa y los dejará marcados de por vida.

No se elige ser un héroe. Foro Shakespeare
No se elige ser un héroe. Foro Shakespeare

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¿Azteca Teatro? ¿En la peor crisis de TV Azteca?

 

No se elige ser un héroe

De: David Desola

Adaptación y dirección: Fernando Bonilla

Foro Shakespeare (Zamora 7, Colonia Condesa)

Sábados 20:00 hrs. y domingos 18:00 hrs.

 

“El Difunto Señor Henry Moss”: “La mala-copa de Willie Nelson”

Lectura: 3 minutos

El Difunto Señor Henry Moss pega fuerte y tupido. Sam Shepard tiene la visión de hacer algo tan local algo universal.

 

Sam Shepard lo vuelve a hacer con El Difunto Señor Henry Moss. Cuando creemos que sus personajes están a punto de llegar donde queremos que lleguen cambia la jugada para nosotros caer en un lugar oscuro y aterrador. Es una trampa literaria de experto, una trampa teatral quirúrgica. Por eso no se puede ser más certero al montar este texto en el Teatro Milán.

Escribir para cine ha convertido a Shepard en un escritor que reconoce las necesidades de lectura e interpretación de las audiencias contemporáneas. Su dramaturgia es directa, reconocible y emocionante. Los sorpresivos finales son su especialidad para dejar al descubierto sus obsesiones: conflictos filiales.

El Señor Moss, Henry, es un alcohólico de un pueblo miserable de Estados Unidos que desde la primera escena lo sabemos muerto. Llegan sus dos hijos, Elliot y Ray, Caín y Abel extraídos de una película de Clint Eastwood, para dar sepultura al padre e, irónicamente, revivir el tormento de lidiar con él.

Aquí empieza la trampa: todas las señales de Shepard parecieran recordarnos un thriller policíaco al tratar de explicar por qué este señor se murió. Los personajes son las migajas de Hansel: un taxista lo llevó a la casa en su última noche, la amante ha desaparecido, el vecino es sospechoso por una extraña bondad.

El Difunto Señor Henry Moss es como escuchar en vivo una canción de Willie Nelson interpretada por el mismísimo Willie Nelson. En un bar pueblerino, en plena madrugada, cuando el alcohol amargó al ambiente y cantante. En realidad el montaje no es un thriller policíaco: el primer, segundo, tercer cambio de dirección aparecen a los quince minutos para estar frente a una pieza entonada en comedia.

Tratar de tener certezas sobre cómo murió el padre simboliza en qué momento sus hijos lo declararon muerto antes de morir. ¿En qué momento la relación se echó a perder? ¿En qué momento se dejaron de pensar y sentir? Shepard tiene clara la premisa: no se puede empezar desde cero; siempre habrá una grieta, una cicatriz, un dolor en cada nuevo comienzo.

La obra me dejó un sabor amargo. Dije que es como una canción de Willie Nelson cuando le viene la cruda pero es totalmente reconocible para la doble moral mexicana. Puede ser un “Piporro” mala-copa. Me dolió tanto ver dopados a los hijos para vivir la cotidianidad, tan incapaces de reconocer dónde les duele, tan huérfanos toda su vida.

Otto Minera, el director, propone un montaje con varios recursos cinematográficos: las transiciones de escenas, la plástica figurativa e intercortes que dependen de ambientes. La actoralidad es congruente con el espíritu del texto, sin embargo, hay un problema de ritmo en la primera parte de la obra. Esto afecta el interés inicial del público y las referencias detectivescas al protagonista.

No funcionan varios trazos escénicos: cuando Minera coloca a un personaje como testigo-público de la acción resulta irrelevante para el cuadro visual o, por otro lado, cuando Henry Moss es una especie de alma en pena que deambula en su casa. Uno de los triunfos de este montaje radica en las cadenas de movimiento y la composición de la escena cuando está todo el elenco. Se forman imágenes interesantes.

Arturo Ríos como el Señor Moss convence y conmueve: este actor confirma por qué es uno de los mejores de este país. Ernesto Godoy y Sebastián Moncayo, como los hermanos, tienen complicidad y sincronía energética. ¡Qué revelación ver a Gabriela Zamora fuera de la televisión!; su trabajo es impecable. Todo el ensamble sostiene el montaje de una forma efectiva y me da la impresión de verlos gozar sobre el escenario.

