Ucrania y el choque externo a la economía

Con la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos (USA) asumió una conducta internacional hegemónica, tomando rápidamente una actitud de injerencia en los países que habían estado del otro lado de la Cortina de Hierro. 

 

Los economistas han reconocido que pueden existir choques externos que afectan negativamente la economía nacional.  Estos choques son entendidos como eventos que se presentan abruptamente afectando las condiciones económicas internacionales y la situación específica de un país.  Convencionalmente se les considera causados por cambios socio-económicos o en las condiciones políticas imperantes.  Sin embargo, la resolución de un choque externo y el tratamiento de la crisis que puede generar corren el riesgo de conducir hacia una situación de caos.  Esto porque una vez tomada una medida las siguientes quedan condicionadas por la primera, en un proceso de dependencia de acción o de camino (path-dependency).

Tal podría ser el caso de la crisis política de Ucrania-Crimea, que ha hecho temblar súbitamente a las bolsas de valores y elevado el precio de ciertos productos y materias primas, como sus consecuencias inmediatas.  Sin embargo, esta crisis, como muchas otras por no decir la mayoría, son “accidentes” que sólo esperan al conductor y la fecha para que ocurra una fatalidad que conduzca hacia un desconcierto.  Por lo que estrictamente argumentado, los choques externos no son obligatoriamente accidentes, teniendo una razón y causa identificables, más allá del proceso acumulativo de acción y reacción que puedan generar.

Obviamente, éste no pareciera ser el criterio y principio que rige regularmente el análisis socio-económico y la acción política sobre los choques externos.  Los choques parecieran ser asumidos con una visión casi de generación espontánea.  Como si surgieran campechanamente y el mundo, la sociedad, o una población específica, se vieran obligados a asumir su costo.  Bien sabemos que en la biología como en las sociedades estructuralmente no hay generación espontánea.  Los fenómenos sociales y sus consecuencias políticas se van fraguando en el tiempo.  Como un proceso cuya “crisis” algún día tuviera que ocurrir.

De esta manera, se asume que los economistas, como otros especialistas sociales, normalmente tienen presente el riesgo que representa un país y, consecuentemente, el daño que pueda implicar un choque externo.  Aún más, se supone que profesionalmente consideran el riesgo de que se desate un evento socio-económico que afecte a toda una región o se genere un contagio casi de magnitud global.  Bajo este enfoque, es posible examinar la crisis de Ucrania y Rusia, que amenaza llevar a una inestabilidad política internacional.

Ucrania está enclavada en una región que históricamente ha experimentado grandes cambios de dominación política y de transformaciones culturales.  Las fronteras nacionales de esta región cambiaron sistemáticamente hasta prácticamente inicios del siglo XX.  El mosaico  cultural del país se puede evidenciar con sólo señalar que regionalmente se hablan más de diez lenguas, que van desde el ruso, hasta el búlgaro, armenio, pasando por el griego, polaco y alemán, sólo por señalar algunos idiomas.  Prácticamente Ucrania surge como país formalmente reconocido al constituirse como República Socialista Soviética, después de haber librado una ardua lucha contra la revolución soviética.  Lucha que reanudó durante la invasión nazi.

 

Ucrania está enclavada en una región que históricamente ha experimentado grandes cambios de dominación política y de transformaciones culturales.  Las fronteras nacionales de esta región cambiaron sistemáticamente hasta prácticamente inicios del siglo XX.

 

El ámbito geográfico de Ucrania unilateralmente fue ampliado por decisión por el Primer Ministro de la URSS Nikita Kruschev, en 1954, hace sesenta años, cuando decidió que la República de Crimea le fuera anexada a su territorio.  República de la que fue Secretario del Partido Comunista, muchos años antes, y que contaba ya con una población preponderantemente Rusa.  Con la desintegración de la URSS, Ucrania adquirió en 1992, con Boris Yeltsin, su estatus de república independiente, conservando como parte de su territorio a Crimea, con su carácter de república, en tanto se esperaba la celebración de un referéndum para establecer su condición política definitiva, que incluía la posibilidad de su independencia o integración a Rusia.

Sin embargo, dado que en Crimea se encuentran las bases navales de Rusia, se convino que ésta última podría usarlas por un periodo de 20 años, temporalidad que posteriormente con Putín se amplió en otros 25 años.  A la par, se acordó que la flota naval estacionada en Crimea se dividiría con Rusia.  Las bases navales de Rusia en Crimea sobre el Mar Muerto le dan acceso inmediato al Mar Mediterráneo y a una región potencialmente explosiva, integrada por Turquía y los países árabes.  Por lo que Crimea fue y es políticamente estratégica para Rusia, para su seguridad y apetitos de dominación imperiales.

