Pez de Oro

“La Gaviota”: “Nostalgia en las paredes”

Lectura: 4 minutos

La Gaviota de Diego Del Río debe de verse por su economía de recursos escénicos, el sentido de cotidianidad, la resistencia de los actores por hacer una temporada diaria y, sin duda alguna, por la valentía de tomar un texto de este calibre.

 

Diego Del Río ama profundamente a los actores; este idilio es digno de reconocerse cuando en otras producciones la figura del director ve a estas criaturas como los “enemigos a vencer”. Del Río los re-conoce tan bien que en su versión de La Gaviota de Chéjov les quita el vestuario: actúan como se visten el día de la función con la consigna de resaltar su trabajo sin ningún artificio de por medio.

En el programa de mano, este director afirma: “Chéjov es teatro del actor y en esta puesta queríamos que no hubiera nada que nos distrajera de ellos y de su presencia”. Toda la producción chejoviana no sólo pone el acento en la actoralidad sino también en la forma de hacer drama.

Todas las líneas literarias confluyen para llevarnos a Shakespeare en el siglo XVI y XVII; se separan de nuevo para encontrarse con Antón Chéjov hasta el siglo XX. Estos autores son los dos grandes hitos de lo que entendemos como literatura dramática; hay un antes y después con cada uno de ellos. Sus partituras son dificilísimas para cualquier teatrero por la forma y el fondo; las exigencias técnicas y la carga afectiva; la economía y la precisión.

No obstante, la diferencia entre estos dos autores radica en que cualquier Shakespeare es a prueba de balas, una obra de Chéjov no. El peor montaje de un texto shakespeariano es reconocible a pesar y en contra de todo porque los personajes suceden a partir de la línea. La anécdota y la historia son reconocibles porque los parlamentos lo son.

Mientras tanto, para que una obra de Chéjov se pueda “leer” se tiene que acceder a la psicología de los personajes a pesar (y en contra) de los parlamentos. La influencia freudiana y nietzscheana hace del teatro de Chéjov una mirada a la vida interior de sus protagonistas.

En el caso particular de La Gaviota, Chéjov hace una obra para teatreros. En la superficie está el conflicto de una diva del teatro quien compite con su hijo primerizo en el oficio de dramaturgo para ganarse la aceptación y el reconocimiento; éste es el vórtice de amores no correspondidos, infidelidades, la vejez y la monotonía matrimonial.

Si seguimos rascando estas capas encontramos el corazón de la historia: el choque educativo y profesional entre las diversas formas de entender la actoralidad a finales del siglo XIX en Rusia. Arkádina, la consagración, y Kostia, la juventud, son los simbolismos de las arcaicas maneras de interpretación frente a toda la revolución que causó el método actoral de Stanislavsky en el Teatro de Arte de Moscú.

Cuando veo La Gaviota de Del Río encuentro estos simbolismos más grandes; hasta ciertas adaptaciones y agregados a los diálogos para hacerlos más evidentes. No sé si un público no teatrero pueda disfrutar la experiencia tanto como una persona que se dedica a hacer teatro. A pesar de esto, el lenguaje en esta versión es propicio para el público mexicano del 2015: los localismos no se sienten forzados y las referencias rusas pasan verosímilmente a nuestra realidad.

Aplaudo que en este montaje se necesiten de elementos mínimos de escenografía e iluminación. Esto habla de la experiencia de Diego Del Río como maestro de actuación para conducir a sus intérpretes a recrear imágenes a partir de la irradiación. También es reflejo de su oficio como director para no valerse de artificios obvios y gratuitos.

La relación espacial entre la escena y el público ayuda a crear un ambiente de intimidad propicio para contar esta historia de secretos familiares. Disfruto cuando puedo ver las miradas entre los personajes, sobre todo, en un texto donde todo depende de la vida interna que se cuela en los ojos de un actor.

Un acierto de esta “Gaviota” es que no se nota en ningún momento una solemnidad por tocar este tipo de textos. Hay muchos actores y directores que al sentir la carga titánica de Chéjov abordan el trabajo desde una extraña pesadez. Del Río entiende a estos personajes como personajes de la cotidianidad sin caer en el recato.

Lo único que no me dejó conectar fue el poco trabajo de contención emotiva de los actores. Chéjov requiere estados de ánimo, no alegorías de la emoción. Por momentos, esta nota de dirección de hacer tan evidente las emociones achata a los personajes; todas las dimensiones y matices se pierden. Se sacrifica más de la mitad de la vida interna de los personajes y esa riqueza detrás de los parlamentos se diluye.

Entiendo que están iniciando temporada y algunas cosas tomarán su rumbo con el paso de las funciones, sin embargo, veo un inconveniente ejercicio afectivo de los actores para la obra de Chéjov. Con quienes más conecté en la función fueron Blanca Guerra (¡qué colmillo para estar en escena!), Odiseo Bichir (nunca lo había visto arriesgando tanto), Mauricio García Lozano y Adriana Llabrés (sigo pensando que esta actriz es la mejor de su generación).

La Gaviota de Diego Del Río debe de verse por su economía de recursos escénicos, el sentido de cotidianidad, la resistencia de los actores por hacer una temporada diaria y, sin duda alguna, por la valentía de tomar un texto de este calibre. También celebro que su temporada sea de lunes a domingo, una situación nunca antes vista por mí en el Teatro de la Ciudad de México en los últimos quince años, y que sinceramente espero traiga consigo nuevas formas de producción para atraer más público a las salas.

