De broma en broma, la discriminación se asoma

“Nos hemos acostumbrado a discriminar sin darnos cuenta de ello, en muchas ocasiones lo hacemos de manera inconsciente”.

 

Ciudad de México (elsmanario.com).- Lo aprendido “se puede desaprender”. Con esa afirmación la presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación sostuvo que aunque la discriminación se “aprende”, también se puede cambiar la forma de ver y expresarse de los demás.

Jacqueline L’Hoist también reconoció que este acto por el que se excluye al otro, está generalizado en el país y agregó que

“Nos hemos acostumbrado a discriminar sin darnos cuenta de ello, en muchas ocasiones lo hacemos de manera inconsciente”.

A través de frases, acciones o bromas, sobre las cuales generalmente no se reflexiona, se socializa y reproduce una conducta nada agradable y que a la larga afectará de manera sensible a quienes la padecen.

La presidenta del Copred también señaló que si la sociedad hace un gran esfuerzo es posible modificar estas conductas, en la que grupos minoritarios se ven constantemente afectados.

“Nos hemos acostumbrado a decir frases como el negrito en el arroz, trabajo como negro o los cirios negros”, explicó.

Y sí, de cierta manera estas conductas son popularmente utilizadas entre los mexicanos; y aceptadas o razonadas como “parte de lo que somos”.

La exclusión hacia la diferencia y a lo que no responde a ciertos patrones se reproduce de manera común en sociedades imbuidas en cánones preestablecidos de actuación; vaya, lo diferente o lo contrario a lo que se generaliza, no encaja.

Hay un caso representativo que puede servir para ubicarnos y para ejemplificar esta situación, como lo sucedido con la población en situación de calle de Artículo 123, donde algunos jóvenes fueron criminalizados y sentenciados por delitos que no cometieron, sólo por su situación.

En aquella ocasión, EL SEMANARIO entrevistó a la coordinadora del área jurídica del Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria, OP”, AC, Johana Belén Sánchez Rojas, quien expresó que es necesaria y urgente una campaña de sensibilización contra la discriminación a la población callejera, no sólo por parte de los servidores públicos sino para la sociedad.

Pero no sólo es la población en situación de calle; otro grupo que comúnmente es discriminado y que constantemente es atacado aunque sea “en broma”, es el LGBT; parte de esto tiene que ver con el machismo y homofobia predominantes en el país. Pese a presentarse plataformas y campañas para evitar la discriminación, la población LGBTTTI sigue siendo vulnerable ante ello, por lo que aumentan las demandas por esta conducta en el DF.

Para acabar con la discriminación lo primero que debe hacerse es dejar de lado cualquier prejuicio o condicionante que se alinea de manera específica con cánones que de alguna manera se reproducen diariamente en sociedades como la nuestra. Si nos damos cuenta, la discriminación recae principalmente en grupos que no encajan con el establishment cultural, por llamarlo de alguna manera; van en contra de lo “correcto” dentro de una hegemonía cultural que nos asecha todos los días.

Por una Cultura Libre de Discriminación, es una campaña y uno de tantos ejemplos de lo que puede hacerse para sensibilizar a los habitantes de la ciudad sobre la discriminación, sus consecuencias y los grupos más vulnerables; en este caso, es difundida por el Copred. También están otras organizaciones de la sociedad civil que se dedican diariamente a luchar contra esta manera de percibir las cosas; y por supuesto, la lucha contra estos actos desde su gestación, debe comenzar desde la trinchera ciudadana.

Cabe destacar que el grupo más discriminado es la población indígena, seguida por las mujeres embarazadas.

Por Alberto Cedeño.

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