A tal situación se agrega el hecho de que Ucrania ha sido estratégica por ser un gozne geográfico entre Europa y Asia; por su capacidad productiva primaria que la hacía el granero de la URSS; por contar con amplios recursos naturales y, ahora, por ser el espacio por el que transitan los gaseoductos rusos especialmente hacia Alemania.  Por lo que hay razones de seguridad políticas y económicas por las que Rusia da un tratamiento particular a Ucrania y relevantemente a Crimea.  En este último caso se sabe que Crimea cuenta con grandes yacimientos costeros de petróleo y gas.

En este contexto, dos decisiones políticas relativamente precipitadas y una acción “electoral” pendiente -la anexión original de Crimea a Ucrania, la conservación de su estatus político como un sólo país y un referéndum diferido- crearon la posibilidad de un choque para la economía internacional.  A esto se agregan la inestabilidad política de Ucrania, su renombrada corrupción y la impunidad con la que actúan sus gobernantes.  Ello sin dejar de lado la crisis económica interna (Why Putin Is Likely To Lose His War Over Crimea, Anders Aslund, PIIE Update Letter, March 6º 2014), que hizo buscar en un acuerdo con la Unión Europea (UE).  Probablemente un factor clave de la situación imperante es el deseo de buena parte de la población de ser europeos y no rusos.  Conducta que contrasta con el sentimiento de la población de Crimea, que se siente más cercana a Rusia que ha Ucrania, por razones étnicas y culturales.

Con la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos (USA) asumió una conducta internacional hegemónica, tomando rápidamente una actitud de injerencia en los países que habían estado del otro lado de la Cortina de Hierro.  Sin embargo, la posición estratégica de USA recomendaba tomar distancia sobre esos países.  Tal posición inicialmente fue asumida al extremo por el Presidente Clinton, al rehusarse a actuar frente al caos humanitario que había provocado la disolución de la antigua Yugoeslavia.  La presión internacional, particularmente de la ahora Unión Europea, obligó al gobierno norteamericano a asumir un papel activo en la resolución del conflicto.

 

El mundo en aquellos años entró en una recesión y con una caída en el precio del petróleo México, como el resto de América Latina, vivió la denominada “década perdida”.

 

En contraste, el Presidente Bush junto con Tony Blair, Primer Ministro del Reino Unido (UK), desde el inicio de su gobierno asumió un activismo político con los antiguos países socialistas.  Ello afectó relevantemente el equilibrio de las fuerzas armadas entre la OTAN (La Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el denominado Pacto de Varsovia, que integraba originalmente la defensa de los países socialistas de Europa.  Tal proceso de activismo político ha terminado desembocando en relativa integración económica de algunos países ex-socialistas con la UE, proceso al que Ucrania ha pretendido incorporarse.

En este contexto histórico y de seguridad se inscribe el choque externo que ha sufrido el mundo con el conflicto larvado en Ucrania y que ha afectado sustancialmente a la economía Rusa.  Un conflicto que en algún momento se tenía que aceptar para darle una relativa solución.  Como se aborde y se resuelva el conflicto se definirá el futuro inmediato de la relación de occidente con Rusia y su rol en un mundo globalizado y multipolar, que USA se resiste a aceptar.  Pero lograr una resolución estable requiere de considerar la historia, la geopolítica y, obviamente, de la economía.

La autocomplacencia, las buenas intenciones o un boom económico muchas veces terminan cegando hasta a los mejores profesionistas en sus previsiones.  El optimismo desbordado sin análisis lleva a grandes fracasos.  Hay que estar a veces preparados para lo peor.  La crisis política mundial 1979-1980 -con el conflicto de USA-Irán y la invasión soviética de Afganistán- se acompañó con una crisis económica que disparó la tasa de interés internacional a casi 20%.  Sus consecuencias significaron que con cada renovación de los préstamos de corto plazo de México implicaba un mayor costo financiero.  Polonia, entonces socialista, en 1981 fue el primer país que cayó en mora y en donde comenzó a desquebrajarse el socialismo real europeo.

El mundo en aquellos años entró en una recesión y con una caída en el precio del petróleo México, como el resto de América Latina, vivió la denominada “década perdida”.  Hoy Rusia tiene la oportunidad de una tercera acción política con respecto a Ucrania y puede ser la última oportunidad antes de entrar en las arenas pantanosas del caos.  Empecinarse en la independencia de Crimea como que se anexe a Rusia puede ser fatal para el mundo.  Mientras el Presidente Obama pretende entender y atender la economía política internacional, esperemos que la entienda y atienda con prontitud y atingencia.  En política las posiciones irreductibles normalmente llevan al conflicto y pueden, como en este caso, generar consecuencias adversas inconmensurables.

Hace cien años, al inicio de la Primera Guerra Mundial, dijo el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia “dios mío, los locos se apoderaron del manicomio”.  Esperemos que no sea el caso.

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