La Gaviota. Foro Shakespeare
La Gaviota. Foro Shakespeare

****

“La Gaviota”

De: Antón Chéjov

Dirección y adaptación: Diego Del Río

Foro Shakespeare (Zamora 7, Colonia Condesa)

De lunes a sábado a las 20:30 hrs. y domingos a las 18:00 hrs.

Hasta el 8 de enero de 2016

@LaGaviotaMx

“Lo mejor del 2015 sobre las tablas”

Lectura: 3 minutos

La materia prima del teatro no es el actor, el espacio, el texto, sino la atención, la mirada, el escuchar, el pensamiento del espectador. El teatro es el arte del espectador”.

Eugenio Barba en “La Canoa de Papel”

 

“El credo que establecimos como artista y modelo era simple. Confío en ti. Confío en mí”.

Patti Smith en “Éramos unos niños”

La semana pasada di a conocer 13 categorías en donde se nombran entre siete u ocho nominados a los trabajos más sobresalientes del 1 de enero al 30 de noviembre del 2015 en el panorama teatral de la Ciudad de México. En esta entrega se mencionará el trabajo más destacado por cada grupo. Felicidades a todas las personas que se arriesgaron en subirse a un escenario, contar una historia y dejarse modificar por el otro. Dejar ser al otro. Dejar. Ser. Con el otro.

1) Mejor diseño sonoro:

  • Valeria Palomino – “El Último Teatro del Mundo”
  • Juan Carlos Ertze y Arturo Aguilar – “La Llamada”
  • Felipe Rico – “Antes de irme, el amor”
  • Rodrigo Espinosa – “La Belleza”
  • Miguel Jiménez – “Bule Bule El Show”
  • Madame Miniature – “Cuerdas”
  • Eduardo Gamboa – “Hamlet”

2) Mejor diseño de vestuario:

  • Teresa Alvarado – “La Dalia Negra”
  • Carlo Demichelis – “La Mujer Justa”
  • Rodrigo Muñoz – “La Belleza”
  • Mario Marín Del Río – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • Pilar Boliver – “Bajo la mirada de las moscas”
  • Ana López – “La Llamada”
  • Jerildy Bosch – “El Último Teatro del Mundo”

3) Mejor diseño de iluminación:

  • Matías Gorlero – “La Dalia Negra”
  • Ingrid Sac – “Constelaciones”
  • Víctor Zapatero – “La Mujer Justa”
  • Matías Gorlero – “Wit”
  • Mauricio Ascencio – “Bright Ideas”
  • Sebastián Solórzano – “El Último Teatro del Mundo”
  • Gabriel Pascal – “Él”

4) Mejor diseño de escenografía:

  • Sergio Villegas y Luis Lance – “La Dalia Negra”
  • Jorge Ballina y Fernando Feres – “Cuerdas”
  • Iker Vicente – “El Último Teatro del Mundo”
  • Laura Rode, David Lombrozo y David Ahedo – “Wit”
  • Gabriel Pascal – “La Belleza”
  • Jorge Ballina – “Constelaciones”
  • Mario Marín Del Río – “Hamlet”

5) Mejor Musical:

  • “La Llamada”. Producción: Claudio Sodi, Abe Rosenberg, Joseph Hemsani, Jacobo Márquez, María Inés Olmedo, Ana Bracho, Paula Sánchez Navarro y Andrés Tovar
  • “El Rey León”. Producción: Disney Theatrical Productions y OCESA
  • “Eres bueno, Charlie Brown”. Producción: Pepe Valdés y Leyenda
  • “Annie, Anita La Huerfanita”. Producción: Tina Galindo, Claudio Carrera y OCESA.
  • “Bule Bule El Show”. Producción: Daniel Delgado, Paola Mingüer, Diego Medel y Carlos Vidaurri
  • “El Último Teatro del Mundo” Producción: Oscar Carnicero y Alonso Pineda
  • “Zoot Suit”. Producción: Compañía Nacional de Teatro y Shelley Producciones

6) Mejor dramaturgia mexicana:

  • Reynolds Robledo – “Lobos por Corderos”
  • José Manuel López Velarde – “El Último Teatro del Mundo”
  • Sergio Zurita – “Antes de irme, el amor”
  • David Olguín – “La Belleza”
  • Antonio Vega – “El Síndrome Duchamp”
  • Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio – “Mi Querido Capitán”
  • Adrián Vázquez – “Wenses y Lala”

7) Mejor adaptación de obra extranjera:

  • Juan Ríos – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • Santiago Stephens – “Bright Ideas”
  • José Manuel López Velarde – “Constelaciones”
  • Fernando Bonilla – “No se elige ser un héroe”
  • Pilar Sánchez Navarro – “Bajo la mirada de las moscas”
  • José Caballero – “Romeo y Julieta”
  • José Sanchis Sinisterra – “Éramos Tres Hermanas”

8) Mejor actor de reparto:

  • Alex De La Madrid – “Lobos por Corderos”
  • Mario Alberto Monroy – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • José María Yazpik – “Cuerdas”
  • Rogelio Suárez – “Eres bueno, Charlie Brown”
  • Rodrigo Espinosa – “La Belleza”
  • Antón Araiza – “Bajo la mirada de las moscas”
  • Gerardo González – “First Date”