El Difunto Señor Henry Moss pega fuerte y tupido. Sam Shepard tiene la visión de hacer algo tan local algo universal. El montaje mexicano le hace justicia a cada una de sus palabras y hace una experiencia vibrante para el público.

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¿Quién será el responsable del Cine Ópera?¿Dónde quedaron esos planes de convertirlo en teatro?

El Difunto Señor Henry Moss

De: Sam Shepard

Dirección: Otto Minera

Teatro Milán (Lucerna 64, esquina Milán, Colonia Juárez)

Viernes 19:00 y 21:15 hrs., sábados 18:00 y 20:15 hrs.,domingos 17:00 y 19:15 hrs.

“La Visita del Ángel”: “Reloj de arena”

Lectura: 4 minutos

La maestría técnica de Leñero radica cuando los conflictos de los personajes nunca se ponen en primer plano.

 

Nunca había visto una obra de Vicente Leñero montada en la Ciudad de México. Conozco su producción literaria y, sin temor a equivocarme, está en las ligas de Edward Albee, Tennessee Williams David Mamet y Paula Vogel; compite con los realistas estadounidenses en el género, estilo y estructura pero, sin salirse de la relevancia internacional, es capaz de ser un baluarte al representar la mexicanidad.

Leñero es un prodigio, punto. Es más, todavía no le ha hecho justicia la revolución (institucional) porque realmente no hacemos conciencia de la dimensión y pluralidad de su trabajo. No sólo es una medalla que se cuelga la política cultural de nuestro país; es transgresión, vanguardia y rebeldía en el sentido más extenso de cada una de estas palabras.

Por eso cuando me enteré que estaba montada su obra La Visita del Ángel corrí a verla al Círculo Teatral. El trabajo de Leñero se relaciona en primera instancia con el periodismo nacional, sin embargo, en cuanto a dramaturgia hizo una revolución técnica y poética;  se le recuerda por su énfasis en la conciencia histórica y problemas sociales.

No obstante, con La Visita del Ángel decide cambiar la vida pública por los dramas de alcoba, cotidianos. Con una clara influencia de Chéjov, Leñero hace una pieza que se vive en el departamento de unos abuelos quienes esperan a su nieta para comer. Es la primera vez que me cuesta trabajo hacer una sinopsis porque cada detalle revela mucho sobre las vueltas de tuerca de la anécdota.

Tal vez sólo conviene decir cómo este encuentro provocará un conflicto en los personajes sobre la manera de entender el amor y el tiempo. La mejor imagen para representar el texto es la colisión de dos trenes con diferentes velocidades y en sentidos contrarios: a los abuelos no les hace falta tiempo, a la nieta sí. ¿Por qué las horas hacen falta? ¿Cuándo las horas son las necesarias? Vicente Leñero hace de un ambiente reconocible en un departamento, con sopa de verduras y pláticas de sobremesa, un verdadero golpe emotivo para el espectador.

La Visita del Ángel . Círculo Teatral
La Visita del Ángel . Círculo Teatral

La maestría técnica de Leñero radica cuando los conflictos de los personajes nunca se ponen en primer plano; se ocultan detrás de cada parlamento, situación y escena para permitirle al espectador recrear sus propias imágenes. No necesita de pirotecnia gratuita para dar una sacudida al corazón. También, en gran medida, el triunfo del texto radica en la manera de entender el tiempo: realmente la vida transcurre en pequeños momentos, en los cotidianos, en la rutina; no en los épicos, enormes, extra-ordinarios.

Los abuelos son reconocibles a simple vista: se nos pasa el tiempo en comer una sopa, ir por el mandado, esperar una visita, leer el periódico, trabajar, estar en el tráfico, dormir y volver a empezar. Los personajes son de carne y hueso porque no necesitan los grandes cuentos para gastar los minutos; esperamos la muerte en la domesticidad: ¿Cómo cumplo mis sueños en el día a día? ¿Por qué mi vida se puede convertir en un eterno lamento? ¿Qué necesito para engrandecer los detalles?

Tener a Raúl Quintanilla como director es una de las decisiones más afortunadas en la producción. Entiende el espíritu del texto y lleva a sus actores a trabajar con un gran énfasis el subtexto. Nunca cae en obviedades, las cadenas de movimientos son discretas pero efectivas y plantea tareas escénicas interesantes para el espectador.

