Los datos de la Nochevieja de 2019 nos revelan los retos de México hacia el año 2020. Notablemente, revertir la lacerante desigualdad en el ingreso; el cambio climático; y el profundo cambio tecnológico. ¿Lo tenemos claro los mexicanos? ¿Hemos coordinado el esfuerzo gubernamental, privado y social para contenerlos y, de ser posible, revertirlos? Usted tendrá su propia y respetable opinión, estimado lector.
Afortunadamente tenemos datos fidedignos sobre la situación de México y el mundo al cierre de 2018, mismos que se reflejan en el más reciente reporte del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo: El Informe sobre Desarrollo Humano 2019. Para sorpresa de algunos, México es considerado un país con un nivel alto de desarrollo humano. Ocupando el lugar 76 entre 189 países medidos. Esto significa que requerimos escalar 14 posiciones en la tabla, al tiempo que todo el mundo continúa avanzando. O, en términos estáticos pasar de un Índice de Desarrollo Humano de 0.767% a 0.8%. Parece un tramo corto, menos de tres décimas de punto visto en el índice, pero implica mucho por hacer en múltiples dimensiones. Tarea nada fácil.
Lo más lacerante es que en México, como en el resto del mundo en general, cada vez menos ciudadanos tienen esperanza de vivir mejor en el futuro; pero aún peor, han perdido su sentido de propósito y dignidad para su propia vida. Lo cual destruye la esencia misma de su ser como persona humana.
Si bien es cierto que en México se ha logrado trasladar importantes grupos de la pobreza alimentaria a la pobreza de capacidades; es una realidad que un mexicano promedio no tiene las oportunidades ni los recursos necesarios para asegurar su bienestar y ascenso social. La posición social en México está determinada, de manera similar al resto del mundo, por su género, su raza y/o la riqueza de sus padres.
EN PERSPECTIVA, todos tenemos claro el tema de la desigualdad en cuanto a ingreso y oportunidades se refiere; sin embargo, no parece ser que haya la misma consciencia en cuanto a la importancia de prevenir la desigualdad educativa y de competencias tecnológicas (acceso y calidad).
Y en materia de cambio climático se observa un franco retroceso, al menos en lo que a políticas públicas se refiere. Es una pena, pues como siempre, la sequía y exacerbación de las catástrofes ambientales golpearán más fuerte a los menos favorecidos.
¡Feliz 2020 estimado lector!