Contracorriente

Los gobiernos progresistas

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El periódico El País publicó un interesante, aunque polémico, repaso del historiador uruguayo Aldo Marchesi sobre diversas experiencias sudamericanas con gobiernos de izquierda “progresista”; describe situaciones que tienen coincidencias con la izquierda mexicana de López Obrador, a la que se adelantaron y vienen de retirada.

Los gobiernos progresistas tienen plena justificación en América Latina, la región más desigual del mundo, con el agravante de que en la economía globalizada se acentúan y profundizan las desigualdades de países que no tienen manufacturas de alto valor agregado con las cuales competir.

Tal es nuestro caso: la globalización neoliberal profundizó las desigualdades de todo tipo en la región, al grado de convertirlas en severas trabas a las inversiones y a los negocios transnacionales, además de provocar conflictos políticos y sociales cada vez más agudos, como los que se registraron en Colombia y Chile el año pasado.

mapa del progresismo
Ilustración: Mariano Vior.

Es mi personal punto de vista que los gobiernos de izquierda progresista, o reformista, tienen la misión de atenuar las desigualdades para así destrabar el funcionamiento de sus mercados.

Esas políticas, como las de López Obrador, escribí en este espacio hace quince días, no están dirigidas a cambiar el modelo económico, sino a desbloquearlo de trabas como la excesiva influencia de grupos económicos, la evasión fiscal, la corrupción (incluido el auge del crimen organizado) y las desigualdades sociales.

Con esos propósitos, y medidas redistributivas como el mejoramiento salarial, de la legislación laboral o programas de transferencia monetaria directa a grupos vulnerables, hubo avances en la reducción de las desigualdades en Brasil con Cardoso y con Lula, en Uruguay con Tabaré Vázquez y José Mujica, en Argentina con los Kirchner, en Ecuador con Rafael Correa, en Bolivia con Evo Morales.

Ahora, el artículo de Marchesi; todos esos gobiernos enfrentaron, sin éxito, la reacción de las derechas nacionales y fueron derrotados electoralmente –o por vías golpistas, como lo fueron Dilma Rousseff y Evo Morales–.

¿Por qué? Los gobiernos reformistas se ciñeron pragmáticamente a lo que consideraron viable, por lo que mantuvieron sustanciales continuidades con el neoliberalismo económico y con la democracia liberal. Con entero pragmatismo habrían redistribuido el ingreso, dice Marchesi, pero sin afectar las causas de las desigualdades que derivan de la concentración de la riqueza.

(Una forma eficaz de redistribuir la riqueza es abatir la corrupción y la evasión fiscal, evitar que siga concentrándose por esos mecanismos y fortalecer la hacienda pública).

paises progresistas
Ilustración: La Nación.

Lo que no habrían previsto los gobiernos progresistas fueron dos cosas: que su limitada agenda redistributiva generaría expectativas de una movilidad social más rápida entre los sectores favorecidos, e indignación y temores entre las clases medias, las cuales no simpatizan con los llamados a la solidaridad social sino con los discursos neoliberales que exaltan la iniciativa y la suerte individual.

Segunda imprevisión: que las prácticas personalistas y clientelares de las políticas gubernamentales impidieron la construcción de asideros políticos plurales con empresarios medios y clases sociales, que no necesariamente representan a las fuerzas de la reacción ni de la oligarquía. Error que López Obrador da muestras de estar repitiendo.

Las expectativas incumplidas de los sectores pobres y el conservadurismo congénito de las clases medias, habrían sido capitalizados por los discursos de derecha basados en una construcción caricaturesca de la idea de populismo. En la mayoría de los países, los gobiernos progresistas fueron derrotados electoralmente por coaliciones de derecha; donde eran más fuertes, se recurrió al golpe de Estado. Terminó un ciclo de 20 años de gobiernos progresistas en Sudamérica y el de México apenas comienza.


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De la aversión a López Obrador al compromiso

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Hay encono entre detractores y defensores de López Obrador, escribió ayer Enrique Quintana en su columna de El Financiero, aversión mutua que rebasa los niveles de una contienda política que estuviera basada en las diferencias de opinión, de visión y de valores.

Como escribió también ayer Blanca Heredia en el mismo periódico: la única manera de explicarse a “López” entre sectores privilegiados, norteamericanizados en su visión del mundo, es volviéndolo un loco ignorante y, en especial, un hombre enfermo de poder.