Lo más sobresaliente de su trabajo radica en encauzar con efectividad el trabajo de miradas de sus actores y sacar a flote los ejercicios de silencios (de hecho, esto lo pide Leñero desde el texto) que me volaron por completo la cabeza (tienen al gran Marco Antonio Silva como encargado del diseño bio-expresivo y se nota el cuidado del trabajo energético).

Yo sé que no es cine para poner un énfasis al trabajo de los ojos del actor, sin embargo, Quintanilla explota la intimidad del Círculo Teatral a través de su ejercicio expresivo de miradas. La escenografía e iluminación de Mónica Kubli aprovecha tan bien este espacio que es la primera vez que no siento incomodidad al estar sentado en sus butacas; cuando entré me emocioné al ver recreado el departamento de los abuelos para sentarme en la sala y estar dentro de la ficción.

En cuanto al ensamble actoral sobran elogios para remarcar su precisión y contundencia. ¡Hay algo que se pueda decir de Concepción Márquez! Como la abuela hace una interpretación conmovedora; al ver sus ojos puedes recorrer sus estados emotivos; las palabras se quedan pequeñas para reflejar su mundo interior. Gastón Melo, quien representa al abuelo, hace gala de su sentido del ritmo; ¡qué honestidad de trabajo!

El personaje de la nieta lo hacen dos actrices; en la función que vi me tocó Carolina Miranda. A ella todos mis respetos por hacer una interpretación tan riesgosa; no la conocía pero me sorprendió verla pasar la cuerda floja: ¡qué trabajo tan más difícil! Le aplaudo haber llegado a un punto medio de intensidad y energía.

La Visita del Ángel es de esas obras que dejan moretón tres días después; es imposible no sentirse conmovido con la anécdota y los personajes. Corran a verla, se los suplico, esto es teatro. Por otro lado me quedo pensando: es hora de sacar a los grandes autores mexicanos de los estantes museográficos para llevarlos a la gente. Es hora de sacar a Emilio Carballido, Sergio Magaña, Carlos Olmos, Luisa Josefina Hernández y Carlos Solórzano, por decir algo.

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¡No lo puedo creer! ¡Ya se reestrenó No se elige ser un héroe en el Foro Shakespeare! ¡Qué felicidad!

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“La Visita del Ángel”

De: Vicente Leñero

Dirección: Raúl Quintanilla

Círculo Teatral (Avenida Veracruz 107, colonia Condesa)

Jueves y viernes 20:30 hrs., sábados 18:00 y 20:00 hrs., domingos 18:00 hrs.

“Las Criadas”: “La opresión de Genet”

Lectura: 3 minutos

Las Criadas no llega a ser una pieza museográfica porque carece del rigor académico y no alcanza a ser entretenimiento pop porque no se le encaja el diente al tema central.

Me queda claro que si no fuera por los nombres de Alejandro Camacho, Mauricio Islas y Alex Sirvent nadie iría a ver Las Criadas de Jean Genet en el Foro Cultural Chapultepec. El riesgo de tomar un texto tan representativo, tan exquisito en términos literarios y bañarlo de accesibilidad dada por “estrellas” puede ser contraproducente: estos actores tienen hordas de público no-teatrero (vamos, el espectáculo teatral NO existe en sus opciones de entretenimiento) y llevarlo como primera experiencia a un montaje donde sólo el actor importa coarta el contenido de Genet y el gusto de los asistentes por regresar al teatro.

Mi sensación con la última producción de Las Criadas en la Ciudad de México es de desconcierto. Se nota a todas luces la intención de explotar al máximo la presencia de las “estrellas” pero, sobre todo, una dirección incapaz de asumir las preguntas que Genet hace con este texto. Para seguirlas, reinterpretarlas o traer esos cuestionamientos a nuestra realidad. Salvador Garcini, el director, escucha a Genet a medias y se queda en la superficialidad.

¿Por qué Garcini no hizo su versión libérrima? ¿No hubiera sido más honesto? ¿No hubiera sido más liberador creativamente? Mi problema viene cuando en el programa de mano no está acreditada una traducción ni mucho menos una adaptación; si es así quiero creer que usaron el texto original pero sin las competencias que se necesitan para leer a Genet.

Las criadas cuenta la adoración y el odio que tienen dos sirvientas por la señora de la casa; al ausentarse usan sus vestidos, joyas y zapatos; a manera de exorcismo, se caracterizan de ella para jugar a desquitarse de todos sus abusos. Sin embargo, la dinámica lúdica se convierte en una franca venganza cuando estas mujeres denuncian al amante de la señora por un delito.

