Se han agregado 28 nuevos destinos que cumplen con los requerimientos para ser Pueblos Mágicos.
Ciudad de México (elsemanario.com).- Lejos de la belleza o del valor histórico y cultural, y de, en efecto, la magia del lugar, un Pueblo Mágico es
una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin magia que te emanan en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico”.
Es la definición que nos ofrece la Secretaría de Turismo a nivel federal.
Para el día de hoy, se han agregado 28 pueblos más que encajan con esa pequeña definición. Así lo afirmó Enrique de la Madrid Cordero, secretario de Turismo. Con esto, el total de pueblos mágicos en el país suma un total de 111, destinos que recibirán un presupuesto de 400 millones para el siguiente año.
Esto se dio a conocer en la Feria Nacional de Pueblos Mágicos, llevada a cabo en la ciudad de Puebla. Se sostiene que la incorporación de estos sitios se alinea a la estrategia turística que puede impulsar los atributos histórico-culturales de las zonas denominadas así de ahora en adelante, quedando de la siguiente manera:
- Puebla, con dos nombramientos: Atlixco y Huauchinango.
- Oaxaca, con cuatro: Huautla de Jiménez, Mazunte, San Pablo Villa de Mitla y San Pedro y San Pablo de Teposcolula.
- Quintana Roo, sumó dos destinos: Isla Mujeres y Tulum.
- Aguascalientes, con San José de Gracia.
- Coahuila obtuvo dos nombramientos: Candela y Guerrero.
- Chiapas con Palenque.
- Chihuahua, Casas Grandes.
- Estado de México agrega: Aculco, Teotihuacán y San Martín de las Pirámides, Ixtapan de la Sal y Villa del Carbón.
- Hidalgo obtuvo la distinción para Tecozautla.
- Jalisco suma dos más: Mascota y Talpa de Allende.
- Nayarit con Sayulita.
- Nuevo León con Linares.
- Querétaro lo obtiene para San Joaquín.
- Sinaloa recibe el nombramiento para Mocorito.
- Tlaxcala con Tlaxco.
- Veracruz se lleva tres menciones: Coscomatepec, Orizaba y Zozocolco.
Cabría señalar que, de 2015 a 2018, la Secretaría de Turismo estima una inversión de alrededor de cuatro mil millones de pesos, los cuales serán canalizados a través del Programa Nacional de Desarrollo.
Obtuvimos dos nombramientos y eso es un gran resultado para Quintana Roo. Ahora tenemos tres Pueblos Mágicos que serán un imán para los turistas nacionales y extranjeros, gracias a su cultura, tradición, bellezas naturales y gastronomía, entre otras virtudes”.
Así celebrarían en Quintana Roo, por voz de su secretaria estatal de Turismo, Laura Fernández Piña.
Al final, las reacciones de los estados coinciden con la anterior; se alegran por estos nombramientos; los pueblos serán más conocidos, atraerán más turismo, nacional y extranjero; muestran su músculo, sus hoteles, sus comidas y la capacidad para que crear si es que no la tienen.
Recordemos entonces esa pequeña definición que nos da la Secretaría de Turismo, sobre qué es un Pueblo Mágico:
una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin magia que te emanan en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significan hoy día una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico”.
Habría que ver entonces los posibles contras que puede traer un nombramiento de este tipo para las comunidades que, en efecto, cuenten con esas cualidades. Generalmente un incremento en la afluencia de gente trae problemas de distinto tipo.
¿Qué tanto beneficio trae la reincorporación de estos pueblos a un mecanismo de esta magnitud lejos de la derrama económica y los presupuestos que los gobiernos estatales recibirán para esas comunidades?
Y es que de acuerdo a las cifras de los distintos estados, estos destinos incrementan el número de visitantes y su derrama económica hasta en un 30% luego de que son reconocidos con esa categorización.
La económica mejora, sí, aunque no sabemos si para los personajes del lugar; pero, ¿cómo afecta esto el entorno inmediato, no sólo natural sino socioculturalmente?
Vaya, que no está mal que un pueblo reciba más visitantes y dinero; pero habría que tomar en cuenta estas pequeñeces e impulsar algo para mitigarlas o frenarlas.