Melodrama en un acto
Personajes:
Rosario
Jorge
Toda la acción sucede en una cafetería de la colonia Santa María La Ribera en la época actual.
Rosario: ¿Pensaste que estaríamos aquí como fantasmas? Tú estás muerto hace 37 años. Yo hace 46. Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad como espectros esperando a que algo pase. Deberíamos sentir orgullo: los melodramas siempre usan fantasmas para amarrar la emoción.
Jorge: Me quedé con ganas de escribir más melodramas.
Rosario: Ya me imagino lo que hubieran dicho tus amigos los críticos y las altas mentes del teatro: “Jorge desperdicia su trabajo en algo tan vil como un melodrama”.
Jorge: Hablaron mal de mí de cualquier modo porque me atreví a cometer un pecado más grave: escribir más que teatro. Hice cuentos, novelas, ensayos. Hasta telenovelas. Nadie en el teatro me lo pudo perdonar. Querían que me quedara siempre ahí. Sólo para el teatro. No podía. Por eso ya nunca escribí obras. Mi arte no podía con tanta presión.
Rosario: ¿Fuiste artista?
Jorge: Si no fuimos artistas, ¿qué fuimos entonces?
Rosario: Hicimos teatro.
Jorge: Hicimos arte.
Rosario: Sólo fui una “humilde dramaturga”. Me encanta esa palabra: dramaturga. Y tú también sólo fuiste un “humilde dramaturgo”.
Jorge: ¿Por qué te causa escozor la palabra “artista”?
Rosario: Muy pronto me di cuenta que se volvería un problema en mi trabajo.
Jorge: ¿Problema?
Rosario: El ser “artista” me encerraría en una pose que sólo usaría en las fiestas bohemias. Aplastaría toda mi creatividad para hacer sólo caprichos y extravagancias. Yo sólo quería salir de mí, conectar con alguien más. Hacer un teatro digno de nuestro tiempo capaz de transformar, sanar. Lo que más me emocionaba de escribir teatro era dialogar con la gente. Preocuparme por los que estaban dispuestos a observar y escuchar.
Jorge: El teatro siempre se preocupa por el público.
Rosario: En este tiempo, ya escuché a más de un teatrero que no le dice público sino espectadores.
Jorge: Como le quieras llamar. El teatro se preocupa por el que observa.
Rosario: ¿El teatro siempre se preocupa por los espectadores?
Jorge: Sí.
Rosario: ¿Cómo?
Jorge: ¿Nunca viste las obras de Luis, José, Juan?
Rosario: No menciones a las vacas sagradas del teatro. Ellos sólo se preocupaban por ellos.
Jorge: A mí siempre me importaron los espectadores.
Rosario: ¿Te preocupaban los espectadores sólo porque compraban un boleto y se sometían a tu búsqueda artística?
Jorge: Por supuesto que no. Porque quería decirles algo importante.
Rosario: Tú escribiste telenovelas y con ellas también les decías algo importante a las personas. También lo hace el cine, los periódicos, las revistas. Mira, ahora, toda la gente camina con un montón de aparatos en la mano que todo el tiempo les dice algo importante.
Jorge: No es lo mismo.
Rosario: ¿Por qué?
Jorge: Porque en el teatro hay magia.
Rosario: Jorge, eres terrible al usar lugares comunes. Define magia.
Jorge: El teatro es un juego donde los artistas jugamos con la mente de los espectadores.
Rosario: También “artistas” juegan con la mente de los espectadores desde otros medios. Me encanta cómo juega conmigo Agnès Varda.
Jorge: ¿Nunca pensaste hacer un performance? A lo mejor ese era tu camino.
Rosario: Amo profundamente el teatro.
Jorge: No se nota.
Rosario: Sólo siento que me convertí en dramaturga cuando el teatro había agotado sus posibilidades. Las obras que escribí, las escribí pensando en los grandes escritores que nos repetían hasta la náusea nuestros maestros: Sófocles, Shakespeare, Molière, Chéjov. El diálogo que quiero establecer con las personas está en otra estructura. El modelo que conocemos se agotó.
Jorge: A lo mejor te agotaste tú.
Rosario: Cada semana nos paseamos por varios teatros de esta ciudad y vemos que las salas no están precisamente llenas. ¿No te parece eso una señal de desgaste del lenguaje teatral?
Jorge: A lo mejor ahora es más caro.
Rosario: El dinero es un problema sin duda. Pero hay uno más grande de fondo.
Jorge: Rosario, desde que estábamos vivos nos quejábamos de que la gente no iba al teatro. Es parte de sufrir la profesión.
Rosario: ¿Sufrir la profesión? ¿De qué estás hablando? ¿No te parece que hay una necesidad más grande todavía?
