Todos hablan de la flor y pocos la conocen. A unos les gusta y a otros les disgusta. Thomas Piketty, economista francés, ha generado una controvertida atención y discusión sobre su libro El capital en el siglo veintiuno. Probablemente ningún economista ha levantado tanto polvo periodístico a nivel global en tan poco tiempo, si se considera que el libro fue apenas traducido al inglés en el mes de marzo y es hoy en Amazon primer lugar en ventas.
El análisis de Piketty se centra en el clásico tema de la distribución del ingreso y de la riqueza, la distribución entre el capital y el trabajo. Evidencia históricamente como la distribución a nivel mundial se comenzó a revertir a partir de los años 80’s del siglo pasado, creando una suerte de capitalismo patrimonial. Hecho que pensaríamos explicaría la crisis de producción y empleo que vive buena parte del mundo. El tema había ya sido tratado en USA desde hace casi tres lustros, habiendo recibido de nuevo atención como resultado de la crisis internacional. El autor propone una medida económica para refuncionalizar al capitalismo y corregir su anomalía esencial, cuya reforma económica de los 1980’s lo regresaron distributivamente al siglo xix. Siglo del manifiesto comunista, el Capital y la comuna de Paris; siglo identificado con la utopía socialista.
La medida propuesta por Piketty es la impositiva. La gravación de los altos ingresos y la riqueza, como medida redistributiva. Como en su momento Keynes, Piketty asume que una acción del estado puede regresar al capitalismo ímpetu y progreso, diríamos en beneficio de las masas. Coincidentemente, en tanto Keynes hablo en esencia del beneficio del gasto publico para salir de la crisis económica, Piketty propone el ingreso público gravando la desigualdad del ingreso y de la riqueza; lo que hace ver las dos caras de la moneda fiscal.
La base y razón de la receta de Piketty es vieja y añeja para los economistas que nos formamos, que no nos entrenamos, en un mundo intelectual más creativo y especulativo, que el dogmático que surgió de la lucha ideológica entre comunismo y capitalismo. Como en su tiempo Keynes, Piketty comienza a ser tachado de marxista por ignaros y dogmático. El análisis económico de Piketty, para disgusto de muchos, es a la manera de la economía convencional, con una amplia perspectiva histórica.
Ante la crisis de empleo y distribución del ingreso y la riqueza, hagamos votos por que los actuales economistas y mandarines de la burocracia se asomen al espejo de la historia, aunque corran el riesgo de extraviarse en ella. Bien decía marx que la historia se repite primero como tragedia y después como farsa. En esa estamos y a esa vamos.