Sociedades del Siglo XXI

Alegría del futbol para mitigar tensión pandémica

En distintas partes del planeta se han reiniciado competiciones futbolísticas con la continuación de distintas ligas domésticas, después del “parón” forzado por la pandemia de la COVID-19. México se une a la danza deportiva con la denominada “Copa por México”, con cuatro clubes –Tigres, Cruz Azul, América y Chivas del Guadalajara– que buscan a media semana llegar a la gran final que se disputará el domingo 19 de julio.

En un principio, es importante destacar que tanto las actividades religiosas intramuros y recintos religiosos se han realizado a través de circuitos de plataformas digitales, además del arte y las diversas manifestaciones culturales fueron observadas a través de millones de pantallas electrónicas-cibernéticas interconectadas. Estas prácticas han mitigado durante este 2020, el sufrimiento humano producto de la “furiosa tormenta” a la que sea visto expuesta la humanidad debido al coronavirus que ha sembrado zozobra, confusión e incertidumbre a escala global.

En segundo lugar, el hecho de que se retomen las actividades deportivas progresivamente en los distintos escenarios –aunque sin público y claramente con estrictas medidas de bioseguridad– es un indicativo de que el deporte del futbol funciona como una especie de analgésico que canaliza las sensaciones que inquietan a muchedumbres que ven en él un sano entretenimiento para afrontar agobiantes rutinas socio-laborales.

pandemia futbol
Ilustración: Nick Iluzada.

Ya lo patentizó el extinto escritor español José Luis Sampedro, al afirmar que “el culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie”. En ese sentido, pienso que la sana distracción proporcionada por el futbol ha servido y puede ayudar a “desconfinar” viejas rivalidades tanto entre personas como entre países, así como todas aquellas nocivas prácticas de segregación y racismo (de ahí que en este tercer milenio haya recurrencia en los estadios de promoción y fomento antirracismo, etcétera).

Es loable ver que a través del movimiento e impulso de un balón y las distintas destrezas y habilidades demostradas en las canchas por futbolistas, ávidos por producir emociones, se puede regenerar de una u otra forma el entusiasmo de un pueblo –aficionado a este deporte– como el mexicano, que lastimosa y tristemente se ha visto en este en este mes de julio entre las naciones más afectadas por esta contingencia sanitaria, que ha “desnudado” sin lugar a dudas, la fragilidad y vulnerabilidad de nuestra raza humana.

Ya lo había reconocido en el reciente mayo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el escenario del cónclave internacional de la salud al aceptar que “a pesar de todo el poder económico, militar y tecnológico de las naciones, hemos sido humillados por este pequeño microbio. Si #COVID19 nos está enseñando algo, es humildad”.

futbol pandemia
Ilustración: Ben Jennings.

Por otra parte, es importante que la labor deportiva futbolística se reactive gradualmente porque es una fuente sustancial de micro y macro ingresos para importantes núcleos y segmentos poblacionales en donde se practica este deporte (ya sea desde la mercadotecnia deportiva, hasta los trabajadores del sector informal que se ven “bendecidos” en tiempos de gestas futbolísticas).

En definitiva, pienso que el relajamiento producido por el futbol es una necesidad en nuestro momento histórico, en un mundo devastado por la soledad y ansiedades, pero que con base en la esperanza de un porvenir brillante, se mantiene y mantendrá en pie, a pesar de los nubarrones que han ensombrecido el horizonte.

Posdata: Para dimensionar el impacto socioeconómico del llamado “deporte rey”, de acuerdo al artículo “El futbol: una industria que mueve”, publicado en junio 2017 en el portal Identidad 21, América Latina representaba en ese entonces el 6% del mercado de eventos deportivos a nivel mundial, equivalentes a 4.5 billones USD, “de los cuales 4 billones USD se encuentran conectados con el futbol”.  


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La violencia no entiende de cuarentenas

En estos días, nuestra región ha sufrido varios episodios desafortunados y penosos hechos de violencia criminal de alto impacto contra los ciudadanos de distintas facciones sociales. En la Ciudad de México, por ejemplo, el atentado contra el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), Omar García Harfuch, el pasado 26 de junio. Por otra parte, el asesinato este 1º de julio de German Vallecillo Jr. y Jorge Posas, trabajadores de la comunicación periodística en la atlántica ciudad hondureña de la Ceiba, estremece los cimientos propios de la libertad de expresión y de prensa.