9) Mejor actriz de reparto:

  • Marina de Tavira – “La Mujer Justa”
  • Verónica Merchant – “No se elige ser un héroe”
  • Anahí Allué – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • Majo Pérez – “Bright Ideas”
  • Laura Almela – “Él”
  • Nailea Norvind – “Hamlet”
  • Mariana Garza – “Lobos por Corderos”

10) Mejor actor principal:

  • Pablo Perroni – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • Antonio Vega – “El Síndrome Duchamp”
  • Daniel Giménez Cacho – “Él”
  • Sergio Bonilla – “No se elige ser un héroe”
  • Damián Alcázar – “El Profesor”
  • Adrián Vázquez – “Wenses y Lala”
  • Alejandro Calva – “El tiempo se detiene”

11) Mejor actriz principal:

  • Mónica Huarte – “Constelaciones”
  • Arcelia Ramírez – “La Muerte y la Doncella”
  • Mariana Garza – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • Paloma Woolrich – “Wit”
  • Margarita Sanz – “El Juego de la Silla”
  • Laura Almela – “La Belleza”
  • Karina Gidi – “El tiempo se detiene”

12) Mejor dirección:

  • Alonso Íñiguez – “Bright Ideas”
  • Juan Ríos – “Sólo quiero hacerte feliz”
  • José Manuel López Velarde – “Constelaciones”
  • Enrique Singer – “La Mujer Justa”
  • Daniela Padilla y Reynolds Robledo – “Lobos por Corderos”
  • David Olguín – “La Belleza”
  • Fernando Bonilla – “No se elige ser un héroe”
  • Richard Viqueira – “Psicoembutidos”

13) Mejor obra de teatro:

  • “Sólo quiero hacerte feliz” de Alan Ayckbourn
  • “Constelaciones” de Nick Payne
  • “La Belleza” de David Olguín
  • “Él” de e.e. Cummings
  • “Lobos por Coderos” de Reynolds Robledo
  • “No se elige ser un héroe” de David Desola
  • “El Síndrome Duchamp” de Antonio Vega

Bibliografía:

Barba, Eugenio, La Canoa de Papel. Ed. Escenología. México, 1992.

Smith, Patti, Éramos unos niños. Ed. Lumen. México, 2012.

“Lo mejor del 2015 sobre las tablas”

Lectura: 3 minutos

A continuación, se mostrarán 13 categorías en donde se nombran entre siete u ocho nominados a los trabajos más sobresalientes del 1 de enero al 30 de noviembre de 2015 en el panorama teatral de la Ciudad de México. La próxima semana daré a conocer a los ganadores. A final de cuentas, éste es un pequeño homenaje a todas las personas que dieron vida a los teatros de la ciudad y se arriesgaron en contar historias con alma. Muchas gracias por tanto. Gracias.

1) Mejor diseño sonoro:

  • Valeria Palomino – El Último Teatro del Mundo
  • Juan Carlos Ertze y Arturo Aguilar – La Llamada
  • Felipe Rico – Antes de irme, el amor
  • Rodrigo Espinosa – La Belleza
  • Miguel Jiménez – Bule Bule El Show
  • Madame Miniature – Cuerdas
  • Eduardo Gamboa – Hamlet

2) Mejor diseño de vestuario:

  • Teresa Alvarado – La Dalia Negra
  • Carlo Demichelis – La Mujer Justa
  • Rodrigo Muñoz – La Belleza
  • Mario Marín Del Río – Sólo quiero hacerte feliz
  • Pilar Boliver – Bajo la mirada de las moscas
  • Ana López – La Llamada
  • Jerildy Bosch – El Último Teatro del Mundo

3) Mejor diseño de iluminación:

  • Matías Gorlero – La Dalia Negra
  • Ingrid Sac – Constelaciones
  • Víctor Zapatero – La Mujer Justa
  • Matías Gorlero – Wit
  • Mauricio Ascencio – Bright Ideas
  • Sebastián Solórzano – El Último Teatro del Mundo
  • Gabriel Pascal – Él

4) Mejor diseño de escenografía:

  • Sergio Villegas y Luis Lance – La Dalia Negra
  • Jorge Ballina y Fernando Feres – Cuerdas
  • Iker Vicente – El Último Teatro del Mundo
  • Laura Rode, David Lombrozo y David Ahedo – Wit
  • Gabriel Pascal – La Belleza
  • Jorge Ballina – Constelaciones
  • Mario Marín Del Río – Hamlet

 

5) Mejor Musical:

  • La Llamada. Producción: Claudio Sodi, Abe Rosenberg, Joseph Hemsani, Jacobo Márquez, María Inés Olmedo, Ana Bracho, Paula Sánchez Navarro y Andrés Tovar
  • El Rey León. Producción: Disney Theatrical Productions y OCESA
  • Eres bueno, Charlie Brown. Producción: Pepe Valdés y Leyenda
  • Annie, Anita La Huerfanita. Producción: Tina Galindo, Claudio Carrera y OCESA
  • Bule Bule El Show. Producción: Daniel Delgado, Paola Mingüer, Diego Medel y Carlos Vidaurri
  • El Último Teatro del Mundo. Producción: Oscar Carnicero y Alonso Pineda
  • Zoot Suit. Producción: Compañía Nacional de Teatro y Shelley Producciones

 

