Contracorriente

Cambiar las reglas de hacer negocios

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Cierto, enfrentamos una crisis económica mundial sin precedentes, una pandemia que por primera vez cubre el planeta y en México, en particular, transitamos una difícil transformación política que se propone, entre otras cosas, cambiar las reglas de hacer negocios en México.

Claro que un cambio sustantivo de reglas de inversión privada, después de un siglo de vigencia de las viejas, crea incertidumbre y lleva a quienes se ven afectados a declarar que han perdido confianza en el gobierno; también reclaman seguridades empresarios que tienen razonables dudas del sentido y consecuencias de los cambios.

Hasta ahora, los cambios han consistido en eliminar cualquier privilegio fiscal, del que no gozaban todas las empresas, sólo las más grandes e influyentes, como BBVA Bancomer, por ejemplo, y varias compañías industriales, lo que ha tenido el efecto perverso, además de la pérdida de recursos para la hacienda pública, de poner en desventaja competitiva a quienes no participaran en esos enjuagues.

pagar impuestos
Ilustración: PRP Channel.

Otro cambio en marcha es reducir al máximo la evasión y elusión de obligaciones fiscales, con el respaldo de reformas legales que hagan pensar a quienes han dejado de pagar impuestos, que no vale la pena correr el riesgo de seguirlo haciendo.

Finalmente, al poner distancia entre el poder político y el poder económico, se busca evitar la añeja costumbre del otorgamiento amañado de contratos que, otra vez, tiene el perverso efecto colateral de que el contratista abate calidad de la obra, sin que la autoridad contratante pueda reclamarle nada.

En esos cambios no hay ningún ataque al derecho de propiedad privada. Si tienen éxito razonable, el resultado sería un piso más parejo de competencia para las inversiones en todas las ramas de actividad; ninguna gozaría de privilegios a discreción y corrupción de autoridades, y el Estado sólo fomentaría las inversiones privadas creando infraestructura, regulaciones adecuadas y subsidiando actividades estratégicas.

Ésas son sólo parte de las condiciones favorables a las inversiones privadas en un sistema capitalista; otra parte, la más importante, es la perspectiva de rentabilidad que le ofrezca el mercado a los inversionistas.

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Imagen: Reporte Índigo.

Rentabilidad es la palabra clave, legítima; cómo obtenerla, es lo que está cambiando y ha sido motivo de distanciamiento entre el gobierno y la representación empresarial que, por el bien de todos, conviene que se resuelva.

En la mañanera del 17 de agosto, López Obrador dijo que se está hablando con todas las organizaciones empresariales para que, en 15 días, se presente un “proyecto de reactivación económica” que comprenda inversiones mayoritariamente privadas en infraestructura, incluyendo el sector energético.

Por su parte, Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, dijo que tiene cinco puntos a proponer para la recuperación de la economía: estimular el consumo local; aprender a vivir al lado de la pandemia; difundir los programas de financiamiento para trabajadores –apoyos fiscales para pagar la nómina (?)–; promover la venta de productos mexicanos en Estados Unidos y revivir las inversiones infraestructura.

A diferencia de la solicitud empresarial al inicio de la pandemia, para que el gobierno adquiriera créditos por un billón de pesos para compensar la pérdida de ingresos que tendrían las empresas, a lo que López Obrador se negó rotundamente, ahora parece haber mejores posibilidades de acuerdo y de que se echen a andar las inversiones públicas y privadas del programa de infraestructura que se presentó en diciembre de 2019, y en el sector energético.

Hay que hacerle lugar al optimismo.


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Desde su última campaña como candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador destacó que asumiría dos compromisos eje: abatir la corrupción y cumplir con el lema “por el bien de todos, primero los pobres”. Éste se le está yendo de las manos, pero si consigue contener la corrupción, podrá hacer un balance favorable de su gobierno en 2024.

El presidente está convencido de que el mayor problema del país, del que surgen los demás y el que hay que cortar de raíz para avanzar en otros frentes, es la corrupción.

No dude usted que la cleptocracia está detrás de la falta de crecimiento económico, de las desigualdades, de la inseguridad pública, de las fallas en educación y salud, y de otros males.

La práctica la inauguró el porfiriato, época en que un grupo muy reducido de empresarios, como Antonio Basagoiti y Arteta, Thomas Braniff, Leon Signoret, y Weetman D. Pearson, tenían una abierta relación con los personajes clave de la política porfiriana.

primero la corrupcion
Ilustración: Debate.