En un principio, es necesario mencionar la paradoja existente entre el confinamiento al que han sido sometidos amplios sectores de nuestros países –gente honesta y trabajadora– pero se observa a través de estos eventos que los delincuentes no descansan en sus cavilaciones, y se comprueba que al margen de la ley se han saltado las disposiciones legales para causar daño.

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Ilustración: iStock.

Aquí habría que preguntarse qué papel juegan los sistemas de inteligencia y de seguridad para anteponerse a hechos de esta naturaleza. ¿Es necesaria una mayor proactividad de los órganos de seguridad de nuestros países? Debido a la corrupción, ¿habrá fuga de información desde las centrales de inteligencia que permita a los delincuentes facilitar el camino para llevar a cabo estos abominables ataques? Sin lugar a dudas, estas interrogantes ameritan un debate amplio –que permita trabajar bajo una mirada interdisciplinaria– en torno al tema de seguridad ciudadana, la cual se ha visto seriamente afectada de manera mayúscula en este tercer milenio y ello ha minado la confianza que desde nuestros entramados sociales se tiene en los cuerpos del orden.

Es impresionante que no solamente nos enfrentamos a un virus inmaterial, sino también al “virus de la violencia”, que se inocula en personas de diversos estratos sociales, moviéndose en las líneas oscuras de la indecencia y al margen de la ley. Producto quizás de sentirse atacadas en cuanto al desarrollo de sus actividades ilícitas.

A casi cuatro meses de una cuarentena obligada, es preocupante observar cómo el cansancio del encierro se ha visto explosionado a través de estos fortuitos eventos violentos en el espacio público. A mi parecer, la violencia surge a raíz de la imposibilidad humana de alcanzar acuerdos y consensos, pues las visiones contrastadas de lo que es bueno y útil –visto siempre desde la legalidad– en muchas ocasiones trastocan intereses que benefician a pocos, pero que afectan la gobernabilidad y la paz de nuestras sociedades.

violencia cuarentena
Ilustración: Collaborative.

En definitiva, la moraleja en estos asuntos es que hace falta un incremento en la labor preventiva policial que permita garantizar que exista una mayor presencia de personas que transitan en los caminos de la licitud en nuestras calles –obviamente bajo los más estrictos protocolos de bioseguridad, producto de la actual pandemia sanitaria–, así como potenciar la capacidad indagatoria y anticipatoria de personas y grupos que alteran el orden y la legalidad. 

Posdata: De acuerdo al Índice de Paz México 2019, el año anterior la violencia en el país norteamericano generó un costo económico 5,16 billones de pesos –equivalente al 24% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional–. Entretanto, de acuerdo a una reciente investigación del Fondo Monetario Internacional socializado en el presente año, afirma que el costo económico de la violencia en Honduras corresponde al 16% de su PIB (mismo porcentaje corresponde a El Salvador). Es en estos países del triángulo norte centroamericano (Guatemala sufre 7% del costo económico producto de la violencia) donde los embates de una violencia entronizada en el tejido social, perdura a través del tiempo con secuelas emocionales negativas para sus residentes. 


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Liderazgo para gestionar el bienestar global

A partir de este miércoles 17 de junio México inicia la ruta formal y vinculante que lo convierte como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Durante 2021 y 2022 el país norteamericano será el representante selecto de la región latinoamericana en el cónclave que busca gestionar los conflictos armados internacionales. Después de diez años, México busca profundizar en la gestión del cambio que coopere a la reforma de esta comisión élite de la ONU a través de la promoción de nuevos mecanismos de participación y votación.

En un principio, se me ocurre pensar que no es justo que cinco potencias permanentes, Francia, China, Estados Unidos, Rusia y Reino Unido, decidan sobre los grandes asuntos humanos –lo cual es irónicamente antidemocrático y “atenta” contra la igualdad humana–, y quiérase o no, se ha observado en este siglo, por ejemplo, la falta de soluciones adecuadas a conflictos desgarradores como el sirio, libio, etcétera.