6) Mejor dramaturgia mexicana:

  • Reynolds Robledo – Lobos por Corderos
  • José Manuel López Velarde – El Último Teatro del Mundo
  • Sergio Zurita – Antes de irme, el amor
  • David Olguín – La Belleza
  • Antonio Vega – El Síndrome Duchamp
  • Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio – Mi Querido Capitán
  • Adrián Vázquez – Wenses y Lala

 

7) Mejor adaptación de obra extranjera:

  • Juan Ríos – Sólo quiero hacerte feliz
  • Santiago Stephens – Bright Ideas
  • José Manuel López Velarde – Constelaciones
  • Fernando Bonilla – No se elige ser un héroe
  • Pilar Sánchez Navarro – Bajo la mirada de las moscas
  • José Caballero – Romeo y Julieta
  • José Sanchis Sinisterra – Éramos Tres Hermanas

8) Mejor actor de reparto:

  • Alex De La Madrid – Lobos por Corderos
  • Mario Alberto Monroy – Sólo quiero hacerte feliz
  • José María Yazpik – Cuerdas
  • Rogelio Suárez – Eres bueno, Charlie Brown
  • Rodrigo Espinosa – La Belleza
  • Antón Araiza – Bajo la mirada de las moscas
  • Gerardo González – First Date

9) Mejor actriz de reparto:

  • Marina de Tavira – La Mujer Justa
  • Verónica Merchant – No se elige ser un héroe
  • Anahí Allué – Sólo quiero hacerte feliz
  • Majo Pérez – Bright Ideas
  • Laura Almela – Él
  • Nailea Norvind – Hamlet
  • Mariana Garza – Lobos por Corderos

10) Mejor actor principal:

  • Pablo Perroni – Sólo quiero hacerte feliz
  • Antonio Vega – El Síndrome Duchamp
  • Daniel Giménez Cacho – Él
  • Sergio Bonilla – No se elige ser un héroe
  • Damián Alcázar – El Profesor
  • Adrián Vázquez – Wenses y Lala
  • Alejandro Calva – El tiempo se detiene

11) Mejor actriz principal:

  • Mónica Huarte – Constelaciones
  • Arcelia Ramírez – La Muerte y la Doncella
  • Mariana Garza – Sólo quiero hacerte feliz
  • Paloma Woolrich – Wit
  • Margarita Sanz – El Juego de la Silla
  • Laura Almela – La Belleza
  • Karina Gidi – El tiempo se detiene

12) Mejor dirección:

  • Alonso Íñiguez – Bright Ideas
  • Juan Ríos – Sólo quiero hacerte feliz
  • José Manuel López Velarde – Constelaciones
  • Enrique Singer – La Mujer Justa
  • Daniela Padilla y Reynolds Robledo – Lobos por Corderos
  • David Olguín – La Belleza
  • Fernando Bonilla – No se elige ser un héroe
  • Richard Viqueira – Psicoembutidos

13) Mejor obra de teatro:

  • Sólo quiero hacerte feliz de Alan Ayckbourn
  • Constelaciones de Nick Payne
  • La Belleza de David Olguín
  • Él de e.e. Cummings
  • Lobos por Coderos de Reynolds Robledo
  • No se elige ser un héroe de David Desola
  • El Síndrome Duchamp de Antonio Vega

“Hotel Good Luck”: “El hechizo de la repetición”

Lectura: 3 minutos

Al ver Hotel Good Luck sólo me quedé pensando en la urgencia de contar historias mexicanas que empaticen con nuestra cultura. No es asunto nacionalista gratuito sino más bien de entablar una comunicación verdadera.

 

Por fin llega Hotel Good Luck para la carrera de Luis Gerardo Méndez. Después de haberse repetido en sus personajes durante cinco años consecutivos puede representar a alguien más que Javi Noble. En este montaje de Alejandro Ricaño se muestra como un actor solvente sin tampoco hacerle un “pollo con mole” por algo extraordinario.

Méndez es solvente y agradezco que esté al servicio de un texto congruente de principio a fin. Hotel Good Luck habla sobre cómo Bobby está condenado a vivir la muerte de sus familiares y gente cercana el mismo día al año; en medio de esta desgracia logra viajar a universos paralelos donde vuelve a ver a sus muertos con vida.

Ricaño traza el viaje de Bobby desde el horror a la muerte hasta su aceptación (y por qué no: reconciliación). No estoy vendiendo nada de la trama; el core de Hotel Good Luck está en cómo Bobby logra vencer sus miedos hacia lo finito. No me encanta la narraturgia del texto: prefiero mil veces ver la acción a que me cuenten esa acción.

Entiendo que éste es el estilo de Ricaño, sin embargo, pienso en cómo por momentos la historia pierde fluidez. A decir verdad, Hotel Good Luck se vuelve su siguiente gran paso desde Más pequeños que el Guggenheim; todo lo de en medio me parecía una búsqueda muy cercana al Guggenheim con varios elementos de sobra como pronunciamientos políticos y estructuras repetidas.

Ahora Ricaño se perfecciona con su Hotel… al ejecutar con maestría deliciosas formas abstractas sobre la muerte. No estoy seguro si los que aman con ciega fe el Club de Cuervos de Méndez les interese este tipo de experiencia escénica, no obstante, la historia vale la pena por el lenguaje, la estructura y los contrapuntos.