La fuerza de esos empresarios era su capacidad de sesgar las políticas gubernamentales en su favor, lo que dejaba fuera de los negocios a quienes no entraban en esos arreglos.

Fue la causa principal de que no se consolidara en ese México una plataforma industrial y mercantil que fuera capaz de crecer, competir y sobrevivir sin los favores y privilegios que le diera el gobierno.

El mismo modelo se reprodujo durante el Prian y después de ochenta años, la situación que padecemos en México es bastante peor; ahora no sólo implica acumulación de riqueza en unas empresas a costa de la igualdad y libertad de competencia de las demás, sino complicidades en negocios ilícitos de frontal agresión a la sociedad.

Lo primero que hizo López Obrador al asumir la presidencia, fue una consulta patito para cancelar el aeropuerto de Texcoco y mandar el mensaje de que no sólo asumía el gobierno, sino el poder público, y que desde ese momento quedaría separado del poder económico.

La separación no tenía que ser ruptura, ni la intención era que lo fuera, aunque el presidente la condujo abiertamente, de la única manera que era posible hacerlo, sin dar margen a negociaciones a puerta cerrada.

consulta patito
Ilustración: Vértigo Político.

Está el gobierno en la fase más delicada del proceso, que no consiste sólo en castigar con cárcel a uno que otro personaje, aunque ver el enjuiciamiento de un expresidente causaría gran regocijo social.

El verdadero desafío es desarticular la red de complicidades de la que se benefician autoridades, empresarios y la delincuencia, asunto arriesgado porque los miembros de esa mafia se cuidan unos a otros en todos los círculos de poder público, financiero, mercantil, judicial y tienen raíces en múltiples contingentes sociales.

La Fiscalía General de la República como denunciante, la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP como investigadora y el poder judicial, comparten esa responsabilidad.

La noticia del momento es que Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, vinculado a proceso por los delitos de asociación delictuosa, cohecho y operación de recursos de procedencia ilícita en el caso de Odebrecht, denunció el martes ante la Fiscalía que parte de los sobornos que recibió fueron a dar a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012, por órdenes del entonces candidato y de Luis Videgaray.

Peña Nieto y Videgaray sólo incurrieron en cinismo y descaro, no son piezas clave del andamiaje de la corrupción contemporánea de cuya desarticulación depende en gran medida, el avance en el combate al crimen organizado.

Luis Videgaray y Enrique Pena Nieto
Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto (Fotografía: Mensaje Político).

Entre tanto, la pandemia y una estrategia social débil, invalidan el lema de “primero los pobres”; lo más probable es que al final del sexenio haya más pobreza en el país.

Pero en este momento, mientras se resuelve la disputa sobre corrupción entre las élites de poder, la sociedad está sufriendo un daño que, como dice el Grupo Nuevo Curso de Desarrollo que coordina Rolando Cordera en la UNAM, puede ser mayor o menor dependiendo de las medidas extraordinarias, adicionales que ponga en marcha el gobierno el cual, por lo pronto, no está haciendo nada.

La economía no se recuperará espontáneamente, ni los ingresos de la gente; la inversión privada difícilmente crecerá por sí misma habiendo una enorme ampliación de capacidad productiva ociosa, con bajas perspectivas de repunte de la demanda y la prevalencia de una gran incertidumbre.

Sólo un impulso fiscal puede dinamizar la recuperación en el corto plazo, lo que supone mayor déficit público y para solventarlo, una reforma hacendaria en 2021.


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La recesión económica y el daño social consecuente es global, planetario, y no tiene precedentes en tiempos de paz; lo bueno es que ha hecho evidente la urgencia de varios cambios.

En otros países, grupos sociales, académicos y partidos políticos analizan el entorno global y discuten alternativas enfocadas a los cambios profundos que requiere una recuperación sustentable.

En México, tristemente, la palestra casi la llenan dos bandos: quienes quieren ver en todo lo que diga o promueva López Obrador un fracaso o un peligro para su tranquilidad, y quienes ven en toda crítica a las acciones de gobierno la negra intención confabularia de quienes han sido afectados en sus intereses y se han convertido, por lo tanto, más que en adversarios, en enemigos.