Es importante resaltar la importancia geoestratégica y política de México en el orden internacional, lo cual “legitima” su incorporación al debate relativo a la desactivación de los grandes problemas de conflictividad global, que a mi parecer se mantienen debido a que imperan criterios de “hacer valer” ciertas nociones ideológicas sobre otras que tienen un menor peso geopolítico, y que en consecuencia imposibilita la rúbrica de acuerdos universales.

mexico en la onu
Fotografía: Yucatán a la mano.

Vemos ejemplos claros en nuestros países como la inacabada desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las cuales quiérase o no y paradójicamente han creado “sufrimientos” a sectores marginados rurales por quienes dicen “levantar” las banderas de la sublevación en contra del sistema. Es el caso también del levantamiento armado en 1994 de los pueblos indígenas mexicanos en Chiapas en la exigencia de condiciones de vida dignas. 

Ciertamente, los avances científicos y tecnológicos han aportado “tibiamente” a la mejora progresiva en las condiciones de vida de nuestros sectores marginados, tanto en el campo como en la ciudad, debido a que solamente algunos sectores pueden acceder a los mismos. Por eso, es importante buscar el impulso de acuerdos desde instancias como el Consejo de Seguridad de la ONU, que interiorice la lucha global contra “epidemias” locales como la segregación, la desigualdad y la opresión como células replicadoras del descontento popular.

En segunda instancia, creo que éste es un momento “propicio” –y creo que así lo han entendido 187 de 192 representantes que han apoyado a México–para relanzar un nuevo liderazgo que permita reposicionar los valores, culturas e identidades de nuestros países a fin de incursionar en un mercado global de identidades, lo cual a la postre debería potenciar los diversos intercambios interpaíses.

bienestar global
Ilustración: Raquel Moreno.

Ahora bien, si algo ha caracterizado a la diplomacia mexicana en la historia contemporánea es aquella que busca la paz a través de la mediación y el diálogo para encontrar posturas comunes a desafíos de diversa índole que afectan la sana convivencia y el desarrollo democrático de nuestros ciudadanos –debido a retos tan disimiles como terrorismo, narcotráfico, corrupción institucionalizada, etc.–. Ya lo subraya el embajador mexicano en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, para quien su lógica de acción está cimentada en pilares básicos como: la resolución pacífica de conflictos, la autodeterminación de los pueblos, la lucha contra la desigualdad, y la regulación de armas.

En conclusión, la tarea mexicana en este escenario global debe ir enfocado a las necesidades de resignificar las labores de acción “sobre el terreno” de las actividades de instancias como la ONU, al buscar sobre todo la desideologización de las iniciativas impulsadas en procura de dar respuestas acertadas a problemas de complejas y diversas raíces socioculturales de nuestro mundo.

Posdata: El Consejo de Seguridad de la ONU fue fundado en 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Ésta es la quinta ocasión que México ocupa un sitial como miembro no permanente en la asamblea. Ya lo había hecho durante los períodos: 1946; 1980-81; 2001-02; y 2009-10. En 1982 el entonces embajador Alfonso García Robles fue premiado con el Nobel de la Paz por trabajar en la negociación del desarme nuclear.


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Erradicar el virus del racismo: meta humana impostergable

Las escalofriantes imágenes captadas en cámara –y que contradicen versiones originarias de los agentes del orden– en la localidad de Powderhorn, Minneapolis (Estados Unidos), en donde se observa la letal agresión de uniformados policiales en contra del afroamericano George Floyd el pasado 25 de mayo, ha desencadenado desde entonces en una serie de protestas en varias ciudades en diversos países del mundo, así como la condena de líderes de la sociedad civil y representantes de organismos como el Alto Comisionado de la ONU, cuya máxima representante Michelle Bachelet instó al país norteamericano a tomar “medidas serias” para poner fin a estos asesinatos.

En un principio, creo que la animadversión hacia “el otro” inicia desde el mismo momento en donde no nos damos la “oportunidad” de empatizar con historias de vida particulares, lo cual a la postre contribuye a generar estereotipos y “marcar” una suerte de “línea roja” en relación al encuentro con el prójimo.