Hotel Good Luck. Teatro Milán
Hotel Good Luck. Teatro Milán

El mismo Ricaño dirige y me sorprende que haya una saturación de elementos en el montaje. Sus dos preocupaciones más grandes son el texto y el actor; cuando veo un sinfín de utilería y curiosos dispositivos escénicos sólo pienso en lo innecesario del asunto.

Ahora, por otro lado, la mirada comercial del proyecto considera a ciertas audiencias que necesitan ver “cosas pirotécnicas” para sentirse compensadas por el precio del boleto. O porque no conocen la trayectoria de Ricaño o, tal vez, sea su primera vez en el teatro. El montaje me dejó una sensación de atosigamiento y lo digo en el buen sentido de la palabra porque el personaje pasa por lo mismo.

La historia logra pasar y me parece que el público puede hacer un alto al trabajo, a los novi@s, a la familia, a los amigos, al dinero y preguntarse qué pasa si su vida se acabara en este momento. El trabajo actoral es preciso y eficaz; ni hace derroches ni hay carencias. Méndez tiene la fuerza para sostener este casi monólogo y me sorprendió no verlo usar sus mismos recursos de siempre. De hecho, se lo agradecí.

La comparsa que hace Méndez con Pablo Chemor, quien por momentos musicaliza en vivo y por otros hace un pequeñísimo personaje como el mejor amigo de Bobby, le viene muy bien al montaje porque en él recaen los grandes momentos de comedia. Todo el montaje es una digna experiencia escénica a secas; tal vez lo sobresaliente viene para Méndez y Ricaño en sus propias trayectorias.

Al ver Hotel Good Luck sólo me quedé pensando en la urgencia de contar historias mexicanas que empaticen con nuestra cultura. No es asunto nacionalista gratuito sino más bien de entablar una comunicación verdadera, un gusto continuo por ir al teatro y una posible industria. Porque sólo montar a Ricaño con un gran plan de marketing no basta.

Hotel Good Luck. Teatro Milán
Hotel Good Luck. Teatro Milán

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Hotel Good Luck

Escrita y dirigida por: Alejandro Ricaño

Teatro Milán (Lucerna 64, esquina Milán, colonia Juárez)

Viernes 20:00 y 22:00 hrs., sábados 19:00 y 21:00 hrs., domingos 18:00 y 20:00 hrs.

@inkTeatro

“La mujer justa”: “Punto muerto”

Lectura: 3 minutos

Este montaje tiene su éxito en la evolución de estilo de Enrique Singer y el trabajo actoral de todos los intérpretes. El espíritu del texto de Márai logra ser representado en el escenario.

 

Para el Centro Cultural del Bosque, La mujer justa es uno de los acontecimientos teatrales más importantes del año. La gente del gremio ve en Enrique Singer, director del montaje, un sello de garantía. La historia cuenta la vida de un hombre quien se relaciona amorosamente con dos mujeres; en diferentes momentos, en circunstancias contrastantes, la anécdota se adentra en la psique de este triángulo amoroso para retratar la fragilidad de nuestras relaciones y, sobre todo, la ineludible necesidad de ejercer poder sobre el “otro”.

Una esposa y la otra amante convertida en esposa, las mujeres son reflejo de las carencias de nuestro protagonista. La verdadera conexión surge mediante las frustraciones. La esencia de la novela de Sándor Márai nos deja con una reflexión casi existencialista al mirar el horror convertido en costumbre, silencios y dominación. Amar (¿?) se vuelve un punto muerto.

Para los tres personajes centrales, contestar a la pregunta de cómo llegaron a este espasmo emocional es imposible de responder aún cuando en algún momento tenían las decisiones claras. En ambas relaciones, la comunicación está rota y el desconocimiento personal se hace evidente con el paso de los años.

A nivel teatral, el montaje es alucinante por su capacidad de síntesis y resolución de transiciones con elementos mínimos. Singer pone toda la carne en el asadero para hacer de La mujer justa un ejercicio actoral sutil en la construcción de personaje y potente en la sensorialidad. Cada respiración, cada pausa, cada movimiento está hilvanado en una congruencia sobresaliente.

El trabajo de iluminación es uno de los más sobresalientes de los últimos dos años. Aplaudo a Víctor Zapatero, encargado de hacer la escenografía y de iluminar, quien logra atmósferas difícilmente inolvidables en la cabeza del espectador. Lo más emocionante de la plástica radica en que todos los actores parecen espectros que deambulan en un espacio interior sombrío así como los personajes abandonados a una suerte caprichosa y sin posibilidad de encontrar otro camino mejor.

Verónica Langer, quien interpreta a la primera esposa, da una cátedra de actuación. Su mayor logro es sacar a la luz del escenario las verdaderas motivaciones de un personaje subrepticio sin caer en lugares comunes. Juan Carlos Colombo, como el protagonista, es encantador. Su ritmo y el manejo de matices es resultado de una cocina actoral a fuego lento.

La participación de Tina French y Héctor Holten tienen brillantez en los momentos de humor involuntario. Me declaro un admirador absoluto de Marina de Tavira, quien hace la segunda esposa, porque logra conectar con el público de manera irremediable. Por primera vez, se conjuntó su experiencia y el personaje adecuado para hacer valer una técnica sofisticada. Cuando vean la obra, no se olviden de un momento donde ella está sola en el escenario y habla sobre su matrimonio: es uno de los momentos más estremecedores y mejor logrados que he visto.