La política se está convirtiendo en un campo de guerra irracional, aún a sabiendas de que una extrema polarización ideológica impide la construcción de los acuerdos necesarios para resolver los graves problemas económicos y sociales que tenemos.

Partamos de tres premisas: un cambio de régimen supone acuerdos y si éstos faltan, surge la posibilidad de dictadura; dos, si a la 4T le va mal y fracasara en lo sustancial, nos va peor a cada mexicano, a ricos y a pobres; tres, hay riesgos de fracaso en aspectos sustantivos de la estrategia de gobierno sobre los que simpatizantes y detractores deberíamos poner mayor atención y asumir responsabilidades.

lopez obrador y constitucion
Ilustación: V. Solís

Un riesgo mayor es que la separación del poder del Estado y el del sector privado, al tratar de evitar que haya influencias predominantes de intereses particulares en el diseño de la política pública, evasión fiscal y corrupción como hubo en casos importantes, se provoque una reacción del empresariado más allá de los intereses afectados.

La 4T implica más recaudación de impuestos, políticos honestos y empresarios responsables que inviertan con visión de largo plazo. La posibilidad de progreso de un país está directamente relacionada con la capacidad de sus élites para conducirlo y, como parte de éstas, de la clase política y del empresariado.

El riesgo es que entre el empresariado nacional se generalice la noción de “desconfianza” en López Obrador y no tengan lugar las grandes inversiones productivas y en infraestructura que requieren la generación de empleos y el fortalecimiento de las finanzas públicas.

El otro gran riesgo es que por falta de inversiones privadas y de recursos públicos, fracase la política social y suceda que el dinero que llega directamente a individuos y familias pobres no tenga efectos sociales, ni generen condiciones económicas de desarrollo sostenido.

lopez obrador e insabi
Ilustración: V. Solís.

Si ese dinero está generando un progreso superficial y sólo promueve el consumo, pero no incentiva inversiones productivas, no tendrá los resultados esperados y el desastre social será mayor cuando se terminen esas rentas a jóvenes, campesinos, madres solteras y ancianos.

Las políticas de López Obrador no están dirigidas a cambiar el modelo económico, sino a desbloquearlo de trabas como la excesiva influencia de grupos económicos, la evasión fiscal, la corrupción (incluido el auge del crimen organizado) y las desigualdades sociales. Tiene suficientes enemigos entre quienes han sido o serán afectados, cuyo perfil es claramente identificable.

Más difíciles son los enemigos cuya aversión al presidente los lleva a reproducir irreflexivamente cuanto señalamiento, acusación o burla contra López Obrador les llega por redes sociales, sin más argumentos que su “presencia, sus dichos, sus acentos, su imagen” les molesta.


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¿Y la fiesta por aniversario de la Constitución?

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La Constitución Política es el elemento constitutivo de nuestro patrimonio social, como lo es de cualquier nacionalidad.

Su aniversario se festejaba con bombo y platillo cada 5 de febrero, como corresponde a cualquier historia ejemplar que defienda la identidad y promueva intereses colectivos con los cuales poder construir nuevos cursos de desarrollo.

Dejar de recordar la importancia de la Constitución crea vacíos en la memoria colectiva que no pueden quedar así, y son llenados por otros preceptos y mitos.

Es lo que nos está pasando en México desde que a los gobiernos panistas les pareció que había que dejar que se olvidaran todos los elementos de trascendencia que generó la Revolución mexicana; desde entonces, la celebración del 20 de noviembre son los descuentos comerciales del buen fin y la del 5 de febrero se limita a un largo fin de semana sin memoria.

Festejo de la constitucion

Por desvanecido que esté nuestro Estado de derecho, el abandono de la celebración, ritual de éste y otros hechos y personajes extraordinarios, debilita las creencias colectivas aglutinadoras y hace lejana la percepción de nación de personas, familias y comunidades.

Hace falta creer en algo; las sociedades humanas no toleran la incertidumbre ciega sobre lo que afecta su vida.

El discurso histórico nacional ha estado siempre permeado y al servicio del poder político y de la economía; es una de sus funciones. De ahí su carácter mítico, sus héroes de bronce, pero para que no pierda su carácter aglutinador, tiene que dejar ver las problemáticas sociales del país y los compromisos económicos y políticos con ellas, como fue con la justicia social durante décadas, con todo y su enorme carga demagógica.

Por míticos que se presenten, necesitamos conocer y rememorar la Reforma juarista, el compromiso de inclusión de las reivindicaciones de justicia agraria y laboral en el pacto social convertido en la Constitución de 1917 y el nacionalismo cardenista.

