Huicholes continúan cuidando la herencia de todos los mexicanos

El Peyote, el derecho a la tierra, expresiones culturales y prácticas invasoras. Todo en un mismo lugar, una historia que representa la lucha de los huicholes contra la intromisión extranjera en sus vidas.

Ciudad de México (elsemanario.com).- La lucha que tienen los huicholes contra mineras extranjeras que atentan contra sus tierras y sus procesos de construcción y constitución cultural, ha quedado plasmada (desde el 2014) en el documental Huicholes: Los Últimos Guardianes del Peyote.

Y es que para los huicholes el Peyote no es sólo una cactácea más; ni una droga como muchos podrían pensar en un mundo que le pone barrera y le inserta tabúes a lo que desconoce.

Wirikuta, tierra por la que pelean desde hace años, es una reserva protegida por las instancias gubernamentales; sin embargo, contrario a toda lógica, la zona fue puesta en bandeja de plata para empresas mineras extranjeras, en el gobierno de Felipe Calderón. Es así que se otorgaron 78 concesiones, por fortuna detenidas -por el momento- gracias a un recurso jurídico que interpuso el pueblo huichol– en una reserva que guarda miles de especies de cactáceas, así como 250 especies de aves.

Para ellos, entregar estas tierras sin luchar, ceder ante los embates de la codicia, sería como el fin del mundo. Acabar con la colecta y el consumo religioso del híkuri, y su conexión con la tierra, sería fatal.

Y es que, bajo un discurso de plenitud y mejora, se pretende acabar con un práctica cultural, una costumbre y finalmente una forma de concebir la vida. Es decir, una de las empresas participantes en la querella del despojo de esta tierras, promete crear 500 empleos directos y 1, 500, en una zona que presenta pobreza en sus habitantes.

Este documental trata sobre el plan de la minera First Majestic Silver, con sede en Canadá, misma que posee 22 concesiones con las que pretende explotar la plata bajo las montañas sagradas. De suceder así, el resultado para la zona sería contundente: para la extracción del metal precioso se requerirían grandes cantidades de agua y se producirían residuos químicos que terminarían con el lugar mágico.

Además, la belleza que esconde el ritual adherido a la figura del peyote y la forma de sanar cuerpo y alma para los huicholes, se vería enterrada.

El híkuri nos sirve cuando estamos perdidos y no sabemos qué hacer, pues al llegar hablamos con él y le pedimos que nos sane, lo comemos con amor convencidos de que lo queremos hacer y es una curación, pues platicamos con el Sol, la Naturaleza, los Elementos y nuestros dioses, es como ver una película en la que nos dicen lo que hemos hecho, cómo va a ser nuestro camino y la suerte que nos depara”.

Es lo que explica Marcial Hernández González, líder Huichol.

¿Se imagina ese bello discurso de vinculación con la naturaleza totalmente destruido por una empresa extranjera que busca plata?

Curiosamente, el domingo 9 de agosto, se conmemoró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, donde el gobierno remarcó su compromiso con la protección y reconocimiento de los derechos y libertades de los indígenas.

Al respecto, Julio César Moreno Rivera, presidente de la Cámara de Diputados, instó a las autoridades correspondientes para fortalecer los apoyos a las etnias del país.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación se habría pronunciado por el reconocimiento jurídico de los indígenas, así como garantizar sus derechos humanos.

¿Nota usted el discurso que se contrapone con los hechos?

No hay duda que la cosmovisión de estos, contra las ideas “sanadoras” de progreso del capitalismo salvaje chocan de manera irrefutable.

El director de este documental,  Hernán Vilchez y José Luis Ramírez, huichol, se reunieron el año pasado con representantes de la empresa canadiense; el tema fue la renuncia a la mina por parte de First Majestic. Un diario español reporta que tras esa reunión la empresa dio una solución burlona: que los indígenas compren las tierras al Estado.

La idea, a parte de ser una gran majadería, ofende al pueblo huichol; la tierra sagrada no se posee, no está a la venta para nadie. Y aunque pasaran por alto eso, carecen de los recursos para tal comisión.

El realizador de este corte documental, señalaría después lo siguiente, de manera bastante acertada:

Imagínate que encontrasen oro debajo de la basílica de San Pedro en el Vaticano (…) ¿Qué pensarían los católicos del mundo si les dijesen: ‘Les dejamos la basílica pero debajo hacemos un agujero y lo sacamos todo?”.

¿Usted qué piensa? ¿”Progreso” y “bienestar” para la población de la zona gracias a la intromisión de una empresa extranjera que se llevará los recursos del lugar o resquebrajamiento de una concepción del mundo?

Por Alberto Cedeño.

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