Lo que ambos bandos discuten es lo que el presidente plantea cada mañana, como si todo lo que sucede y pudiera suceder dependiera efectivamente de él.

con el poder de amlo
Ilustración: Eulogia Merle.

México, como otros países, necesita hacer cambios profundos para sostener la recuperación, que sólo serán posibles por voluntad y compromiso mayoritario y democrático.

La pandemia ha demostrado algunas urgencias de cambio en México y otros países. Un papel del Estado más destacado, en mejor equilibrio con los mercados, es una muy obvia; los mercados necesitan volver a ser políticamente regulados, pero en un Estado con más atribuciones, las sociedades deben estar mejor representadas en el Congreso.

¿Cómo vamos a hacer en México para reformar el sistema político, más allá de los procedimientos electorales, para lograr una democracia de abajo hacia arriba, desde la representación de sus agremiados en sindicatos empresariales, obreros, campesinos y partidos políticos?

La concentración de la riqueza está descontrolada y la distribución del ingreso ha empeorado en todo el mundo capitalista; revertir las desigualdades en sus causas y fortalecer los salarios, las prestaciones sociales a los trabajadores y los sistemas de salud y educación, es otra urgencia ineludible, lo mismo en escenarios tan distintos como Estados Unidos que en toda América Latina.

partidos politicos amlo
Ilustración: Enrique Cedillo.

El gobierno en México asumió ese desafío. A juzgar por los aumentos salariales del año pasado en México, por primera vez reales en cuarenta años, y por la reciente mejora al sistema de pensiones de los trabajadores en el sector privado, al parecer en el empresariado hay conciencia de que tiene que mejorar la distribución del ingreso en nuestro país.

Los aumentos salariales del año pasado tuvieron una vigencia y efectos muy breves a causa del desempleo, subempleo y reducciones salariales que impuso el cierre de la economía por la pandemia.

Según el INEGI, la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta básica, cayó de 41.8 en el tercer trimestre de 2019 a 35.7 por ciento en el primer trimestre de este año, gracias al aumento salarial, pero en mayo pasado la población que, teniendo trabajo, no le alcanza lo que gana para comer tres veces al día, remontó a 54.9 por ciento.

 No es viable económicamente, ni socialmente justo, ni políticamente aconsejable esperar que por mera inercia de una recuperación del crecimiento económico, aún incierta, se restablezca el poder adquisitivo de los salarios más bajos. ¿Qué medidas de emergencia son viables de aplicar con urgencia, en apoyo a quienes menos ganan por su trabajo?

Cualquiera que se diseñe, deberá contar con apoyos fiscales. El presidente se ha negado a promover una reforma fiscal y ha optado por aumentar la recaudación cobrando a los que tienen pagos atrasados y combatiendo la evasión.

salario minimo
Ilustración: R.G.

El cálculo es que la evasión del Impuesto Sobre la Renta es de 221 mil millones de pesos y la del IVA de 215 mil millones de pesos cada año, vía factureras y otros trucos. Aparte están las condonaciones como “cortesía”, de las que por ejemplo, Bancomer BBVA fue favorecido.

El problema de la estrategia hacendaria es que aunque se logre recaudar puntual y eficazmente, se requerirá algo más para fortalecerla al nivel que reclaman los desafíos del desarrollo y se habrá perdido tiempo en hacer la reforma fiscal a fondo que se necesita desde hace décadas.

Los esfuerzos por cobrar sin modificar la ley, sólo aplicándola, no es terrorismo fiscal ni una venganza contra el empresariado, como algunos lo consideren.

Más Estado, más democracia, más equidad social se contemplan en muchos países como condición para una recuperación más estable y duradera.


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La recuperación económica mundial –y la de México– será lenta mientras la respuesta a la pandemia de los gobiernos de los países poderosos siga siendo únicamente la derrama de billones de dólares a empresas y familias, y no se atienda, para modificar, la relación entre oferta y demanda en la economía real.

Se están repitiendo las mismas medidas que se aplicaron en la crisis financiera de 2008, a pesar de que no resultaron en un dinamismo notable el crecimiento productivo, ni la demanda de los consumidores, y en cambio elevaron los índices especulativos de los mercados financieros y los del endeudamiento de los gobiernos.

Sucedió que la mayor parte de la derrama fiscal de entonces no la emplearon las empresas en ampliar sus capacidades productivas y las familias prefirieron pagar deudas y ahorrar, que gastar ese dinero y fortalecer la demanda del mercado. Lo mismo está pasando ahora.