Por eso me parece muy bien la propuesta del López Obrador de volver a celebrar los hechos históricos en la fecha que les corresponde, si además se acompaña de la difusión de los acontecimientos por su significado contemporáneo y utilidad en la construcción de paz y desarrollo.

firma de la constitucion
Fotografía: Criterio Noticias.

En ese propósito es indispensable entender –como parte de nuestra historia contemporánea– la penetración ideológica neoliberal impuesta desde el capitalismo multinacional, que avanza en la universalización y estandarización de creencias diferentes a nuestra idiosincrasia.

A ese fenómeno está dedicado un trabajo colectivo coordinado por Ricardo Pérez Montfort y Ana Paula de Teresa, publicado por la colección “Debate” de Random House bajo el título Cultura en venta $2.99, La razón cultural en el capitalismo contemporáneo.

El libro aborda los mecanismos y efectos de transformación de todos los aspectos de la vida personal, familiar y social que el capitalismo global, multinacional, va teniendo en los sentimientos de pertenencia a un colectivo, ya no de ciudadanos sino de consumidores, no sólo de cosas sino de tradiciones y valores culturales que son deformados en su contenido por la mercadotécnica para adaptarlos al juego de la oferta y la demanda del mercado cultural.

Somos lo que creemos, dice Ortega y Gasset y tiene toda la razón; nuestra originalidad cultural está en nuestra propia historia.


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Emergencia climática

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Úrsula Oswald, Tiahoga Ruge, Julie Lennox y Luis Zambrano sostuvieron un conversatorio sobre la situación climática global, el sábado pasado, en el Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi que preside Clara Jusidman.

La opinión entre ellos estuvo dividida en dos posiciones: las amenazas a la vida son muy grandes, pero hay algunas oportunidades de mitigación y adaptación.

La otra posición es que tendrá que ocurrir una catástrofe demográfica, con millones de personas muertas, para que gobiernos y sociedades tomen conciencia y se hagan los cambios indispensables al modelo de producción y consumo capitalista.

En lo que estuvo de acuerdo el grupo de expertos con actividades internacionales es que, por primera vez en la historia del planeta, la acción humana alteró las fuerzas de la naturaleza para mantener sus equilibrios. 

Como consecuencia, ya no vivimos un cambio, como podía considerarse hasta hace pocos años, sino una emergencia climática con poco tiempo para evitar una catástrofe global.

gases invernaderos
Ilustración: Assets.

¿Cómo llegó la humanidad a esta locura? Se dice fácil: el crecimiento del PIB ¿ha predominado?, ¡sigue predominando!, sobre la protección de la naturaleza y de la vida.

No sólo se han sobreexplotado los recursos naturales, sino que se han contaminado los océanos, que son los verdaderos reguladores del clima planetario, así como los suelos, el agua y el aire.

La locura consiste en que a pesar de las abrumadoras evidencias de la emergencia climática, los gobiernos y las empresas siguen empeñadas en el crecimiento del PIB, a pesar de que no se han generalizado fuentes alternas de energía a las de origen fósil.

Todo esto es muy sabido y, no obstante, la economía capitalista agrega páginas a la crónica del desastre cada año: la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero –dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)– marcó un nuevo récord durante 2018, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo de la ONU.

Incendios como el de Australia, la Amazonia y Gales del Sur del año pasado, fueron consecuencia de la cadena de altas temperaturas en el ambiente que lleva cuatro años al hilo de alzas récord: 2018 fue el cuarto año más cálido desde que hay mediciones fiables (1850); como lo habían sido 2017 con respecto a 2016 y éste comparado a 2015.

incendios en australia
Fotografía: H. Berger – CNN Filipinas.

En México, durante esos mismos años, se resintieron temperaturas promedio de 22.4 grados, 1.5 arriba del promedio histórico, que era de 20.9 grados.

Un dato ofrecido por Julie Lennox, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para argumentar que algo se puede hacer para no rebasar los dos grados de aumento de la temperatura (llevamos un grado), es que la Unión Europea emite 8 toneladas de gases de efecto invernadero por persona al año, comparado con las 20 toneladas por habitante que arrojan Estados Unidos, Canadá y Australia, aunque estos países y los europeos tienen un nivel de industrialización semejante.