Genet estrena esta obra en la década de los cuarenta con la intención de hacer una crítica sobre la lucha de clases; dejar expuesta la relación entre el poderoso y el oprimido mediante la sumisión. El primer problema al que se enfrenta Garcini es el del género; Las Criadas es una farsa trágica y yo no entiendo por qué en México cada vez que escuchamos el término lo relacionamos con la exageración.

La farsa construye los personajes a través de símbolos y la exageración es un medio, no un fin. En este montaje todo se lleva al extremo en contra de la vida interna de estas mujeres. Existe una tradición de que hombres hagan el papel de la señora y las sirvientas; lamentablemente la interpretación está carente de sutilezas y, por momentos, se cae en la caricatura de ser mujer. La escenografía no tiene texto ni contexto ni subtexto; es linda pero desapegada de un concepto creativo.

A veces se aborda la historia con solemnidad y donde sí se necesita hay un humor (in)voluntario. No entiendo por qué hay música incidental, como de telenovela más burda, en disertaciones casi filosóficas para remarcar la intensidad. ¿Con el texto no basta? ¿Garcini desconfía del poder de Genet? La sumisión vista desde el oprimido deja de ser el tema central para dar paso a una visión sin profundidad.

La producción tiene a un grupo sólido de actores. Alejandro Camacho tiene todo para solventar el personaje de la señora, sin embargo, se regodea en la exageración. Mauricio Islas tiene la intuición para trabajar la contención pero le gana el ser cómico. Alex Sirvent carece de la experiencia actoral para volar un avión de este tamaño, no obstante, lo intenta con decoro. Veo a actores perdidos en el escenario que están alejados del texto y muy comprometidos con cumplir un montaje de pura forma.

Las Criadas no llega a ser una pieza museográfica porque carece del rigor académico y no alcanza a ser entretenimiento pop porque no se le encaja el diente al tema central. Entiendo la dificultad del texto y el riesgo que implica hacer a Genet pero me quedo pensando en el público, en los primeros acercamientos al teatro para muchos y las impresiones al ver un trabajo con estos vuelos.

 

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Hasta ahora me entero de la participación de Cecilia De La Cueva en “Anita La Huerfanita”. La combinación que hará con Regina Orozco, como las antagónicas de la historia, será muy interesante.

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“Las Criadas”

De: Jean Genet

Dirección: Salvador Garcini

Foro Cultural Chapultepec (Mariano Escobedo 665, colonia Anzures)

Viernes 19:00 y 21:00 hrs., sábados 18:30 y 20:30 hrs., domingos 17:30 y 19:30 hrs.

“Como quieras… ¡Perro ámame!”: “¡Dejen al pop en paz!”

Lectura: 3 minutos

Espero que los próximos musicales escritos por mexicanos entiendan que es muy difícil repetir la fórmula de Mamma Mia!; si quieren usar canciones pop mejor hagan un concierto.

 

Cuando una obra se presenta en dos teatros de la Ciudad de México en la misma temporada hay algo interesante que averiguar: ¿qué historia se está contando? Amén de que es una novedosa estrategia para atraer a la audiencia, un productor no arriesgaría su dinero dos veces sin estar convencido de tener entre sus manos un montaje interesante, mercadeable.

Como quieras… ¡Perro ámame! tiene dos casas: el Teatro Renacimiento y el SOGEM Wilberto Cantón. Sergio Gabriel, el productor, junto con Diego De Erice, el autor y, supongo porque en el programa de mano no queda claro, también el director han hecho crecer este montaje hasta tener elencos alternantes y una campaña de publicidad más que suficiente.

Con la promesa de ser un musical de rocola con varios éxitos del cancionero pop mexicano, el espectáculo no sorprende ni en su formato y temática. Una mujer en sus cuarenta llega a un restaurant para encontrarse con su cita a ciegas; la plantan y, casualmente, un hombre joven tiene una situación similar con una mujer. El encontrarse solos los lleva a compartir la mesa y sus mejores decepciones amorosas; irremediablemente, el conflicto desemboca en una historia de amor.

No pude conectar en ningún momento con el montaje (lo vi en el Teatro Renacimiento); las canciones están metidas a calzador y, en algunos casos, son gratuitas. Los arreglos de las canciones son pobres. Los chistes y las rutinas cómicas son predecibles; la construcción de personajes parece que está basada en un test de revista femenina para encontrar al “hombre de tus sueños”. Es un lugar común tras lugar común.