A pesar, por ejemplo, de que el gobierno estadounidense ha derramado 6 billones de dólares desde marzo pasado, abonados a cuentas empresariales y de personas, el FMI calcula que el PIB estadounidense caerá por lo menos 8 por ciento este 2020.

circulo economico vicioso
Ilustración: Business Standard.

La zona euro, que también ha derramado inmensos recursos, caerá 10.2 por ciento, casi lo mismo que el PIB mexicano (10.5%), que no siguió la vía de la derrama fiscal para apoyo de las empresas.

El problema que la economía global viene padeciendo desde antes de que llegara el Covid-19 y que no se resuelve con la mera inyección de dinero, es que las empresas lo reciben, pero no ven razones para invertirlo en elevar capacidades productivas mientras la demanda de los mercados no crezca.

Y el consumo no crece porque hay subempleo, desempleo y por una concentración descontrolada de la riqueza que es efecto, entre otras cosas, de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en todo el mundo capitalista, desde Alemania y Francia o Inglaterra, hasta México el año pasado.

La austeridad en inversiones públicas en aras del equilibrio fiscal a toda costa, como manda el credo neoliberal, también ha contribuido, en Europa (y México), a la formación del círculo vicioso entre baja demanda y subinversiones.

Por baja demanda, la economía global trabaja, desde hace décadas, por debajo de la capacidad instalada en fábricas, la cual crece rápidamente desde los años ochenta del siglo pasado impulsada por nuevas tecnologías.

En el problema está la solución, que no es económica sino política; empieza por el restablecimiento de capacidades que perdió el Estado durante la era neoliberal y sigue por el establecimiento de objetivos sociales y económicos en el ejercicio de la política fiscal.

circulo economico vicioso
Ilustración: Otto Dettmer.

Dejadas al “libre mercado”, las economías han generado los problemas que están detrás de la crisis global, que benefician a los muy pocos que concentran descomunal riqueza y mayor poder de decisión que los gobiernos e inclusive, que muchos Estados.

Ese poder de decisión debe volver al Estado, para recuperar el manejo de su principal instrumento, que son los recursos fiscales, a fin de aplicarlos conforme a objetivos de interés y beneficio común.

Desafortunadamente, todavía no se percibe, entre los gobiernos, la inclinación a restaurar funciones del Estado que le permitieran establecer objetivos sociales y políticos como finalidad de la marcha económica. Sin embargo, recordará usted, lector, que antes del confinamiento por la pandemia, había nutridas manifestaciones sociales en Europa, América Latina, Asia y Estados Unidos; al terminarse la pandemia, los jóvenes y las clases medias tendrán muchos más motivos para seguir protestando y exigiendo, y manifestando ideas progresistas por medio de grupos sociales organizados, cada vez más presentes en países como Holanda, España e Inglaterra. Las fuerzas de derecha, como siempre, carecen de ideas, sólo defienden intereses y privilegios.


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Mauri y Kenneth Karger se establecieron en Quintana Roo hace 20 años, provenientes de Texas; les encanta México, sus paisajes, su cultura y su gente, dicen. Llegaron en edad todavía muy productiva; fueron adquiriendo propiedades en la laguna de Bacalar, Puerto Aventuras y un rancho de 2,000 hectáreas cerca de Chetumal. Ahora lo dejan todo atrás, impotentes ante repetidas invasiones de sus propiedades, ante la pérdida del dinero que tenían en el Banco Monex y ante la total impunidad de quienes los han hecho víctimas de sus fechorías.

La historia del fraude bancario de ésa y otras ocho familias estadounidenses radicadas en San Miguel de Allende, fue narrada por la cadena de televisión NBC, por Bloomberg News y otros medios desde septiembre del año pasado; los Karger publicaron su versión, más amplia, el sábado pasado en México News Daily; en ella abundan en experiencias propias y ajenas de horrores vividos durante años en nuestro país, desde épicos asaltos en autopistas hasta batallas legales contra invasores de tierras, una ganada pero que no significa la recuperación del terreno.

Con todo lo grave que son esos delitos, lo extraordinario para los ojos extranjeros –lo que convirtió en reportaje televisivo y de prensa la experiencia de esas familias– fue la impunidad de los victimarios –organizaciones y organismos–, así como el hecho de que el daño no sea reparado. No lo ha sido hasta este momento (NBC News)

fraude en Monex
Ilustración: Michael Driver.

