Me preguntan qué entiendo por toro light. Lo voy a explicar repasando conceptos que emitimos al calificar el comportamiento del toro de lidia en su contienda, pues uno de los aspectos de la historia que más se presenta a discusión es la determinación sobre la aparición de la crianza, seleccionando ejemplares destinados a los espectáculos taurinos de toda índole.
Estas características han variado tanto a lo largo de los siglos como el toreo mismo, manteniéndose como sostén un denominador común: la bravura del animal, que puede definirse como el desarrollo obtenido al seleccionar la capacidad de acometer: la fiereza elegida y orientada hacia la nobleza.
El toro light deja atrás el acometer con fijeza, pujanza y ritmo para embestir con la cara a media altura, sin humillar, distraído, desplazándose con lentitud por el peso que muchas veces lo agobia.
El domingo pasado en La México, la ganadería de El Nuevo Colmenar se presentó en lo físico y trapío, pero desafortunadamente en el comportamiento fue débil y soso, sólo El Zapata pudo con su variedad e inventiva, extraer provecho y salió en hombros; Manolo Mejía tratado con dureza por el público capitalino, y El Cid, que en pocos momentos lució el concepto artístico y técnico que posee, lo mejor para él vino con un escuálido ejemplar de regalo de Marrón, muy protestado por esa razón cuando saltó a la arena, y se quedó con las ganas de triunfar.
Así las cosas, sería deseable que en los próximos festejos las ganaderías a lidiar tengan como pendón el concepto de la codicia y no de la dulzura.