La dirección está comprometida con una improvisación que trata de integrar al público, no obstante, por momentos, se olvida de qué se trata todo el asunto y parece sólo importar esta dinámica. La escenografía es estridente en intenciones y estilos; hay un pianista en escena con incomodidad por no estar ubicado en un espacio claro.

La interpretación de Gicela Sehedi es convincente en todos los sentidos; tiene el papel en los huesos y se permite divertir con él. Roger González, como el hombre quien busca desesperadamente el amor, tiene grandes carencias en cuanto a la construcción del personaje y el ritmo de comedia (Sehedi lo rescata en varias escenas); su punto más fuerte es el canto y sus habilidades de conductor para hacer dinámicas donde integra al público. Éste fue el elenco que me tocó de entre todas las opciones.

Sin embargo, he de reconocer lo bien que se la estaba pasando el público. Reían, seguían las rutinas de improvisación y se emocionaban con las canciones. Después yo me puse a pensar qué sucedía con los demás en la sala y, a pesar de todo lo mencionado, Como quieras… ¡Perro ámame! tiene la gracia de no ser pretencioso; el montaje refleja un universo bien personal del autor y director para hablar con urgencia de la pareja (aunque a mí me parezca un tratamiento burdo). Es un trabajo honesto y, por ello, merece un gran aplauso.

¡Como quieras… ¡Perro ámame! cumple con su tarifa de entretenimiento y el estar en dos teatros de la ciudad lo demuestra. Sólo espero que los próximos musicales escritos por mexicanos entiendan que es muy difícil repetir la fórmula de Mamma Mia!; si quieren usar canciones pop mejor hagan un concierto y ahórrense una historia gratuita.

 

Como quieras… ¡Perro ámame! Teatro Renacimiento y Teatro SOGEM Wilberto Cantón
Como quieras… ¡Perro ámame! Teatro Renacimiento y Teatro SOGEM Wilberto Cantón

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La producción que hizo Fox de Grease el domingo pasado es uno de los pocos trabajos en donde el lenguaje televisivo entiende tan bien al teatral. Si no me creen aquí una muestra: https://www.youtube.com/watch?v=j7-KRfULhoE

 

Como quieras… ¡Perro ámame!

Una obra de Diego De Erice

Teatro Renacimiento (Velázquez de León 31, colonia San Rafael)

Jueves 20:30 hrs., viernes 19:30 y 21:30 hrs., sábados 18:30 y 20:30 hrs., domingos 17:00 y 19:00 hrs.

Teatro SOGEM Wilberto Cantón (José María Velasco 59, colonia San José Insurgentes)

Sábados 17:00 y 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.

“La Anarquista”: “En guardia”

Lectura: 3 minutos

El año pasado me quedé con ganas de ver La Anarquista; todo mundo comentaba que la dirección de Enrique Singer y las interpretaciones de Lisa Owen y Marina de Tavira hacían relucir la historia de David Mamet. Tuvieron una pequeña temporada en El Milagro y ahora regresan a la misma calle pero en el Foro Lucerna.

La anécdota cuenta el careo de una convicta con una funcionaria del sistema penitenciario para pedir su libertad y así ver a su padre que se presume enfermo. Los argumentos a favor de cumplir a cabalidad la justicia y las consideraciones humanas a quien cumple la condena se contraponen para ver a sus anchas una institución social que depende de la subjetividad.

A David Mamet le encanta escribir historias donde dos personajes jueguen un esgrima argumentativo en torno a un tema moral. Con gran éxito (literario), ya lo había hecho en 1992 con Oleanna que cuenta la acusación de una alumna universitaria de un supuesto abuso sexual por parte de su profesor; este escritor no tiene algún reparo en recordarnos las perversiones morales hechas a nuestra conveniencia.

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La Anarquista. Foro Lucerna

Es indudable la relevancia de Mamet en el teatro estadounidense y su influencia en la segunda mitad del siglo XX, no obstante, La Anarquista es un trabajo que no llega a una contundencia dramática.

Esta obra se hizo en el 2012 y se nota la necesidad del autor, tal vez por la situación política tan difícil de su país, de cuestionar la idea (repito, sólo la idea) del castigo y la monopolización de la violencia por parte del Estado.

Todo el tiempo escucho una disertación hiperintelectualizada del hecho (por cierto, brillante) que no llega a empatizar con el público. Realmente las dos mujeres pueden ser otros personajes en circunstancias similares; todo el tiempo me estorbó el pensamiento de Mamet, que él se ponga en primer término llega a ser asfixiante más aún cuando sacrifica la línea dramática y la vida de los personajes.