Los afectados demandaron al grupo Monex por doce presuntos delitos, según puede verse en la página web. Si la Comisión Nacional Bancaria y de Valores juega su papel, tendría que estar cerca de las averiguaciones del caso que podrían, eventualmente, llevar a la cancelación de operaciones de Monex en México.

La mayoría de las familias defraudadas se asentaron en San Miguel de Allende, Guanajuato. Relataron a la NBC que Marcela Zavala Taylor fue su ejecutiva de cuenta del Grupo Financiero Monex, en algunos casos durante más de nueve años, a la que visitaban en la sucursal de ese banco en la ciudad.

Monex, con 5.200 millones de dólares en activos y operaciones en Estados Unidos, tenía la confianza de los 10,000 estadounidenses que viven en San Miguel de Allende.

Cuando Zavala y sus depósitos desaparecieron en diciembre de 2018, los afectados se reunieron con funcionarios de Monex y algunos de ellos supieron –según Bloomberg News– que faltaban unos 40 millones de dólares de unas 158 cuentas, la mayoría pertenecientes a estadounidenses. También dijeron que los estados bancarios que Zavala les enviaba, aparentemente eran falsos.

fragil estado de derecho
Ilustración: Benedetto Cristofani.

La mayoría de los afectados dice que el banco les ha dicho poco desde que presentaron sus reclamaciones y algunos comentan que les ofreció arreglos por mucho menos del saldo de sus depósitos.

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, Condusef, tendría que apoyar las gestiones de los afectados, que tienen todas las de ganar porque no fueron víctimas de un hackeo o fraude externo al banco, como tantos que se cometen a diario, sino de una representante del organismo.

A pesar de tantos problemas que afrontamos en México y en el mundo, el frágil Estado de derecho –las reglas de convivencia y de solución de conflictos sin violencia– debe estar más presente en las acciones del gobierno, de los legisladores, del poder judicial y de la sociedad.


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El discurso del presidente López Obrador ante Trump tuvo dos ejes: uno, el “político”, en el que estuvo implacable con los agravios del pasado y enalteció a los mexicanos migrantes, pero se mostró sumiso y lisonjero en demasía al pasar por alto los muchos agravios de Trump a nosotros y a nuestro país; ésta fue la nota del encuentro que destacó la prensa liberal estadounidense.

El otro eje del discurso fue para refrendar la disposición del gobierno a profundizar la integración económica, financiera, comercial, monetaria, jurídica y hasta cultural con Estados Unidos y Canadá, “para enfrentar los desafíos económicos y de seguridad del siglo XXI de nuestra región de América del Norte”.

Hace 26 años, con el mismo discurso sobre fortalecer nuestra competitividad global como región, el gobierno de Carlos Salinas inauguró el TLC prometiendo, como ahora, que la integración económica de México a la región, bajo la conducción estadounidense, promovería la prosperidad de los tres países.

errores del TLC en T MEC
Imagen: Alto Nivel.

La globalización y el neoliberalismo estaban, entonces, en su apogeo a diferencia de ahora, que van de retirada –no muy franca– ante nacionalismos y la toma de conciencia, por todas partes, de que el Estado debe tener mayor incidencia en la marcha de las economías y de que el principal desafío que enfrenta todo el mundo, es la extrema polarización, tanto del poder como de la riqueza y, por supuesto, del descontento social.

Ese cambio de situación y de perspectiva obligan a cambiar el sentido de la integración regional de México; la de 1994 fue que la mera integración traería el desarrollo a nuestro país, si se empequeñecía al Estado –la mejor política industrial es la no política, decía Serra Puche– a fin de dejar a la lógica del mercado la asignación de recursos de inversión, generadores del crecimiento.

La lógica del mercado hizo considerar al empresariado que más le convenía importar y mercantilizar lo que se produce fuera, camino facilitado por ser una de las economías más abiertas del mundo al comercio internacional; de ahí que la formación bruta de capital en México sea de las más bajas de la OCDE y que, no por accidente, tengamos uno de los crecimientos más lentos de América Latina.

errores TLC T MEC
Ilustración: Donna Marie Grethen-Tong.