Sea cual fuere la motivación, esta brutal privación del derecho a la vida de un ciudadano afrodescendiente y sin ofrecer resistencia por parte de aquellos designados en nombre del estado a “proteger” la misma, es un indicativo de que sin importar nacionalidad, la violencia, y más aquella relacionada a la que se origina desde la individualidad racista y que se “incuba” y extiende a amplios sectores de nuestras sociedades, es una triste realidad. Producto de lo que yo llamaría “el virus del racismo”, el cual ha tenido cabida en todas las sociedades desde los inicios de la humanidad –pienso que debido a ingentes prácticas–, motivadas desde instancias de poder para “legitimar” ciertas actuaciones –como la que criticamos en esta pieza periodística–.

Esto sólo contribuye a perpetuar los desequilibrios sociales, económicos, medioambientales, etc., pues estas actitudes acentúan la posibilidad de “dividir” premeditadamente los núcleos poblaciones en “buenos” y “malos”. Al respecto, ya lo afirmó el pensador de origen judío Abraham J. Heschel, en el sentido de que el racismo es la mayor amenaza para el hombre debido a que el mismo es “lo máximo del odio por el mínimo de la razón”. Es lo que yo podría catalogar como la imposición de la fuerza animal sobre la activación humana razonada. 

Por otra parte, si bien es cierto, la fiscalización de los quehaceres policiales está mayormente supeditada a las posibilidades de una mayor transparencia –producto del uso de diversos dispositivos ciudadanos portables que pueden viralizar estos hechos, como también ocurrió en esta ocasión–. De esta manera, es necesario instaurar mecanismos de formación antirracismo en cada comunidad policial, pero desde las escuelas y ampliándolos a los hogares a fin de posibilitar una instrucción integral de fomento a la tolerancia y el “despojo” de los prejuicios.

Me parece loable la movilización de ciudadanos, aun en tiempo de pandemias como la que actualmente ha afectado a nuestra humanidad, pues es impostergable la exigencia de una reparación “ejemplar” a los responsables de este hecho.

marchas george floyd
Fotografía: TM Grup.

Estas protestas revisten un alto grado de simbolismo en tanto se constata que, a pesar del confinamiento, son las sociedades que avalan o se rebelan ante injusticias que, sin una sanción apropiada, se reproducen en más impunidad y alicientes de la desigualdad social.

En un informe de finales de 2018, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con base a entidades oficiales estadounidenses, denuncia que, por ejemplo, en el 2015 el 34% de los civiles desarmados asesinados por agentes de policía eran afroestadounidenses.

En definitiva, para suprimir el racismo en nuestras sociedades, son necesarias dosis de comprensión intercultural, tolerancia y serenidad, acompañadas de abordaje psico-terapéuticos para la gestión de las relaciones interpersonales en entornos en donde haya convivencias interétnicas.

Posdata: Autoridades de Minnesota informaron el pasado 3 de junio que los cuatro agentes involucrados en el asesinato de George Floyd se encuentran detenidos y sometidos desde ya a un proceso judicial.


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El mundo y la nueva normalidad

Primero fue Wuhan, la ciudad china donde “convencionalmente” surgió el nuevo coronavirus SARS-CoV que levantó el confinamiento de once semanas el pasado ocho de abril. Recientemente, bajo diversas fases de desconfinamiento se han unido al desbloqueo de las restricciones ciudadanas potencias occidentales como Italia, España, mientras que en Alemania se ha “celebrado” el reciente fin de semana pasado con el reinicio de la Bundesliga “teutona” –aunque a puertas cerradas y con un rígido protocolo de bioseguridad que forma parte en estos meses de los botiquines médicos indispensables para “legitiminar” la reapertura–.

En un principio, me parece importante que estas medidas de retorno a la “nueva normalidad” vayan acompañadas de sostenidas campañas educativas y cívicas en donde prevalezca el comportamiento responsable de cada ciudadano en el orbe. En este sentido, las diversas instituciones sociales, llámese escuelas, iglesias, empresas comerciales y medios de comunicación debemos jugar un papel “replicador” de las buenas acciones a fin de contener la “invasión” del virus en los entornos comunitarios.