La mujer justa tiene una fuerte debilidad en el texto. Por momentos resulta muy narrativo y empantana la acción dramática. El proyecto nace de una novela, sin embargo, la versión teatral cae en muchos momentos que merecen la pena ser vistos que narrados. La dirección de Singer y el grupo de actores desvanecen un poco estas inconsistencias.

Al final del día, este montaje tiene su éxito en la evolución de estilo de Enrique Singer y el trabajo actoral de todos los intérpretes. El espíritu del texto de Márai logra ser representado en el escenario; el público, al salir de la función, será empático con este laberinto de emociones que no tienen salida y donde todos nos hemos perdido alguna vez.

La mujer justa. Sala Xavier Villaurrutia.
La mujer justa. Sala Xavier Villaurrutia.

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La mujer justa

De: Sándor Márai

Versión teatral: Hugo Urquijo y Graciela Dufau

Dirección: Enrique Singer

Sala Xavier Villaurrutia (Centro Cultural del Bosque. Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n Metro Auditorio)

Miércoles, jueves y viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs., domingos 18:00 hrs.

“First date”: “La primera cita nunca se olvida”

Lectura: 4 minutos

No todo lo que se hace en Broadway es increíble (¿y si nos ponemos a escribir nuestros propios musicales?).

Ciudad de México.- La mayor sombra de First Date es una historia insulsa e insuficiente. Con el formato de musical, se cuenta la historia de un hombre y una mujer que tienen una cita a ciegas; la cena está repleta de motivos, encarnados en diferentes personajes dentro de la cabeza de cada uno de los comensales, para aferrarse a una relación superficial y efímera. Los protagonistas, al congelar la acción, deliberan con estos “fantasmas” personales el curso de la cita.

La anécdota la hemos visto millones de veces en telenovelas, películas y obras de teatro sólo que en esta ocasión de forma reduccionista. Todos los personajes son unidimensionales y, por momentos, no generan algún tipo de empatía. La resolución del conflicto está armada para preparar momentos melodramáticos a la menor provocación sin vínculo claro con la premisa.

Hay ciertas referencias en la adaptación que sólo tienen sentido para el público de Broadway (que es donde nació). No dejo de reconocer ciertos episodios simpáticos por lo reconocible de la situación en la cotidianidad, sin embargo, la unidad se pierde y no percibí una clara dirección del espectáculo. En Broadway este trabajo no lo logró salvar ni el talento extraordinario de sus protagonistas, Zachary Levi y Krysta Rodríguez, y ni sus esbozos de hablar del amor en tiempos posmodernos.

First date. Centro Cultural Teatro 2
First date. Centro Cultural Teatro 2

El montaje hace más grande estas carencias cuando se decide hacer en un espacio enorme que aleja al espectador de la acción escénica. Si a todas luces la anécdota da la sensación de intimidad, la idea de amplificar se vuelve un estorbo. La escenografía que trata de llenar ese espacio inmenso vuelve a los actores pequeños e intercambiables por cualquier elemento de producción.

Yo estaba en las primeras filas del espectáculo (no pasaba de la cuarta) y me parecía estar en la última. El planteamiento escenográfico que trata de recrear un restaurant de tres pisos hacía más complicada la conexión con la obra porque visualmente es muy difícil de seguir: hay una carencia de puntos focales y saturación de distractores.

Los musicales tienen sentido cuando las canciones y la historia trabajan en sintonía a favor de la anécdota. Es más, he visto casos donde, a pesar de un débil planteamiento dramático, si se tienen canciones brillantes se puede medianamente salvar el show. First date no logra afianzar al conflicto además de no tener ninguna canción entrañable.

Hay serios problemas en el ritmo que se hacen más evidentes por trazos escénicos innecesarios para darle peso al enorme aparato escénico. La dirección parece no tener oficio en hacer musicales y los actores no están emparejados en el tono. Gloria Aura, la protagonista de la obra, hace su mejor esfuerzo por sacar chispas a un personaje sombrío; después de su participación en Los Locos Addams la veo como una “estrella” del género, sin embargo, en este proyecto está navegando contra corriente.

First date. Centro Cultural Teatro 2
First date. Centro Cultural Teatro 2

Mark Tacher, el galán de la cita, tiene carisma pero no tiene el entrenamiento para hacer musicales. Fernanda Borches se defiende con una sólida técnica pero después de tres montajes seguidos con su acento argentino me empiezo a preguntar si es conveniente mantenerlo. Para María José Brunet y Mario Sepúlveda este proyecto es otro ejemplo de su experiencia y profesionalismo para sacar a flote el barco (¡es hora de darle un protagónico a estos dos!).

El único actor que tiene los pocos momentos divertidos y brillantes de First Date se llama Gerardo González. Su trabajo es a prueba de balas y se le nota un colmillo enorme en el escenario (como para lidiar con un texto tan escaso). Aplaudo su interpretación como el mesero porque él es el único que tiene la energía necesaria y la proyección escénica de un musical. Si First date merece ser visto es por su participación y conexión con el público.

Hay serios problemas de audio y de iluminación; se debe en gran medida al descuido en el mantenimiento del Centro Cultural Teatro 2. Desde que OCESA lo dejó de operar el espacio está venido a menos: sucio, con los baños hechos un desastre y la sala cayéndose a cachos. Tal vez todo esto le esté pegando al elenco porque la energía está desmayada.