Transcurridos 26 años de vigencia del “libre comercio e inversiones”, las asimetrías entre México y sus dos “socios” son ahora, de verdad, más profundas y nuestro país es más dependiente por haber perdido capacidades internas en generación de energía, producción de alimentos y permitido la ruptura de cadenas de valor industriales que habían tardado décadas en construirse.

Estamos en otro momento de la economía mundial; vivimos el declive de la globalización y del neoliberalismo, y estamos ante una recesión económica sin precedentes desde que se consolidó el capitalismo industrial en el siglo XIX. No hay ruta de recuperación clara para ninguna región o país.

El vínculo más importante de México con ese obscuro panorama, es el T-MEC. El gobierno, solo frente a Estados Unidos, no evitará que ese instrumento profundice los efectos negativos del TLCAN; es urgente la necesidad de corregir errores estructurales internos y para hacerlo es insustituible una fuerte alianza interna, bajo la rectoría del Estado pero no autoritaria, no con Morena como fuerza irrebatible al legislar y sí con un Ejecutivo que si hace política en Washington, también la haga y negocie con fuerzas internas del país; no todas las que han sido denostadas, merecen ese trato.


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Primero los pobres… sí, pero la 4T debe ir más allá; programas en su mayoría asistenciales, otros de apoyo a capacitación y mejores prácticas productivas, son claramente insuficientes para sacar de la pobreza a los mexicanos que la padecen y menos sirven para atemperar las desigualdades.

Sin el concurso de la clase media, a la que pertenece el empresario promedio en México, no habrá transformación alguna, sino al contrario, regresiones; el gobierno tiene que reconocer que entre el empresariado también hay estratos y que el presidente ha cometido el error de referirse a los empresarios en general como élite conservadora, que ha hecho dinero por influencias y corrupción en complicidad con el poder político.

Aunque eso ha ocurrido, la gran mayoría de los empresarios mexicanos son víctimas de ese “capitalismo de cuates”, de esa forma de hacer negocios que los pone en gran desventaja y los deja fuera de competencia por los mercados; con ese empresariado pequeño, mediano y grande, el gobierno debería alinear desde agendas hasta programas y acciones.

primero los pobres
Ilustración: Víctor Solís.

Ante la brutal recesión económica en que estamos, no va a funcionar la amlonomics, según la cual los empleos que se necesitan se generarán por el estímulo que ejerza el mayor poder de compra de los pobres en el crecimiento de las inversiones productivas; aparte de insuficiente, ese mayor poder de compra podrá optar por productos chinos –o de cualquier otro origen– en una las economías más abiertas del mundo como es la nuestra.

Otro elemento de la amloconomics para asegurar un buen futuro, es el T-MEC, que no le gusta a los grandes empresarios porque fue impulsado por Trump para restarle a México el atractivo de sus bajos costos ambientales y, sobre todo, laborales, con la intención de que las inversiones estadounidenses en México regresen a Estados Unidos, o por lo menos dejen de venir.

El discurso de López Obrador, después de dialogar en privado con Trump, le recuerda al presidente del “América first” que el mejor futuro está en consolidar la integración ya existente entre las tres economías para asegurar una posición regional, no nacional, en la economía global.

Desde la perspectiva de López Obrador, el T-MEC podría convertirse en instrumento para esa integración; destacó que el contenido de valor laboral de las exportaciones entre los tres países tiene que ser igual, para lo cual se pactó una fórmula de cálculo aplicable por lo pronto, a la industria automotriz.

amlo y trump
Ilustración: Ellie Foreman-Park.

Al sector del empresariado más grande y poderoso le preocupa que de generalizarse la fórmula laboral del sector automotriz a otras ramas y si los trabajadores tienen mayor libertad para organizarse y mayor poder para acordar colectivamente salarios y prestaciones, la economía nacional perdería competitividad.

De ese sector acompañaron al presidente a Washington integrantes del Consejo Mexicano de Negocios y del Consejo Coordinador Empresarial, pero ninguno que represente a los grandes, medianos y pequeños empresarios mexicanos cuya actividad está estructurada para servir al mercado interno, a quienes podría interesarles que no se sigan pagando en México los salarios más bajos de la OCDE y que las mayores empresas dejen de eludir y evadir impuestos, para que el gobierno pueda ofrecer mejores servicios públicos y toda población tenga más dinero en su bolsa para consumir.