Si bien es cierto que este virus ha “fomentado” indirectamente la “discriminación social” al activarse medidas obligatorias de distanciamiento social en las diversas sociedades del planeta –producto de los protocolos de recomendación de instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS)–. Evidentemente estas disposiciones tienen su génesis en el relativo “desconocimiento” de este patógeno por parte de la comunidad científica, y a falta de diagnósticos completos sobre éste –pues eventualmente se vienen desvelando diversas aristas en torno al fenómeno sanitario–.

la nueva normalidad
Ilustración: El Colombiano.

Indiscutiblemente que las cuarentenas implantadas –con mayores o menores restricciones de acuerdo a cada país y cultura– han venido contribuyendo al desaceleramiento económico y a la pauperización de amplios sectores sociales, producto del desempleo y la pérdida de ingresos por la desmovilización ciudadana para aquellos sectores económicos informales.   

Se antoja llamativo el hecho de que el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, haya reconocido públicamente estos días, en el contexto de la 73 Asamblea Mundial de la Salud que, a pesar del poderío económico, militar y tecnológico de las naciones, “hemos sido humillados por este pequeño microbio”.

Sin duda, la humildad debe caracterizar entonces todas nuestras acciones humanas, pues a mi parecer, la misma nos brinda las pautas precisas y confiable para convivir en humanidad, sabiendo que somos seres sociales interdependientes y que todas las actividades desarrolladas por nuestra humanidad está de una u otra forma interconectada con otras personas a quienes no necesariamente conocemos. Aquí doy un ejemplo concreto, la producción de mascarillas que son fabricadas en ciertos entornos textiles, pero que se convierten actualmente en utensilios básicos para cuidar la salud.

distanciamiento social
Ilustración: Pinterest.

Por otra parte, me parece que en el trasfondo de estas expresiones del galeno etíope, hay intrínsecamente una necesidad de anteponerse a eventos de esta naturaleza, lo cual, bajo mi punto de vista, tiene que ver con la búsqueda de interdisciplinariedad en el establecimiento de una “especie” de “inventario biológico” centralizado, que permita conocer a priori todos aquellos reportes locales de las distintas variaciones de microorganismos como éste –es la falta de transparencia china que alegan las potencias occidentales–.

En definitiva, la “nueva normalidad” debe servirnos para reflexionar en el hecho de que la imprevisibilidad es una constante en los diversos asuntos del mundo; así, por ejemplo, tenemos el caso del coronavirus, pero también fenómenos como terremotos, sequías, e incluso directamente actividades por sectores radicales ultra ideologizados, como los perpetrados por terroristas en diversas partes de la tierra.

Posdata: El gobierno mexicano ha informado en esta semana precedente que “la nueva normalidad” será implementada a partir de tres etapas –a partir de este 18 de mayo, dando énfasis a la reapertura en aquellos municipios donde no haya o sean mínimos los riesgos para el contagio–. En Honduras, mientras tanto, se han iniciado pequeñas pruebas denominadas “piloto” en diversos sectores socioeconómicos y religiosos –buscando a partir del primero de junio una desescalada “ampliamente consensuada”, a través de la mesa interinstitucional para la reapertura inteligente con decisiones vinculantes–.


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Libertad de prensa para gestionar el bienestar común

Este 3 de mayo se ha conmemorado a nivel internacional –aunque de manera inédita debido la COVID-19–, el “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, bajo el lema “por un periodismo valiente e imparcial”. Esta actividad ha buscado, desde sus inicios a través del impulso de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), convertirse en una plataforma de canalización y visibilizacion de los esfuerzos de los trabajadores de la información en la rutinaria tarea de proporcionar a las audiencias todos aquellos datos que les sirva en la toma de decisiones.  

Para empezar, me parece que la libertad de prensa sólo se alcanza a través de la búsqueda de una concienciación global en torno a los beneficios que aporta a la sociedad su goce absoluto; es decir, al trabajar en entornos libres de violencia, intimidación y coacciones de cualquier naturaleza, los periodistas tendemos a desarrollar trabajos con un valor agregado, lo cual nos posibilita convertirnos en mediadores efectivos entre la realidad de la cual informamos –con sus actores y eventos informativos– y la formación de audiencias a la altura de los desafíos socio-históricos del momento.