No conecté porque no sé nada de estas mujeres, más que tienen cerebros superdotados para entablar un debate universitario. No sé cuáles son sus verdaderas motivaciones, qué secretos guardan, algo que me haga conocer más su circunstancia de vida.

La dirección de Singer, amén de su pericia para mover de manera efectiva los elementos de la escena, hace todo lo posible para compensar estas carencias con exaltar las emociones de sus actrices. Esta decisión resulta contraproducente: la energía siempre está arriba desde un principio y después de la primera hora es imposible digerir la “tesis doctoral sobre el castigo”. Si desde el primer minuto todo es pirotecnia emotiva ya no hay donde llegar, los matices son escasos y las posibilidades de sorprendernos se reducen a cero.

Marina de Tavira y Lisa Owen son grandes actrices. Nadie sería capaz de cuestionar su entrenamiento, técnica y experiencia pero no pueden sacar agua de las piedras. Lástima que su desgaste energético tan evidente por cumplir las notas de Singer no contribuya a generar una experiencia dramática.

Los grandes autores como Mamet tienen textos de transición y búsqueda; estoy seguro que La Anarquista derivará en una mejor versión del mismo planteamiento con personajes delimitados en un 100% y un conflicto estrictamente dramático como lo logró en Oleanna. Por ahora, con este texto y su montaje mexicano me quedo con un cuestionamiento del castigo y la justicia en tercera persona.

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La Anarquista. Foro Lucerna

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¿En serio Made in Mexico lleva 1000 representaciones?

“La Anarquista”

De: David Mamet

Dirección: Enrique Singer

Foro Lucerna (Calle Lucerna 64, esquina Milán, Colonia Juárez)

Viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.

“Bajo la mirada de las moscas”: “El escondite de los caníbales”

Lectura: 4 minutos

Estoy seguro que muchos al ver este montaje querrán sacar una cita al día siguiente con el terapeuta para exorcizar a su madre.

Pilar Boliver, sin duda alguna, es una de las mejores actrices de este país. He seguido su trayectoria no sólo por su capacidad de transformación sino por el riesgo que toma en cada uno de sus proyectos. Ahora con Bajo la mirada de las moscas la veo probándose como actriz junto con uno de los ensambles más poderosos de toda la temporada.

Mi impresión al ver Bajo la mirada de las moscas fue devastadora: no dejo de pensar en la búsqueda inútil de Bruno por escapar de una familia donde el amor se confunde con una dependencia que aniquila, asfixia. “Te destruyo porque no sé otra manera de quererte, acercarme”. Parece que las obsesiones de David Lynch e Ingmar Bergman se encontraran para hablar de los juegos de poder.

El pueblo miserable que rodea esta casa de “las buenas conciencias” devuelve a Bruno a su destino: su madre y primo. Una lo ha “castrado”, otro lo somete. Todo esto en nombre de cuidarlo por una enfermedad que contrajo. La debilidad se vuelve oportunidad de exterminar la autonomía. Y el amor se usa entre las palabras y la conciencia, como si fuera motivo y justificante, a diestra y siniestra.

Bruno regresa con una mujer que lo ayuda a salvarse. La secreta enamorada. Una extranjera en la tierra reinada por la madre y el primo. Aquí Bruno se vuelve empático con el público: quiero verlo desamarrar los nudos. Para vivir como quiera vivir, enamorarse, lejos de los designios de unos “reyes malditos”.

Boris Schoemann, el director, hace una escena blanca, pulcra, higiénica que, evidentemente, es una gran ironía por todo lo podrido de esta familia. No sé por qué esta imagen, junto con el extraordinario diseño de vestuario de la misma Pilar Boliver (para mí el mejor trabajo de esta área del 2015), me llevó a sentir un frío que cala y, por supuesto, ayuda a contar esta historia de “muertos en vida”.

Bajo la mirada de las moscas también celebra la trayectoria de una de las actrices decisivas en la historia del teatro mexicano: Pilar Pellicer. Al interpretar la madre, juega con las sutilezas de la violencia pasivo agresiva; una “inocencia” que no se da cuenta de nada y justifica el terrorismo con palabras de bondad. Este personaje está enraizado a Pellicer en cada respiración y silencio; es conmovedor su trabajo de miradas.

