En una ocasión escuché sobre la relación existente entre la productividad y los niveles de confianza en una sociedad. No le sorprenderá que, según recuerdo, la relación era directamente proporcional. Es decir, a mayores niveles de confianza interpersonal, mayor productividad en la sociedad de referencia.
Aquí me encuentro revisando un reciente estudio de Parametría, empresa muy seria que genera información para temas sociales de interés público, y una fuente de conocimiento veraz y ciertamente confiable.
Me interesé en el tema, pues es bien conocido que uno de los problemas centrales de México es la baja productividad. Esto es así, en términos generales, pues se sabe que hay regiones en el país de muy alto desempeño como la Ciudad de México, y otras de baja productividad cuyos nombres no mencionaré para no herir a los sectores más sensibles. Al fin y al cabo, el resultado es que la productividad promedio a escala país cae significativamente.
Por eso es importante el estudio de la Parametría que presenta y que responde a una pregunta fundamental: “¿En quién confiamos para protegernos?”. Esto es especialmente importante porque la protección de nuestra integridad física, familia y patrimonio demanda los niveles de confianza más altos que podemos esperar.
Parametría nos presenta sus hallazgos en el contexto del conflicto de los elementos de la Policía Federal que anunciaron su rechazo hacer incorporados a la Guardia Nacional. Y como lo reconoce el estudio, ciertamente la reputación y confianza en las instituciones es un juicio subjetivo. Como también es subjetivo el nivel de calidad de vida que experimentamos, y no por ello es menos importante. Es tan fundamental la visión subjetiva de los ciudadanos que el mismo Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática ha realizado estudios en la materia.
De estos estudios se desprende, qué es la Marina y el Ejército, las instituciones que más confianza inspiran a los ciudadanos en 6 de cada 10 casos, en promedio. En contraste, sólo dos de cada 10 ciudadanos confían en el Ministerio Público, la policía local y los agentes de tránsito. Lo anterior evidencia claramente que la mayor desconfianza ciudadana encuentra su origen en el comportamiento y la reputación de los gobiernos municipales. Y es importante hacer la distinción, ya que para un ciudadano promedio no hay diferencia entre los niveles o órdenes de gobierno, ni mucho menos entre las ramas que lo integran. Para el ciudadano promedio el gobierno es una sola entidad amorfa, una caja negra de la cual salen innumerables motivos frustrantes y experiencias decepcionantes.
Entonces, cabe preguntarnos: ¿cómo podemos recuperar la confianza de los ciudadanos?; ¿qué tiene que hacer el gobierno para generar confianza?; ¿qué podemos aprender de la Marina y del Ejército en cuanto al bien hacer?; y ¿qué podemos rescatar de las experiencias del ministerio público, de la policía local y de los agentes de tránsito?
En realidad, no resulta tan difícil identificar aquellos factores de la Marina y el Ejército que los han llevado a gozar de la mayor confianza entre las fuerzas armadas e instituciones de procuración de justicia en México. En especial, si contrastamos con aquellos de peor reputación.
La Marina y el Ejército deben su buena reputación, en mi opinión, a la existencia de un Servicio Profesional de Carrera bien remunerado y con un adecuado paquete de prestaciones laborales; al contacto positivo con la sociedad, particularmente en las situaciones de desastres que se presentan anualmente en todo el país; al adoctrinamiento cívico y patriótico al que son sometidos sus elementos; así como a la continua rotación de mandos que previene la colusión de las Fuerzas Armadas con los grupos criminales locales. Y por qué no mencionar, el desfile de las Fuerzas Armadas con sus mejores galas y sus brillantes armas cada 16 de septiembre todos los años. Y claro, a la extensa difusión positiva que se da de sus actividades por todos los medios de comunicación.
Entonces, ¿sabemos cómo lograr la confianza en las instituciones? Sí, parece que sí, pero ciertamente cuesta una fortuna. Y si a ello le agregamos una buena estrategia de comunicación de multimedios, pues estamos hechos.
No obstante, ¿qué pasa?, ¿acaso no estamos dispuestos como gobierno, como sociedad, como ciudadanos a invertir lo que sea necesario para fortalecer nuestras instituciones? Yo creo que sí, sin embargo, me parece que no hay un cabal entendimiento de cómo lograrlo y de que vale la pena hacerlo.
¿Y usted qué piensa? ¿Le invertimos a la confianza?