A mi parecer, los desafíos de una prensa libre son mayores en democracias menos desarrolladas y consolidadas en tanto el imperio de la ley es trastocado por diversos grupos de interés que buscan, a través de la ejecución de acciones negativas en contubernio con una fragilidad institucional, coartar los principios básicos de la búsqueda y comunicación de información de interés público.

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Ilustración: Klawe Rzeczy.

Por otra parte, los “vicios” de ciertas instituciones público-privadas de “trabajar” solamente con sectores de la prensa afines ideológicamente es uno de los obstáculos más acentuados, por ejemplo, en las democracias latinoamericanas, y se puede observar cuando colegas se han visto amenazados de cualquier manera y la respuesta es mayor o menormente rápida conforme la filiación ideológica-profesional de los comunicadores.

En ese sentido, creo que los actores estatales encargados de garantizar la protección de este derecho mediático-ciudadano, deben ser entes autónomos, con una lógica interdisciplinaria en sus miembros, lo cual a la postre fortalece las acciones que se tomen en la materia, producto de una continua especialización. Esto tiene que ver evidentemente con la desburocratización y agilidad de los procesos tendientes a hacer efectiva la libertad de prensa.

Ya lo señalaba el político mexicano Benito Juárez en el siglo XIX: “la emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”. Esto se debe incuestionablemente a que la labor de ésta es ejercida por personas de diversa estratificación social –en sus diferentes niveles de composición administrativa, empresarial y periodística–, y consecuentemente pluraliza la forma mediante la cual se hace una lectura de la realidad.

Sin embargo, el logro de ésta debería pasar por la reinvención de alianzas, mismas que van desde el sector educativo, los estratos políticos y los liderazgos sociales-empresariales bajo la égida de organizaciones como la UNESCO. Se me hace importante recalcar que la libertad de prensa pasa por el desprendimiento de los propios temores personales, hasta la gestión y conquista de espacios vedados por grupos fácticos de poder.

censura en prensa
Ilustración: Poynter.

En definitiva, el ejercicio de la libertad de prensa debe estar precedida y motivada por valores como la tolerancia, solidaridad, amor por la verdad y su búsqueda libre de atropellos para el avance de la civilización. Esto pasa por la corresponsabilidad de todos, tanto desde el ciudadano que consume contenidos al elegir uno u otro soporte de prensa, como desde las autoridades de Estado en el compromiso firme con el trabajo periodístico.

Posdata: El Día Mundial de la Libertad de Prensa fue establecido desde 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, observando el precedente de la Declaración de Windhoek sobre el pluralismo y la independencia de los medios de comunicación, trabajada en 1991 por los periodistas africanos. 

De acuerdo con la clasificación en materia de Libertad de Prensa elaborada por la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), en 2020 México ocupa la posición 143, mientras que Honduras el lugar 148 entre los países en donde hace falta mucho más para avanzar en este tema. Noruega es el país mejor calificado.


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Cuidar la tierra, actitud ética para preservar la humanidad

Este 22 de abril se ha conmemorado el cincuentenario del Día Internacional de la Madre Tierra, bajo un contexto global actual de aislamiento social, trastorno de las habituales rutinas humanas y la búsqueda “desesperada” de concienciación por parte de diversas organizaciones ecologistas y líderes políticos hacia todos los habitantes del orbe a fin de detener las injustificadas acciones que atentan contra la naturaleza y que tarde o temprano causan efectos nocivos para el bienestar social; como la tala indiscriminada de árboles sin regeneración de estos, incendios forestales de magnitud considerable y las políticas extractivistas que se encargan de cambiar gradualmente las ecologías comunitarias –reduciendo comunidades verdes y acrecentando la economía de capitalización de los recursos–.