No pudieron encontrar mejor actor para el primo que Antón Araiza. Nunca lo había visto llevar su corporalidad al extremo; las tensiones del personaje están en su entrecejo, las manos y la calidad de movimiento. Me pongo de pie para celebrarlo. Teté Espinoza como esta mujer bondadosa quien es capaz de ayudar a Bruno (a pesar de todo), vuelve a sorprender por su ligereza.

Después de verla en Wenses y Lala no podía creer que estaba viendo a la misma actriz. Su trabajo es sorprendente por cómo recrea la juventud de esta mujer; su interpretación me llevó a verla como una adolescente de carne y hueso. Mercedes Olea, Stefanie Izquierdo y Miguel Romero apuntalan a los personajes principales por su oscuridad al momento de construir los personajes; me aterrorizó el trabajo de contención de estas dos actrices.

Aquí llegan las menciones especiales: la primera está en Constantino Moran quien interpreta a Bruno. Su caracterización y trabajo energético implica un riesgo poco visto en el teatro; verlo caminar por la cuerda floja es emocionante y su actoralidad siempre me sorprendió. La otra mención: ¿hay un papel que no se le resista a Pilar Boliver? Creo que después de hacer Un corazón normal su músculo actoral está revitalizado; hablar de su técnica y manejo de energía son garantía. En ella están los grandes rompimientos en comedia y logra hacer los contrapuntos necesarios para el público ante la asfixia de la situación. ¡Viva Pilar Boliver!

Schoemann logra un trabajo perturbador con la atmósfera que propicia. Hay algo emparentado con el morbo al ver la destrucción de estos personajes; la decisión más acertada a nivel de dirección es, como la misma dramaturgia indica, develar a los personajes poco a poco: dejar señuelos en un gesto, la iluminación, la escenografía, el vestuario y la propia interacción de los actores. Schoemann usa su expertise de trabajar a profundidad las relaciones de los personajes y, sobre todo, manejar los planos de atención visual para contar la historia a cuentagotas.

Salí de Bajo la mirada de las moscas inquieto. Esta idea de escuchar las moscas todo el tiempo, como pasa en la casa, llegó a mi cabeza y la incomodidad de los personajes llegó a mi cuerpo. Éste es un logro para el montaje; el texto de Michel Marc Bouchard exige ansiedad, desesperación. Estoy seguro que muchos al ver este montaje querrán sacar una cita al día siguiente con el terapeuta para exorcizar a su madre.

Imagen: Twitter
Bajo la mirada de las moscas. Teatro El Galeón.

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¿Será propicio montar “Carrie El Musical”?

¿Será propicio montar “Carrie El Musical” en México?

¿Será propicio montar “Carrie El Musical” en México porque el “terror” es la gallina de los huevos de oro?

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“Bajo la mirada de las moscas”

De: Michel Marc Bouchard

Traducción: Pilar Sánchez Navarro

Dirección: Boris Schoemann

Teatro El Galeón (Centro Cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, metro Auditorio)

Miércoles 20:00 hrs., Jueves 20:00n hrs., viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs. y domingos 18:00 hrs.

“Constelaciones”: “El universo paralelo de Mónica Huarte”

Lectura: 4 minutos

Se notan las horas de estudio invertidas para entender las grandes teorías físicas escondidas en una historia de amor.

 

Ciudad de México.- Nadie sabe en qué momento una actriz/actor será capaz de demostrar de qué está hecho. Creo (y esto se lo debo a mis raíces académicas) que el proceso actoral es una de las experiencias más complejas en términos educativos. No sólo se necesita el pulir una técnica sino también se debe crecer con los años y la historia de vida. A veces un camino se recorre más rápido que el otro. Pero cuando todos los elementos se alinean con esta “oportunidad dorada” es un verdadero milagro.

Y es así como puedo describir la actuación de Mónica Huarte en Constelaciones. La historia de Nick Payne llegó cuando ella estaba lista no sólo en lo profesional sino en lo personal. No quiero ser entrometido en la vida privada de la actriz, simplemente, para alcanzar los registros actorales que ella alcanza se necesita “vivir” (como dirían los grandes maestros de actuación).

Constelaciones es la historia del arquetipo de una pareja desde sus orígenes hasta su muerte. La particularidad del texto de Payne radica en la idea de universos paralelos, basada en la teoría de cuerdas al más puro estilo de la física. La estructura es una serie de compuertas, de posibilidades sobre lo que pudo y no pudo suceder.