Algo se puede hacer, pero un tercer acuerdo entre los expertos del conversatorio fue que, las oportunidades no vendrán sólo de los gobiernos –que se reúnen desde hace 25 años en las COP de las Naciones Unidas para ofrecer metas de reducción de sus emisiones de gases invernadero que nunca han cumplido–, porque hacerlo afectaría su PIB, además de que no es obligatorio ni existen sanciones por su incumplimiento.

La presión del cambio tiene que venir de todos los ámbitos sociales. El Papa Francisco emitió una carta encíclica “Laudato si’: Sobre el cuidado de la casa común” el 24 de mayo de 2015, en la que pide “cambiar el modelo de desarrollo global”. ¿En qué sentido? Hacer que “la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana”.


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Otra de las mentiras de Trump en Davos

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El talón de Aquiles de la economía mexicana es el comercio exterior de bienes y servicios, porque somos estructuralmente deficitarios: el valor de nuestras exportaciones es muy inferior al de lo que importamos, a excepción del comercio con Estados Unidos.

Mucho de lo que será el 2020 en materia económica, dependerá de las perspectivas globales y, sobre todo, del desempeño del vecino; Trump dijo en el Foro Económico de Davos que “Estados Unidos está en pleno boom económico, como no se ha visto nunca antes en el mundo”. Una más de sus grandes mentiras.

En una réplica inmediata al discurso de Trump, el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, criticó su versión “totalmente errónea” y que evadiera el tema toral del cambio climático.

En lo que Trump tiene razón es en que las ganancias bursátiles están al alza; el grave problema estadounidense es que las utilidades que generan las actividades productivas van a la baja.

Donald Trump con Klaus Martin Schwab
Donald Trump con Klaus Martin Schwab, presidente ejecutivo y fundador del Foro Económico Mundial (Fotografía: CNN).

Para Goldman Sachs o BlackRock –corporaciones financieras– la perspectiva económica es optimista, mientras que los presidentes de las grandes empresas productivas de Estados Unidos, según encuestas, este 2020 tienen como su principal preocupación las señales de una recesión, tema que en 2019 les preocupaba en tercer lugar. 

Y es que, a pesar de los estímulos fiscales y de una mayor desregulación económica, meollo de la política económica de Trump, y de las tasas de interés muy bajas, el PIB estadounidense va a la baja; apenas creció 2.1% el último trimestre, contra el 2.4% anual promedio del segundo periodo de Barack Obama.

Duraron muy poco los estímulos fiscales a las inversiones productivas, porque lo que hicieron las corporaciones beneficiadas con la disminución de sus impuestos fue recomprar acciones por 800 mil millones de dólares en 2018. No por casualidad, esa millonada de dólares es casi igual al déficit fiscal de un billón de dólares del 2019, monto récord en tiempos de paz.

Trump tampoco ha controlado el endeudamiento externo, el cual ha crecido a razón de 500 mil millones de dólares cada uno de los dos primeros años de su administración, ni ha reducido el déficit comercial externo de Estados Unidos, a pesar de sus guerras y violaciones comerciales con otros países.

Joseph Stiglitz, Davos 2020
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 (Fotografía: La Opinión).

El gobierno de Trump ha sido bueno para el 1% más rico y especialmente para el 0.1% de los estadounidenses, pero para nadie más. En un excelente artículo, dice Stiglitz que la marca de la administración es la incertidumbre, la volatilidad y la prevaricación, en vez de la confianza, la estabilidad y la equidad, tema este último sobre el que aporta datos alarmantes.

Por ejemplo, dice Stiglitz que la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos se viene reduciendo, en parte porque Trump hizo que millones de estadounidenses perdieran la protección social o seguros médicos, y en parte por lo que el Premio Nobel de Economía, Angus Deaton, llama “muertes de desesperación”, causadas por alcoholismo, sobredosis de drogas y suicidios.

Si así va Estados Unidos en su política, en su sociedad y su economía, hagamos lo posible en México por sufrir menores consecuencias, construyendo un entendimiento político, mejorando el bienestar social y desarrollando capacidades productivas públicas y empresariales.

Urge un entendimiento en las inversiones

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Aunque en todo primer año de gobierno caen las inversiones y el PIB, en 2019 la contracción fue extraordinaria; la caída en las inversiones públicas (14%) se explica por el mandato de austeridad, subejercicio y por la novatada de algunos funcionarios.