En lo personal, me parece inaudito cómo se incendian parcelas boscosas en diversas latitudes y la falta de “interés” de las fuerzas de seguridad en establecer mecanismos estratégicos que conduzcan a la identificación y sanción de estas atrocidades que atentan contra el derecho de tener un medio ambiente sano. Bajo mi punto de vista, el problema aquí reside básicamente en interpretaciones culturales “sesgadas” en torno a nuestra relación con la naturaleza, y con los valores éticos de concebir el buen uso de los recursos naturales como derechos comunitarios. Por eso amerita respuestas multidisciplinarias a estos asuntos que lastiman la posibilidad de establecer relaciones armónicas entre el hombre, la naturaleza y el género animal.

contaminacion
Ilustración: XPLAI studio.

En el escenario de esta crisis sanitaria global, es sorprendente ver la calidad de material gráfico de imágenes que recorren el mundo en donde animales de diverso origen anatómico se mueven a espacios “colonizados” por el hombre, lo cual demuestra que el goce de sus “derechos” está supeditado a nuestras ejecutorias.

Al respecto, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, subraya que “Debemos actuar con decisión para proteger nuestro planeta tanto del coronavirus como de la amenaza existencial de las perturbaciones climáticas”. Me parece que el jefe de la instancia global hace énfasis en la toma de decisiones, lo cual va desde nuestras propias iniciativas en los espacios comunitarios hasta los macro espacios desde los cuales se puede tener un impacto mucho mayor, tomando en cuenta los diversos recursos con que cuentan las institucionalidades estatales.  

Por otra parte, pienso que esta efeméride es una posibilidad de visibilizar, reflexionar, cambiar conductas nocivas en contra de la naturaleza y movilizar esfuerzos desde los diversos niveles, en una especie de interconexión comunicativa ambiental integrada, a través de la cual se patentice nuestra voluntad de incorporar la “ética por la naturaleza” en todas nuestras acciones.

union con la tierra
Ilustración: Marisa Maestre.

Bajo mi punto de vista, las diversas distracciones a las que nos vemos diariamente expuestos impiden profundizar en el pensamiento crítico sobre si lo que hacemos a favor de nuestro hábitat natural es lo mejor, es decir, tomar todo “a la ligera”, conduciéndonos entonces muchas veces en una perniciosa “complicidad por omisión” de los “ecocidios” que afectan nuestra humanidad. Lo hemos visto recurrentemente en diversos países.

En conclusión, como propone António Guterres, “En este Día de la Tierra, sumen sus voces a la mía para exigir un futuro sano y resiliente para las personas y para el planeta”. Esto es lo que creo que debe ser la política humana, alcanzable de unificar y focalizar las más variadas ideologías en torno a la regeneración medioambiental.

Posdata: De acuerdo a datos periodísticos, desde principios de 1970 el planeta ha perdido más del 30% de su biodiversidad “agravado por el calentamiento global provocado por la actividad humana”. Es interesante acotar que fue en 2010 en un cónclave internacional en Guanajuato, México, que se abordó tempranamente lo relacionado a la mitigación y adaptación de las personas ante el cambio climático. La poetisa argentina Mabel Russo nos dice al respecto “Cuidar la vida en la Tierra no es difícil de lograr, si todos nos damos cuenta de que es nuestro gran hogar”.


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De ansiedades y distanciamiento social

Esta primavera, a lo largo y ancho del planeta y en ausencia de una vacuna concreta contra el patógeno COVID-19, se han implementado de manera progresiva, draconianas medidas de aislamiento social –con una mayor cantidad de restricciones en unos países más que otros–. Las medidas de contención diseñadas en todo el planeta para la prevención del contagio en masa, producto de la transmisibilidad comunitaria, no son para menos. Es un enemigo invisible al que se enfrenta la humanidad, apenas se conocen sus mecanismos de secuenciación genética, las posibilidades de mutación del patógeno, así como las formas de afección hacia los seres humanos.

En el contexto de esta pandemia, el filósofo colombiano Jaime Santamaría asegura que “estamos frente a una situación que va más rápido que cualquier posibilidad de acción y reflexión”. Agrega el pensador que “este hecho adverso no nos debe llevar a la parálisis nerviosa o a la inhibición paranoica del pensamiento”. 