Hay una clara intención de romper con la linealidad del tiempo y mostrarlo como un ciclo con múltiples variaciones y es ahí donde radica eso que algunos llaman “destino”. ¿Qué tanto la vida se rige por los accidentes? ¿De qué manera una variación transforma la toma de decisiones? ¿De qué depende una elección?

Se muestra un mosaico de esos pequeños accidentes que reescriben la historia de la pareja para hacerla naufragar en el dolor, la felicidad, la confusión. El director, José Manuel López Velarde, respalda el proyecto tanto en su espacio La Teatrería de la Roma como en su visión extraordinaria de entender el teatro, el profundo respeto a su lenguaje y una estética (otra vez) cautivadora.

El core de Constelaciones está en un ejercicio actoral sutil y complejo. La coreografía para jugar con estas variaciones temporales funciona porque el espectador entra a las grandes teorías físicas con mucha suavidad. Los atinados rompimientos en comedia hacen respirar al público ante un posible final desolador; sin embargo, siempre existe esa red de “también pudo haber sucedido esto” donde caemos irremediablemente en una extraña esperanza existencialista.

Constelaciones. La Teatrería
Constelaciones. La Teatrería

No deja de sorprenderme la sensibilidad de López Velarde para orquestar un montaje. No se conforma con su talento fuera de serie: trabaja hasta el cansancio para explotar ese don y conducir a los actores a un juego de limpieza, precisión y efectividad. Aplaudo la selección de proyectos de Velarde porque con cada uno de ellos evoluciona como director, al obligarse a un ejercicio de síntesis narrativa y apelar a un lenguaje estrictamente teatral. En Constelaciones se reducen al mínimo todos los elementos externos para invocar una realidad interna poderosa: la pericia del director radica en mover eso hilos invisibles, en no tener salvavidas y evocar el riesgo en sus intérpretes.

En términos actorales, Mónica Huarte y Nacho Tahhan sostienen el montaje por su claridad en la historia. Se notan las horas de estudio invertidas para entender las grandes teorías físicas escondidas en una historia de amor. Hay un particular interés en los detalles corporales y coreográficos para hacer accesibles las transiciones y no perder al público en esta simultaneidad de posibilidades.

Nunca había visto el trabajo de Nacho Tahhan y estoy sorprendido por su enorme calidez al construir al personaje. Hay un ser vibrante en cada de unos de sus parlamentos que se hace cada vez más grande al tocar fibras emotivas con economía.

Para Mónica éste es SU proyecto. Ella es la actriz más subestimada de todo el gremio que se ha sometido a decisiones frívolas y maniqueas. No sé por qué tanto tiempo se estancó en personajes de comedias bobaliconas (sobre todo en cine) cuando tiene uno de los registros emotivos más sobresalientes de su generación; los productores deben darse cuenta con este trabajo de su rango actoral y posicionarla en otro tipo de historias. Huarte tiene en Constelaciones la “oportunidad dorada”; su técnica y experiencia de vida la hacen poderosa y entrañable.

Llegó un momento donde yo ya no veía a la actriz sino al personaje habitar en ella. Sólo me puedo explicar este tipo de experiencias cuando hay rigor y disciplina. No soy el mánager de Huarte pero ella debe apuntalar todos los esfuerzos a hacer una tragedia shakespeariana; este material le dará la corona a su carrera y la llevará a esos tonos actorales que, intuyo, quiere explorar y dominar. No obstante, Constelaciones le da la credibilidad y legitimación para abandonar el estereotipo de personajes de años pasados.

Huarte estaba lista cuando llegó Constelaciones y así, como en la obra se representa, le abrió una serie de posibilidades de evolución. El proyecto es conmovedor e, insisto, porque he hecho alusión en esta reseña varias veces de la idea, con mucha suavidad. Salí de la sala con un enorme regalo: de esos pequeños, luminosos, vibrantes. Como diría Rod Stewart en You´re in my heart, canción que me acompañó de regreso a casa: “You´ll be my breath… you´re the warmest thing i´ve ever found”.

Constelaciones. La Teatrería
Constelaciones. La Teatrería

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Constelaciones

De: Nick Payne

Dirección: José Manuel López Velarde

La Teatrería (Tabasco 152, Colonia Roma)

Viernes 20:30 hrs., sábados 18:00 y 20:00 hrs., domingos 17:30 y 19:30 hrs.

@constelateatro