Sinopsis:
Una familia, después de vivir un acto sumamente violento, se reintegra a la cotidianidad. Cada uno de los integrantes al sanar las heridas (por ejemplo, el hijo menor dejó de hablar desde el evento traumático) se convertirá en un desconocido para las personas más cercanas y surgirán cuestionamientos acerca de qué es lo que los une y los separa.
Hay tres cosas que quisiera destacar del trabajo de “Sonámbulos”: 1) La definición de estilo de escritura de Reynolds Robledo. En la tribu teatral de este país, a todo mundo se le vuela la peluca al escuchar la palabra “melodrama” (aunque sea el género por excelencia de México). Entiendo este prurito si tenemos el referente de telenovelas cutres o las actuaciones falsísimas con las que se quiere interpretar el género. No obstante, el escritor lo plantea con muchísima dignidad.
Hay una honestidad al trabajar este tipo de estructuras y personajes; agradezco esa desfachatez del trabajo sin pretender ser más de lo que es. Si yo comparo “Lobos por corderos”, su proyecto del 2015, con “Sonámbulos”, en este último se nota una evolución al hacer más efectiva la síntesis dramática y dialogación.
Por otro lado, y esto lo remarco con letras de oro, se nota a kilómetros de distancia un texto de Reynolds. Esto sucede muy poco en el teatro, de por lo menos los últimos diez años, porque no hay continuidad en la vida profesional de los dramaturgos mexicanos (a menos que seas becado o una estrella de la escritura todo mundo emigra a otros medios porque el dinero es escaso en el teatro), se compran/hacen obras extranjeras o se tiende a la compulsiva experimentación literaria sin ton ni son.
El estilo de Reynolds radica en saber cuáles son sus obsesiones: crisis familiares, la culpa, los secretos tóxicos, el autocastigo. Para muchos sería una repetición de sí mismo, irse a una fórmula segura ante el éxito de proyectos pasados; para mí es la búsqueda de una voz y eso merece todo mi respeto. Este universo personal, con cada nueva historia, con cada nuevo personaje, se vuelve más sofisticado y adquiere profundidad para manifestarse.
No sólo el estilo viene de los temas sino también de su empatía con las audiencias actuales y esto genera una visión contemporánea (me gustaría decir juvenil) del fenómeno teatral. Nos guste o no la televisión nos (¿mal?)acostumbró para ver y escuchar historias; estamos más familiarizados a su ritmo, tiempos y contundencia. Se nota que Reynolds trabajó para la televisión porque sus estructuras le dan al clavo en las competencias comunicativas de espectadores multimediáticos.
2) El equipo de primera división en la producción. Muy pocas veces podemos ver juntos, en la cancha de actores, a Mónica Dionne, Hernán Mendoza y Paloma Woolrich. Ingrid Sac en la escenografía e iluminación garantiza una manufactura impecable (a pesar del espacio tan pequeño en La Teatrería le saca partido a todo lo posible). Juan Manuel Torreblanca en la música original es la cereza del pastel. Y me quedo corto porque no tengo el espacio para dar crédito (y alabanzas) a cada uno de los integrantes de la compañía.
La conformación de este proyecto es una cátedra para cualquiera que se quiera arriesgar a producir teatro. “Sonámbulos” es un síntoma de la evolución del quehacer teatral a pesar de las (múltiples y vigentes) carencias, adversidades, baches e irregularidades que se puedan vislumbrar en el panorama.
También La Teatrería se anota una palomita en su lista de montajes al acobijar “Sonámbulos”. No hay mejor lugar para presentar esta obra porque su audiencia es la que atrae este foro. Para la compañía como para el recinto es una relación ganar-ganar en cuanto al prestigio y reposicionamiento.
3) Reynolds Robledo va en un franco crecimiento como director. Celebro que tenga el tesón para defender sus proyectos y se arriesgue a encabezar la visión creativa de este montaje precisamente por el carácter tan personal de sus historias. Tiene más herramientas para guiar a sus actores y una forma de matizar mucho más interesante en comparación de experiencias pasadas.
Me pasé exactamente cuatro noches en descubrir por qué al final de “Sonámbulos” tuve una sensación de incertidumbre. La primera razón viene con el uso de la música como transición entre escenas; confieso que me encanta la selección de temas (cuando aparece “I loves you, Porgy” de Nina Simone es un momento prodigioso) pero hay un uso excesivo de ellos. El interés por seguir conociendo esta familia y su circunstancia se frena; con las canciones se logran grandes momentos estéticos pero poco efectivos para el desarrollo de la historia.
Lástima, en este punto no puedo ahondar porque hay spoiler, sin embargo, haré mi mejor esfuerzo. Me refiero a la construcción del personaje de la hija, Sara: si yo veo su arranque y desenlace hay algo disonante entre ellos. El problema radica en que desde la dramaturgia, dirección y propuesta actoral el conflicto de esta mujer está reducido ante la magnitud de su circunstancia.
Ana González Bello, la actriz, tiene los recursos necesarios para esponjar eso que ya tiene aunque le convendría empezar desde otro lugar mucho más complejo; la escena entre los dos hermanos tiene esa profundidad necesaria desde un principio.
Y, precisamente, esto me lleva a hablar del final. Hace falta un do de pecho en la última escena; y aquí la razón obedece a un manejo energético de los actores. A lo largo del montaje hay más picos de energía que en el cierre y es aquí donde debería de estar el punto más alto de intensidad (tal vez sería mayor trabajo de contención) porque implica la liberación del conflicto principal. Y esto modificará la atmósfera de la escena.
Sin duda alguna “Sonámbulos” se debe ver. Es un canto al verdadero amor, a aquél que sucede en la oscuridad y se afianza ante cualquier pronóstico así como dice Nina Simone en “I loves you, Porgy”: “If you can keep me, i wanna stay here with you forever and i´ll be glad”. Así como Reynolds afianza su amor al teatro para reencarnar.
Traspunte 1
¡Qué actriz tan poderosa es Mónica Dionne! ¡Y en “Sonámbulos” se luce como nunca!
Traspunte 2
¿Por qué en el Centro Cultural Helénico ya no hay un programa de mano para cada obra? ¿Por qué sólo dan un programa con la cartelera colectiva?
“Sonámbulos”
Dramaturgia y dirección: Reynolds Robledo
La Teatrería (Tabasco 152, Colonia Roma)
Lunes y martes 20:30 hrs.
@sonambulosmx