Ése sería un verdadero vuelco transformador de la economía y la política mexicana, pero es difícil de imaginar, aún como utopía, sin la activa participación de las clases medias, a las que pertenece el 98% de las empresas mexicanas, las que no dependen de importar el 79% de sus insumos para producir lo que exportan.


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Dijo el presidente en la “mañanera” del martes pasado que quisiera ayudar más a “los que están abajo (…), pero son nuestras posibilidades, hacemos lo posible también para no endeudarnos”, y explicó que si se decidiera a pedir créditos ante la crisis y la pandemia, “en el futuro tendría que destinarse más dinero a pagar intereses de la deuda en lugar de destinarlo de manera directa al bienestar de las personas”.

Tres observaciones sobre la opinión presidencial, “con todo respeto”.

Ciertamente, la política contra la pobreza, es pobre: cuando mucho alcanza, suponiendo que no hay desvíos ni corrupción, a 22 de los 61 millones de pobres que hay en el país, y lo hace con ayudas muy insuficientes para posibilitar cambios permanentes en su vida.

Los apoyos van de 800 pesos mensuales que reciben 11 millones de estudiantes, a 1,310 pesos para 7.5 millones de adultos mayores; menos de un millón de personas con discapacidades recibe igual cantidad y alrededor de 600 mil jóvenes registrados en alguna empresa para capacitarse, reciben 3,750 pesos mensuales.

pobreza, más pobres en el mundo
Fotografía: Agora Prowly.

En el medio rural, 409 mil jornaleros reciben 5,000 pesos mensuales para que siembren cultivos perenes en sus parcelas, y 2.4 millones de campesinos y pescadores reciben apoyos directos.

Son apoyos necesarios para la muy precaria vida de millones de compatriotas, y qué bueno que los tengan, pero sus urgencias son tan grandes que fuera de los jóvenes en capacitación y de los sembradores de árboles, los programas no están pensados para que la gente invierta esos recursos en mejorar sus condiciones de trabajo en el largo plazo.

Mi segunda observación es que los programas sociales con que se ayuda a los pobres, no están diseñados para sortear una emergencia como la que vivimos, a consecuencia de la cual, todos los mexicanos, con muy pocas excepciones, veremos reducidos nuestros ingresos.

Quienes perderán relativamente más son las familias de mayores ingresos, las ubicadas del sexto al décimo decil de ingresos; quienes entran en los primeros deciles también perderán, pero proporcionalmente menos.

La guía de la política social es el principio de que, por el bien de todos, primero los pobres, lo cual es plausible, y lo sería más si no dejara fuera a 40 millones de ellos; pero en la situación de emergencia, otros sectores necesitan acciones temporales de protección.

Se requieren acciones para proteger empleos, subsidiando a empresas para pagar su nómina a condición de que conserven a todo su personal; las declaraciones mensuales al SAT darían información de cuáles empresas requerirían ese subsidio y cuáles no.

protección social

La crisis ya ha causado la pérdida de entre 5 y 8 millones de empleos y se perderán muchos más; a falta de un seguro de desempleo, habría que proteger a las personas que por ésa o cualquier otra causa han perdido su fuente de ingresos; hace falta un programa de transferencias temporal a quienes realmente lo necesiten.

Y tercero, como hemos insistido en este espacio, se requiere establecer un sistema para el otorgamiento de créditos blandos que lleguen directos, sin comisiones ni alzas desmesuradas en las tasas de interés, a las micro, pequeñas y medianas empresas.

El Banco de México le ofreció créditos a la banca múltiple direccionados a las MiPymes, pero está en la naturaleza de los banqueros cobrar comisiones y los más altos intereses que el cliente esté dispuesto a pagar.

Si no se logra evitar la insolvencia y parálisis de millones de MiPymes con créditos blandos y de largo plazo, empresas y familias entrarán en moratorias “y los bancos se encontrarán en el ojo del huracán”, como adelantó ayer Agustín Carstens. Y entonces el gobierno tendrá que prepararse para rescatar, no a la planta productiva generadora de empleos y riqueza, sino a la banca, extranjera en su mayor parte.

Aunque al presidente le da resquemor solicitar crédito para su gobierno, la emergencia exige que lo haga, no sólo para ayudar más a los pobres, sino para crear una red de protección social ante la emergencia y el peligro de perder inversiones productivas, empleos y arrojar a la desesperación a millones de familias.

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