Ojalá First date pueda recomponerse en el camino (lo que se pueda) y conectar con la audiencia. No obstante, aquí hay dos grandes temas sobre la mesa: 1) si el musical es el género más rentable en México ¿qué tanta infraestructura tenemos para trabajar sin la supervisión extranjera de una franquicia?; 2) no todo lo que se hace en Broadway es increíble (¿y si nos ponemos a escribir nuestros propios musicales?).

First date. Centro Cultural Teatro 2
First date. Centro Cultural Teatro 2

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First date

De: Alan Zachary, Austin Winsberg y Michael Wiener

Dirección: Sebastián Sánchez Amunátegui

Centro Cultural Teatro 2 (Avenida Chapultepec y Avenida Cuauhtémoc, delegación Cuauhtémoc)

Viernes 19:30 y 21: 30 hrs., sábados 19:00 y 21:00 hrs., domingos 18:00 hrs.

“Extraños en un tren”: “Obsesión de sangre”

Lectura: 2 minutos

Extraños en un tren es la obra ideal para atraer a un público numeroso y poder comprometerlos con otras experiencias teatrales.

 

El productor Sergio Gabriel tiene el ojo para encontrar al actor detrás del ídolo y aprovechar su fama como gancho publicitario. Esta vez se arriesga con Extraños en un tren, la versión teatral de la película de Alfred Hitchcock y de la novela de Patricia Highsmith (ambas con el mismo título).

Es uno de los espectáculos más sorprendentes de toda la temporada. En primer lugar porque aborda uno de los géneros dramáticos poco abordados en México: la tragicomedia. La historia es la siguiente: Carlos Bruno conoce a Paul Heines en un tren y se obsesiona de tal manera con él que es capaz de matar a su esposa para iniciar una relación de (auto) destrucción.

El tema es la obsesión. Carlos Bruno representa ese amor emparentado más con el deseo y la compulsión que arruina la vida del héroe Paul Heines. El vínculo trágico de los dos personajes los orilla a revelar sus principales miedos y sus peores formas de dominación.

Tanto en el trabajo de Highsmith y Hitchcock se deja entrever una tensión homosexual (el escándalo de estas dos obras en su tiempo se debe a esta razón), sin embargo, la obra supera esta posible interpretación para hablar de las relaciones humanas como un juego de poder y posesión.

La versión teatral es impecable. Para el público se vuelve interesante la experiencia porque trata de descubrir en los personajes, las escenas y los parlamentos el gran secreto que esconde la historia. Toda la estructura provoca interés porque poco a poco se complica el estado emotivo de Bruno y Heines y nos acerca más a descubrir la gran verdad.

La dirección de Manuel González Gil se preocupa por conducir a los actores hacia una caracterización en los mínimos detalles corporales y vocales. Se ve una interesante propuesta de relación entre todos los personajes. El ritmo se logra y la atmósfera recreada se acerca al suspenso. El mayor logro del montaje es aterrizar en un final poderoso que no se puede lograr sin las dos horas anteriores de un justo trabajo energético.

Los distractores para seguir la acción son la música y la escenografía. Hay ciertos momentos que tienen la fuerza necesaria para impactar al público, sin embargo, con la musicalización llegan a ser cómicos de manera involuntaria. La escenografía descontextualiza el ambiente de Estados Unidos a mediados del siglo pasado; el montaje necesita estar más apegado al realismo y menos a una versión conceptual.

Extraños en un tren es la obra ideal para atraer a un público numeroso y poder comprometerlos con otras experiencias teatrales. Sergio Gabriel vuelve a tener el ojo para formar a su elenco y contar una historia que está a la altura de los gustos, las expectativas y la oferta mediática.

Extraños En Un Tren. Telón SOGEM Wilberto Cantón
Extraños En Un Tren. Telón SOGEM Wilberto Cantón

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Extraños en un tren

De: Craig Warner

Dirección: Manuel González Gil

Telón SOGEM Wilberto Cantón (José María Velasco 59, colonia San José Insurgentes)

Jueves 20:30 hrs., viernes 21:15 hrs., sábados 19:00 y 21:00 hrs., domingos 19:00 hrs.

“Él”: “Creator Spiritus”

Lectura: 4 minutos

Él hizo estremecer mi entraña y todavía no me recupero del golpe. Pienso, siento y revivo cada imagen y entro en un placentero laberinto.

Ciudad de México.- Él. Giménez Cacho. Él. Almela. Daniel y Laura trabajan con el sudor de su frente para honrar la memoria de Cummings. Ya lo habían hecho antes con Shakespeare y Scola; ahora prefieren ser guiados por este gringo que nunca tuvo miedo de romper las pautas y las letras. Él de Cummings es reinterpretado por la dupla Daniel Giménez Cacho-Laura Almela más uno: Rodrigo Espinosa. Necesitaban a un músico, a un actor, a otro loco como ellos capaz de respirar a su ritmo y optar por la experimentación.

Cummings murió en los sesenta y se adelantó a todos los movimientos de ruptura de esta década. Estuvo cinco, diez, tal vez quinientos pasos adelante de la Era de Acuario, el feminismo de las jóvenes que usaban la píldora anticonceptiva, las marchas políticas de los universitarios y hasta de la reinterpretación del arte de Warhol. Pisó callos con todo su trabajo, no sólo porque se burlaba de los doctos modelos creativos, sino porque apelaba a una expansión de la conciencia.