Es interesante resaltar que pese a los grandes avances en materia biotecnológica, los trabajadores de la ciencia realizan un enorme esfuerzo por comprender los volátiles mecanismos inherentes a la evolución (en el tiempo y el espacio) de patógenos como lo es el SARS-CoV-2 –el cual ha propiciado respuestas desde los todos los espacios en donde exista la interacción humana– a fin de contener la masificación del mismo.

distanciamiento social y biotecnologia
Imagen: @guillemcasasus.

Aunque en esta lucha sobrevengan concepciones latentes en torno al miedo, la insolidaridad y el hambre, aspectos que a la larga se convierten, quiérase o no, en detonantes de la confrontación; lo mejor que podemos hacer es tratar de gestionar las ansiedades disruptivas desde una institucionalidad resguardada por el cuerpo jurídico y armamentístico, y la búsqueda de la supervivencia desde el ciudadano común.  

Me parece, no obstante, que no es tanto la verticalidad de medidas como éstas que se gestionan desde instituciones de poder político, las que tendrán un efecto en sí mismo contra esta adversidad sanitaria; se necesita promover la concientización cívica a fin de lograr la adhesión ciudadana a reacciones universales contra estos fenómenos inesperados que afectan el goce de garantías en materia de derechos humanos, –con lecturas geo-culturales distintas de acuerdo al país– vigentes en las distintas constituciones políticas.

Si bien es cierto que situaciones como éstas trastornan de manera abrupta la normal convivencia en sociedad, debido a la hiper visualización de los cuerpos –en tiempos de globalización en el que todo gira en torno a las posibilidades de viralizarse–, también es cierto que dichas adversidades deben servir como pausas para la reflexión y la meditación sobre nuestras ejecutorias, tanto personales como profesionales, a fin de disponer de pautas que permitan reorientar nuestras acciones y alcanzar estándares individualizados de lo que yo llamaría un “desprendimiento común”.

Es decir, a través de nuestras actividades, podríamos convertirnos en agentes del cambio si trabajamos en desarraigar a desproporcionada ambición que muchas veces nos ciega y no nos permite ver con claridad el daño a los demás producto de nuestras indolencias, de la afectación terrenal –producto del exacerbado daño a la ecología medioambiental, la explotación desigual de los recursos, etc.– y de las malas decisiones dirigidas contra el prójimo.

vacuna del covid
Imagen: @yaucianiol.

En mi opinión, la pandemia ha venido sirviendo como una “incubadora” social de los temores humanos, a través de la cual se visibiliza y acentúa la vulnerabilidad personal, contexto que se convierte en el escenario propicio aprovechado por líderes políticos para legitimar su liderazgo, a través de medidas impopulares, pero “necesarias”, como los confinamientos que se han instalado a lo largo y ancho del planeta.

Ahora bien, deberíamos cuestionarnos si el distanciamiento social instaurado por la institucionalidad ¿no es ya una realidad cotidiana cuando hemos venido decidiendo con quién relacionarnos y con quién no?, o ¿a quién servimos y a quién no desde nuestras actividades socio-profesionales? Lo cual, evidentemente nos aleja de la posibilidad de integrarnos en comunidades fraternas, que gestionen propósitos comunes, alejados del egoísmo y de la centralización en el individualismo.  

En definitiva, la actual crisis sanitaria que ya ha provocado una crisis social y humanitaria de gran alcance, viene propiciando una tercera crisis, la económica, debido a la falta de un diseño flexible de medidas e implementación de las mismas –amparadas por supuesto, en las observaciones técnico-científicas de los encargados del sector salud, independientes de la visión o sesgo político–, que permitan el desarrollo de las actividades laborales-empresariales, en donde la búsqueda de la normalidad se anteponga gradualmente a las desproporcionadas restricciones.

Posdata: El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) previó este jueves 9 de abril una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe de entre el 1,8% y 5,5% para este 2020. El mismo día, México reportaba 3,441 personas contagiadas. Mientras tanto, Honduras confirma a la misma fecha 382 casos positivos. La diferencia tiene que ver básicamente con el cuerpo poblacional de uno u otro país (México con más de 125 millones de habitantes; Honduras con un poco más de 9 millones de pobladores).


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