golpe de Estado

El proceso de deterioración de un país democrático, hacia la tiranía y el autoritarismo

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El 6 de diciembre de 1998 para la política en Venezuela, desde 1959 llegaba a la presidencia un nuevo actor político que no pertenecía ni formó parte de los partidos políticos más relevantes en el país – Acción Democrática y COPEI – durante la segunda mitad del Siglo XX, ese nuevo líder llevaba por nombre, Hugo Chávez.

Chávez había entrado al escenario político años atrás, para ser precisos, el 27 de noviembre de 1992 liderando el Golpe de Estado contra el entonces presidente, Carlos Andrés Pérez, insurrección que fue contenida por el Ejército venezolano y puso en arresto a Chávez y a sus cómplices.

Pero, quien diría, dos años más tarde, durante la presidencia de Rafael Caldera y en medio de una crisis política y económica, Chávez es indultado y puesto en libertad, una imagen que pasará a la historia del país sudamericano.

Desde ese momento, Chávez se dedicó a recorrer el país explicando el proyecto de país, cómo quería transformar política, social y económicamente a Venezuela en beneficio de los más desprotegidos.

Una de las principales acciones que tomó Chávez estando en el poder fue impulsar la Reforma Constitucional de 1999 la cual se llevó acabo 9 días después de la elección presidencial, momento en el que sabía que iba a tener un resultado positivo derivado de la reciente contienda electoral.

Esta constituyente trajo diversos cambios a la vida pública de Venezuela, pero es importante resaltar los siguientes:

  • La creación de dos nuevos poderes, el Electoral y Moral, que se sumaban al Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
  • El antes Senado, que contaba con senadores vitalicios en ciertas situaciones, pasaba a llamarse Asamblea Nacional y sus legisladores debían ser elegidos por votación popular.
  • Aumentó el período presidencial de 5 a 6 años.
  • Estableció la posibilidad de que, en un futuro, poder realizar referéndums, revocaciones de mandato a partir de la iniciativa de la población, el Ejecutivo en Mesa de ministros o por mayoría de la Asamblea, pero debe ser aprobada por mayoría electoral.

Esta última fue la que abrió la ventana a que Chávez se pudiese incrustar en el poder ejecutivo y que esto se replicará hacia los demás poderes que hoy controla el chavismo.

Pero esta consecución no fue de forma democrática. El gobierno aprovechó la bonanza económica que generó las ventas de petróleo para hacer programas clientelares en fechas de elecciones para conseguir resultados positivos y así fue, el gobierno ganó las elecciones venideras a excepción de una, la Constituyente de 2007.

Esta nueva Constituyente, también impulsada por Chávez, buscaba reformar más de 20 artículos constitucionales, donde se buscaba ampliar el mandato presidencial de 6 a 7 años y sin limitantes para la reelección, el Banco Central de Venezuela dejaba de ser autónomo y pasaba a ser supeditado por el Ejecutivo, al presidente se le otorgaba facultades de poder designar y remover en todos los niveles a excepción del poder legislativo, entre otras modificaciones que atacaban directamente a la propiedad y el sector privado para que pudiesen formar parte del Estado.

Lo anterior significaba una muestra del autoritarismo y presidencialismo que Chávez quiso e implementó en el país. Afortunadamente esa Reforma no fue aprobada por el voto popular de los venezolanos, al darse a conocer los resultados, Chávez salió en cadena nacional a decir lo siguiente: ¨Dejen quieto al que está quieto, sepan administrar su victoria, pero ya la están llenando de mierda, es una victoria de mierda¨.

Chávez, que había ganado las elecciones presidenciales en 2006 el cual significaría su último mandato como presidente, buscaba de alguna manera poder seguir en el poder y encontró la solución utilizando la mayoría de su partido PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) en la Asamblea para poder conseguir sus pretensiones.

En 2008, Chávez envió la propuesta a la Asamblea de poder eliminar las limitantes de reelección no sólo del presidente, sino de todos los cargos públicos que se someten a elección popular. La iniciativa fue aprobada por mayoría y Chávez tenía el aval legal para presentarse a otra elección presidencial más.

La vida no le permitió a Chávez seguir gobernando en Venezuela, cinco meses después de haber ganado las elecciones presidenciales de 2012, murió en marzo de 2013 y aprovechando el ¨duelo nacional¨ llamaron a elecciones un mes después para aprovechar, de la misma forma que lo hizo Chávez en 1999, de la base electoral de la contienda más inmediata y les resultó, Nicolás Maduro fue elegido presidente de Venezuela en abril de ese año.

Así el chavismo se fue apoderando de todos los poderes públicos de Venezuela y lo siguieron haciendo después de la muerte de Chávez. De hecho, para deslegitimar la Asamblea de mayoría opositora, impugnaron la elección de los tres diputados de oposición elegidos por votación popular en el estado de Amazonas.