Sus ensayos, poemas y obras de teatro no querían seducir a la razón con argumentos acomodaticios sino querían ofrecer una experiencia estética en sí misma. Forma y fondo en un perfecto equilibrio. Una especie de yin y yang literarios capaces de cuestionar, renovar y transformar. El trío Almela-Cacho-Espinosa lo sabían y lo saben al momento de tocar Él. No podían estar alejados de su efecto transgresor en el papel.

Y así, con esta consigna, nos reciben en el escenario con unos ojos enormes como los de las pinturas sesenteras de Margaret Keane. Unas cuencas desorbitadas le pertenecen a cuerpos en movimiento de jazz, R&B y pop. Enormes espejos reflejan la imagen de la conjunción del escenario y el público. Ruido. Espinosa toca la batería, Cacho simula un maniquí con sutiles rasgos de animación y Almela acaricia un dildo. Ruido.

La estampa de inicio es perfecta para sugerir lo que verá el público. Él lo puedo definir como un videojuego (ojalá a Cummings le haga gracia esta analogía): en un primer nivel vemos a un matrimonio roto; el sexo se pudrió y las buenas costumbres de la clase media mantienen unidas las heridas de ella y él y él. Sentí la presencia de un amante, del otro, de la infidelidad capaz de troquelar el amor con la culpa. Monogamia. Ruido. ¿Monogamia?

Él siente y no dista mucho de lo que siente Ella y el otro Él. No existen diferencias reales entre el universo masculino y femenino. Ambos forman una compleja unidad. La sociedad insiste en desarraigarlos a través de palabras, gestos y pensamientos. La palabra Él no significa nada sin Ella. Son palabras, no realidad.

Cuando el público recibe este primer golpe de adrenalina, se le permite el acceso al segundo nivel: el acto creativo. ¿Quién manda en la creación: el creador o su obra o las musas? ¿Cuánto dolor se debe de poner en el tributo a la gestación del arte? ¿Cuántas muertes (sociales) dictamina la creación? Ruido. Almela la mujer-esposa- cómplice prefiere reír y llorar; Cacho el hombre-creador-trabajador prefiere callar y seguir escribiendo una obra; Espinosa el hombre-amante-inspiración necesita tocar la batería.

Él. Teatro El Milagro.
Él. Teatro El Milagro.

Cada palabra es un golpe a los sentidos y a la conciencia. Trato de recuperarme y, súbitamente, llego al tercer y último nivel: el arte. Mucho ruido. Cummings plantea la experiencia artística como un cuerpo, al más puro estilo religioso, con las raíces propias del ritual en sociedades tribales. Llego a la frontera entre la realidad y la ficción y me enfrento a un monstruo de mil cabezas llamado “existencia”.

Él no necesita de la lógica lineal para sacudirnos. Tampoco de una anécdota o de una estructura aristotélica. La palabra se vuelve arma y destino. Un discurso intelectualizado nos hace bromas desde formas de expresión sofisticadas. Y siento la necesidad de leer el texto en papel pero no puedo despegar mis ojos y oídos de este trío en el escenario.

Conmueven, accionan y revelan. No tienen desperdicio alguno de la experiencia teatral; sudan, lloran, bailan. La imaginación los sustenta y la oposición de ritmos los hace navegar por las inquietantes preguntas de Cummings. El cuerpo y la voz están cargados de la sabiduría que sólo los años, el oficio y el riesgo pueden dar.

Nunca pensé ver a Cacho y Almela en un ejercicio actoral tan arriesgado como éste; ya el trabajo con Shakespeare y Scola los sacudía, sin embargo, Él no tiene precedentes. La inclusión de Espinosa hace explotar la cabeza del espectador; aplaudo el olor a peligro en cada secuencia: los intérpretes nunca están cómodos y transitar de un parlamento a otro es un acto de equilibrismo puro. Se nota el alma joven de los tres; son dignos emblemas de esas familias, a las que pertenece Mick Jagger o Bob Dylan, que entre más años se vuelven más agudos, vivaces, vibrantes (en comparación de muchos actores jóvenes en años incapaces de arriesgar en su oficio).

Él hizo estremecer mi entraña y todavía no me recupero del golpe. Pienso, siento y revivo cada imagen y entro en un placentero laberinto. Ruido. Este montaje lo llevaré en mi corazón amén de ser el único trabajo del año con los testículos suficientes para desafiar la oferta y verdaderamente llevar la experiencia teatral a su límite. Esto es vanguardia y renovación hecha en México (hasta se inflamó mi espíritu patriotero).

Cummings debe sentirse satisfecho por la reinterpretación de su obra. El maestro (de corazón) de Cacho-Almela, Margules, también. Almela, Cacho y Espinosa hacen vibrar el escenario cada noche; caen al abismo y el público no puede hacer otra cosa que quedar fascinados. Ruido. Él. Hombre y mujer. Él. Unidad. Fascinación. Silencio.

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Él

De: E.E. Cummings

Dirección: Laura Almela y Daniel Giménez Cacho

Teatro El Milagro (Milán 24, colonia Juárez)

Jueves y viernes 20:30 hrs., sábados y domingos 19:00 y 21:00 hrs.

@TeatroElMilagro