Jorge: ¿Fundar un Nuevo Teatro?
Rosario: ¡Exacto!
Jorge: ¿Por qué no fuiste performancera?
Rosario: Un Nuevo Teatro es lo que necesitamos. Aprender del pasado para construir algo totalmente diferente. Fuera de la norma, de lo habitual, de lo esperado. Alejado de lo que las personas ya tienen para ver y escuchar.
Jorge: No le trates de mejorar la plana a Shakespeare. Desde que éramos jóvenes conocí a muchos artistas como tú que decían lo mismo: “contstruir algo diferente”. Y cayeron en lo mismo. El teatro es lo que es.
Rosario: ¿Sabes por qué nos aferrábamos a escribir como Shakespeare o como cualquier otro escritor que admirábamos? Porque queríamos los efectos que lograron en su tiempo. Pero nunca nos dimos cuenta que las fórmulas que ellos usaron ya no nos sirven ahora. Son una buena pista para empezar. Sólo eso.
Jorge: ¿Te parece ocioso estudiar a los clásicos?
Rosario: No. Yo lo que quería era partir de ellos para encontrar algo nuevo. Su búsqueda me serviría para mi búsqueda.
Jorge: ¿Encontraste esa Nuevo Teatro?
Rosario: No.
Jorge: Touché.
Rosario: En cada nueva obra que escribía siempre mi intención era encontrar ese Nuevo Teatro. A lo mejor me faltó valentía de romper con todo lo que yo creía o con lo que yo había entrenado.
Jorge: Tu Nuevo Teatro me parece una cosa terapéutica que muchos ya intentaron…
Rosario: Puede ser terapia.
Jorge: Que muchos intentaron y ya fracasaron. Yo cada vez que escribía quería demostrarme qué mejor artista podía ser.
Rosario: En el teatro siempre me importó más la comunicación que el arte.
Jorge: Por eso nunca te dieron becas.
Los dos ríen.
Jorge: No sabes cómo me dolió ya no escribir teatro.
Rosario: ¿Por qué dejaste de escribir obras?
Jorge: Ya te dije. Nadie del gremio me perdonó que hiciera otro tipo de trabajos.
Rosario: Ya sé. El “gremio” es muy celoso. Pero a mí no me puedes mentir. Siempre fuiste muy cínico y hubieras soportado cualquier mala cara de nuestros colegas en cualquier estreno tuyo. ¿Por qué dejaste de escribir?
Jorge: Yo estrené una obra de teatro en junio de 1970 que para mí era la mejor que pude haber escrito. Mi síntesis artística.
Rosario: “Los enredos de Jacinta”.
Jorge: Amabas esa obra. No lo niegues. Al mismo tiempo, se estrenó una telenovela que también escribí. La hice sólo por dinero.
Rosario: ¿La que hizo la gran Sonia? “La mirada del perdón”.
Jorge: Odiabas esa telenovela.
Rosario: Me encantaba. Y lo digo sin ironía.
Jorge: En una comida familiar, todos habían ido a ver la obra y conocían la telenovela. Toda la comida se la pasaron hablando de la telenovela y ni una palabra de la obra de teatro. Todos se emocionaban al hablar de los personajes de la televisión. Las pocas referencias a la obra eran como algo que le debían de rendir pleitescía sin ningún ápice de emoción. Sin víscera. Sentí que mi mensaje no era poderoso. Que yo no tenía la magia del teatro.
Rosario: ¿En serio crees eso?
Jorge: ¿Por qué les importaba más la telenovela que la obra? ¿Por qué hicieron suya la telenovela y no hicieron suya la obra?
Rosario: A lo mejor fuiste demasiado artista en el teatro.
Jorge: A lo mejor no estaba a la altura del Nuevo Teatro.
Los dos suspiran.
Jorge: Amas profundamente el teatro.
Rosario: Por eso espero algo más. Si no lo pudimos encontrar tú y yo, espero que alguien lo pueda hacer.
Jorge: Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad, por los teatros, como espectros esperando a que algo pase.
Rosario: A que algo pase.
OSCURO
Entremos en debate:
~ ¿Tú de qué lado estás?
~ ¿Piensas más como Rosario o como Jorge?
~ ¿Qué importa más: la comunicación o el ejercicio artístico?
~ Ahora la telenovela va a la baja. Para ciertas audiencias, el producto audiovisual más socorrido es la serie. ¿Una serie puede ser más profunda que una obra de teatro?
~ ¿Dónde está la magia del teatro que no la podemos encontrar en la televisión?
~ ¿Necesitamos un Nuevo Teatro?
Espero tus respuestas en redes. Puedes encontrarme como @pezdeoromx en Facebook y Twitter.
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