La oposición al ver que no se realizaban nuevamente las elecciones de ese estado, decidieron seguir legislando porque así lo ordena la ley (no se puede llevar a cabo sesiones de Asamblea sin la proclamación de los diputados) y por ello fue nombrada en desacato y disuelta por el Tribuna Superior de Justicia, cargos que ocupan funcionarios designados por Maduro a partir de la Enmienda que propuso Chávez en 2008.

A partir de lo anterior, Maduro llevó a cabo un proceso Constituyente en julio de 2017 donde sólo dejó participación de diputados inscritos en su partido y se la impidió a cualquier opositor.

A pesar de que a esa contienda electoral sólo se presentó un partido, el Poder Electoral la terminó avalando para que se llevara acabo, lo mismo hizo un año después en las elecciones presidenciales de 2018 donde los candidatos a elegir era Maduro y Henri Falcón un ex miembro del PSUV, quien, en ese mismo año, declaró ser opositor al régimen en plena contienda electoral.

De igual forma ocurrió recientemente con las elecciones de la Asamblea que se celebraron en diciembre de 2020, sólo se presentaron a la contienda candidatos oficialistas y, por consiguiente, ganaron todos los escaños.

Lastimosamente, de esta forma, todas las instituciones de un país, que era un ejemplo en democracia en la región, pasaron a ser partidistas y cumplidoras al pie de la letra las exigencias de una sola persona, en lugar del pueblo venezolano, el cual se ahoga en la mayor crisis económica en la historia del país.

América en crisis

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Un ambiente de gran turbulencia social y política define al nuevo mundo.

La crisis boliviana que acapara la atención mundial es sólo el ejemplo más evidente de una realidad de mayor complejidad que se extiende a prácticamente todo el hemisferio con diferentes matices.

El choque de visiones encontradas y ambiciones caprichosas, populismo o neoliberalismo, con sus naturales pasiones y virtudes, han venido construyendo durante las últimas décadas un entorno de confrontación que ha sido el caldo de cultivo de la inconformidad social que se expresa finalmente de manera violenta y ofrece el riesgo de convertirse en una epidemia continental.

Crisis políticas, económicas y sociales suceden con diferente intensidad en prácticamente todos los países de manera simultánea, desestabilizando aún más el precario orden social logrado en el pasado, dando la impresión de un retorno a los oscuros escenarios generados durante la guerra fría. La polarización ideológica parece cobrar nuevos bríos con una complejidad que reta a la más brillante capacidad analítica para entender la circunstancia que evoluciona vertiginosamente.

A los calificativos populismo y neoliberalismo que marcan hoy la añeja geometría política de izquierda y derecha, se suma en las mismas dimensiones el golpismo, como aderezo y argumento de uno u otro extremo.

El golpe de Estado como termino orienta a la reminiscencia de las dictaduras del siglo pasado que caracterizaron el acceso al poder en Centro y Sudamérica y que se suponía un mecanismo rebasado por la conciencia democrática.

Imagen: El Dipló.

Aún está a debate, de acuerdo con la teoría, ante las mutuas acusaciones, si en el caso boliviano hubo o no golpe de Estado, si podría haber sido tal el intento de reelección del mandatario que provocó la revuelta y condujo finalmente a su renuncia o si, ante dicha circunstancia, fue la gentil sugerencia de las fuerzas armadas sobre la dimisión del presidente lo que puede considerarse como el golpe.

Cualquiera que sea la interpretación, a favor o en contra, el uso del término conlleva intrínsicamente un peligroso mensaje que puede incentivar el radicalismo, tanto de sectores conservadores como de aquellos que se asumen progresistas, ideologías que determinaron, en su momento, la situación de conflicto interno en diversos países de Latinoamérica en la década de los setenta, de la cual México no estuvo exento.

El poliedro americano con sus múltiples facetas y aristas amenaza con retornar al pasado, a la reedición del conflicto de baja o alta intensidad, a los autoritarismos de izquierda o derecha, bajo la influencia y la presión externa.

Al parecer ningún país del continente se libra de crisis, sean políticas, económicas, sociales o de inseguridad. La corrupción, los escándalos, el crimen y la rebelión son factores del complejo panorama que lo envuelve y se extiende por todas las latitudes.

 Es difícil el diagnóstico y mucho más el pronóstico del posible desenlace. La realidad se desdibuja y se nubla con el discurso cotidiano que la interpreta y la difunde según la conveniencia de cada actor determinante.  

Oremos por la cordura en el poder, que evite las manifiestas tentaciones, producto de la ambición o de sueños trasnochados.