Por su parte, la formación bruta de capital privado cayó 8.6% de octubre 2018 al mismo mes del año pasado, lo que se explica, como cada inicio de sexenio, por condiciones de incertidumbre relacionados con las decisiones del nuevo gobierno y, en 2019, además, con menores exportaciones industriales y con la suerte que correría el T-MEC.

México necesita revertir la desaceleración económica y sólo podrá hacerlo con el entendimiento entre gobierno y empresarios; las inversiones privadas reaccionan a la expectativa de ganancias que dependen de su propia eficiencia para entender y atender el comportamiento de los mercados, de la estabilidad macroeconómica, y de condiciones intangibles que configuran lo que llaman “confianza”.

desaceleracion economica
Ilustración: Havana Times.

Las condiciones del mercado interno han de mejorar este 2020 por el aumento de los salarios y por una mejor planeación de las inversiones en infraestructura.

Sobre esto último, recordemos que el año pasado, gobierno y empresarios configuraron un plan nacional de infraestructura para todo el sexenio. Durante varios meses, Antonio del Valle Perochena, del Consejo Mexicano de Negocios, y Carlos Salazar Lomelín, del Consejo Coordinador Empresarial, sostuvieron reuniones con López Obrador para identificar proyectos de inversión carretera, aeroportuaria y portuarias, que les serían presentarlos a diversas compañías.

Se conformó así un Plan Nacional de Infraestructura consistente en unos 1,600 proyectos, con una inversión total estimada en 424 mil 149 millones de dólares, de la cual el 56% sería empresarial y el 44% pública, a realizarse en cinco años, a partir de enero de 2020.

Como sea, el mercado interno será, según el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, el soporte de la actividad económica durante este año, lo que no ocurrió durante las décadas en que todo se enfocó a las exportaciones en el marco del TLCAN.

inversiones
Ilustración: Capital México.

Si las condiciones de mercado son al alza y la estabilidad macroeconómica se ha mantenido estrictamente para animar las inversiones privadas, falta que el gobierno sea más institucional y menos personalista en sus decisiones, y que los empresarios entiendan que hay nuevos elementos sobre la mesa de negociación para invertir en diversos sectores, como ocurrió en el de infraestructura, que aparentemente satisfizo a los involucrados.  

Ahora se está negociando el plan de infraestructura del sector energético con la intención de presentarlo en febrero, pero las cúpulas empresariales ya reclamaron airadamente la reanudación de las licitaciones de una actividad extraordinariamente rentable como es el petróleo.

En su conferencia de prensa del 8 de enero, López Obrador descartó la reanudación de tales licitaciones, quizás con fines de negociación de sus términos; sería desastroso que el empresariado viera en ello mayores motivos de desconfianza y pesimismo y que contuviera sus inversiones a lo indispensable por el resto del sexenio.

Dos tipos de corrupción

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Al declararse no culpable de los cargos que le imputan en Estados Unidos como presunto conspirador con el cártel de Sinaloa en el tráfico de cocaína, Genaro García Luna podrá negociar un trato benigno a cambio de lo único que tiene que ofrecer: dar nombres y denunciar acciones de la red de corrupción entre funcionarios y delincuentes, tanto estadounidenses como mexicanos.

¿De qué servirá la información que ofrezca? García Luna fue acusado por un gran jurado federal estadounidense el 4 de diciembre del año pasado de haber despejado el camino para los envíos de toneladas de cocaína y otras drogas a Estados Unidos mientras estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública de México. Fue arrestado días después en Dallas.

Dicen los que conocen el sistema judicial estadounidense, que un gran jurado no acusa sin antes haber reunido evidencias y pruebas contundentes; podemos, por lo tanto, considerar los cargos por los que García Luna fue arrestado para empezar a entender que la guerra contra el narco declarada en el sexenio calderonista, fue una sangrienta simulación.

corrupcion y ventilacion
Ilustración: Jorge Castañeda.

De comprobarse las principales acusaciones contra el exfuncionario, se sabrían pormenores de por qué no se logró la neutralización selectiva de cárteles en favor del de Sinaloa, y en cambio se desarticularon los mecanismos de control de esas organizaciones que, al dispersarlas, diversificaron sus actividades delictivas en contra de la sociedad.

Lo que se sabe hasta ahora del caso García Luna sirve también para entender que inclusive en la corrupción hay niveles y grados, y que no es lo mismo la que ocurre circunstancialmente que la que genera la connivencia con criminales en el seno de las estructuras institucionales.

Claramente es la corrupción que penetra hasta altos niveles las instituciones del Estado, tanto de organizaciones criminales como de grupos con gran poder económico, la que ha empobrecido material y cívicamente el desarrollo de México; ahora podríamos saber más sobre quiénes y cómo lo hacen para castigarlos como se merecen.

cabeza y corrupcion
Ilustración: Mauricio Premio.

Todo indica que en el combate a las fuerzas del narcotráfico, el gobierno de México ha concertado una alianza con el de Estados Unidos y que está más dedicado a “barrer la casa desde arriba de la escalera”.

Hay arrestos de personajes antes intocables; el primero fue el del abogado Juan Collado, personaje cercano al salinismo, acusado de presunto lavado de dinero; Emilio Lozoya está prófugo y hay cinco exgobernadores encarcelados. Alfonso Ancira es el único empresario del mismo calibre que está detenido en España para ser enjuiciado.

Hay decenas de funcionarios indiciados y detenidos, pero ninguna sentencia todavía; la desaparecida Procuraduría General de la República fallaba con demasiada frecuencia en el debido proceso por lo que, casualmente, sus acusaciones pocas veces culminaban en sentencias condenatorias. La Fiscalía General de la República tiene que actuar diferente para que ahora sí, haya sanciones a quienes se les demuestre su culpabilidad.

¿AMLO es neoliberal?

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Llama la atención que el franco apoyo de López Obrador al T-MEC, ha dado lugar a simplones comentarios sobre paralelismos y convergencias entre el “satanizado” neoliberalismo de Carlos Salinas y el gobierno “transformador” de López Obrador, como si éste estuviera cayendo en lo mismo que aquel, en flagrante contradicción ideológica y política.

Hay quienes creen que la marca del neoliberalismo es el libre comercio y que al haber sido Salinas el gran impulsor de la apertura comercial, López Obrador se identifica con ese pasado al defender el T-MEC que fue negociado por Enrique Peña Nieto. Un columnista respetable como José Antonio Crespo llegó a sostener que López Obrador, si fuera congruente, tendría que cerrar al país comercialmente.

Nada que ver la 4T con el neoliberalismo ni contra la apertura comercial. Tiene otros problemas, muy serios algunos, pero no de identidad con el neoliberalismo; lo que inauguró esa política global no fue el comercio libre (que en la práctica, no hay un solo país desarrollado que lo cumpla), sino el haber puesto las libertades económicas por encima de la democracia.

neoliberalismo cerdo
Imagen: teleSur.

Fernando Escalante lo explica bien en su Historia mínima del neoliberalismo (Taurus): “la preocupación central del neoliberalismo ha sido impedir que los derechos políticos que otorga la democracia liberal, llevara a las sociedades a exigirle al Estado que actuara contra las desigualdades mediante un mayor gasto en mejores servicios públicos de salud, educación y seguridad social”.

El neoliberalismo se levantó en contra del Estado benefactor europeo de la postguerra y, mediante el FMI y el Banco Mundial, se hizo extensivo a América Latina, actualmente envuelta en agitadas manifestaciones sociales que reclaman mejores servicios públicos, y que el Estado rediseñado, como el chileno, no tiene con qué responder.

La idea básica del neoliberalismo acerca del Estado es que hay derechos como el de la libertad y la propiedad que están por encima de la autoridad política, los cuales corresponden al orden del mercado y deben ser protegidos por el estado de derecho.

La erosión de las capacidades regulatorias del Estado era indispensable para elevar las libertades económicas por encima de cualquier pretensión –social o política– de atemperar las desigualdades que produce el mercado y que hoy, a 35 años de neoliberalismo, son el mayor obstáculo al desarrollo económico global.

neoliberalismo
Ilustración: Medium.

El mercado produce desigual distribución del ingreso, por definición. Si se da prioridad a las libertades económicas, poniendo al mercado y el mecanismo de los precios fuera del alcance de la política significa, primero, que hay que admitir que seguirá habiendo desigualdad y, segundo, que cualquier intento por corregir sus causas distorsiona el buen funcionamiento de los mercados. Las desigualdades sólo son corregibles en sus efectos, no en sus causas.

La transición, o si se prefiere, la transformación del régimen por la que atraviesa el país, reivindica la política y las demandas sociales, y se propone acotar el excesivo poder que adquirieron algunos grupos al amparo del neoliberalismo, sin negar el orden del mercado. La circunstancia es inédita y requiere debates de altura en los espacios tradicionales de los cuales se dispone y en los que la propia sociedad va generando.