“La consecuencia de tus actos, son la evidencia de tus valores.”
Conyflores.
“La equidad de género se refiere a las diferentes necesidades, preferencias e intereses de mujeres y hombres”.
Organización Mundial de la Salud.
Regularmente deseamos que los demás piensen y actúen de acuerdo a nuestras creencias y visiones, pero no sólo resulta imposible, sino que incluso, sería tan aburrido como decepcionante, vivir en un mundo paradigmático. Estoy convencido que la divergencia es necesaria para poder distinguir los diferentes fenómenos socioculturales y el propio mundo en sí.
Sin embargo, no es lo mismo discrepar o tener criterio propio, a que cada quién haga literalmente, lo que le venga la gana, so pretexto de libertad de acción, de pensamiento y expresión; porque sería –y es, desde la moral– transgredir el espacio de los demás.
La moral pública se define como un “conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como guía para obrar. […] La moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta”.
Cuando se opta por irrumpirla, sin importar nada con los demás, es poner en riesgo la convivencia pacífica de la sociedad, lo cual se actúa de manera antagónica al ser pacífico; es decir, lo contrario a tener paz, es promover comportamientos irascibles, hostiles e incluso belicosos.
Por ello, cuando no se tiene paz, se es intolerante, saltan de inmediato los enojos y conceptos relativos a la moral como si fuera algo fuera la realidad envolvente.
Esto me lleva a referir que, participando en el Círculo de Escritores (Sabersinfin.com), un grupo-taller de estudio y discusión literaria y, por supuesto, de aspectos socioculturales, salió el tema de las preferencias sexuales, donde una compañera feminista (qué bueno), argumentó su aprobación en que las parejas y/o matrimonios del mismo sexo puedan adoptar a menores. Con ello, mencionó que conoce a una pareja homosexual que adoptó a un niño, y que está siendo educado tan normal como sus hijos.
Me llamó la atención que expresara el concepto “normal”, porque evidenció que hay algo que no es normal. Y es que –en efecto– no es un vínculo normal que dos personas del mismo sexo hagan ver que exista una situación que no lo es.
Hago constar que no hablo de la relación entre ellos como adultos. Esa es su elección, su decisión, sus gustos, incluso su satisfacción como adultos, pero porqué involucrar en su decisión a personas (en este caso, niños) que no tienen conciencia de lo que quieren o son.
Por lo mismo salen a las calles a validarse exigiendo que los demás aceptemos su conducta fuera de las normas convenidas por la moral social. Un término que les molesta porque no se ajusta a su conducta.
Y es que sus preferencias no forman parte de la cultura de la vida por su propia naturaleza de que, dos seres humanos del mismo sexo, no pueden procrear vida; por más que sea ese el deseo de la ideología de género.
¿Qué cambiemos el lenguaje, el pensamiento, la actitud, los hábitos, los procedimientos, la vida misma en virtud del interés y satisfacción contra la vida misma? La vida llega por la perforación de un espermatozoide a un óvulo, aún en la inseminación artificial. Dicha situación infiere la existencia de un hombre y una mujer.
Aquí el asunto es el papel de la OEA y la ONU en la imposición de la ideología de género. ¿Qué hay detrás? ¿Quiénes están detrás? ¿Por qué están detrás?
En esta imposición, paso la trascripción de un texto de Christian Rosas, Vocero del colectivo “Con Mis Hijos No Te Metas” (CMHNTM), ante el parlamento peruano, dando las razones científicas que contradicen a la ideología de género:
[box type=”shadow” align=”aligncenter” ]“Según la Asociación Americana de Psicología, fuente científica-neutral de los Estados Unidos, explica que la orientación sexual es una atracción. Por mucho tiempo se (pensó) que la orientación sexual (homosexualidad), era una condición (humana) equivalente al sexo hombre o mujer, o a la raza […].
En función a esta premisa se hicieron presunciones, que, así como se luchó por la libertad de la gente color negro, y después por la mujer; ahora, toca la emancipación de los homosexuales. Pero esto es una falacia, porque pertenece a dos categorías distintas. La raza y el sexo son condiciones inherentes del ser humano que uno no elige. Nace hombre o mujer; o de un color de piel u otro. Es más, ni si quiera se nace hombre o mujer, (corrijo), desde antes que uno nazca se es hombre o mujer.
Esto no es una cuestión religiosa, esto no es una opinión, esto es la realidad científica. En el momento de la concepción, se forma un ADN único con todas las características que va a tener durante toda su vida y que permanecen aún después de muerto. Por ejemplo, en el Perú, se encontró los restos de la “Dama de los Cuatro Tupus”, soberana de Caral, la ciudad más antigua de Lima. Y se descubrió que era una mujer, ¿cómo? Mediante la antropología forense. Porque existen huesos masculinos y huesos femeninos; cromosomas masculinos, cromosomas femeninos; composición cerebral masculina, composición cerebral femenina. Genitales, ADN, la epigenética.
Cada aspecto del ser humano evidencia objetivamente lo que uno es. Entonces, desde antes que nazcas, y después de muerto, uno tiene un sexo que es inmutable. Pero la orientación sexual, según lo define la psicología, es una atracción. Es un gusto y éste puede ser romántico, sexual o afectivo duradero hacia otro. Pero finalmente es un gusto.
Así como hay orientaciones sexuales también existen orientaciones gastronómicas y orientaciones deportivas que son gustos. Y si a alguien no le gusta el cuy, no es cuy-fóbico, si a alguien no le gusta los hombres no es homofóbico. Y si a alguien no le gusta el Alianza Lima no es alianza-fóbico. Las atracciones, los gustos, los sentimientos no pueden ser ni protegidos ni promovidos por la ley; ni regulados. Porque pertenecen al ámbito íntimo y privado del ser humano.
Uno elige vivir como le plazca, para bien o para mal. Es (una) decisión autónoma. Hoy en día, lo quieren equiparar a una característica equivalente al sexo o la raza, y de ahí derivan las confusiones posteriores. Hay personas que están convencidas que la lucha por los llamados derechos LGTBI es la marcha inevitable del progreso humano, en lo científico. Esto es parte de una premisa falsa, por eso el gran filósofo griego Sófocles decía: la verdad puede más que la razón.
Una vez que uno descubre la verdad y corrobora, lo estudia; no es una opinión, no es una creencia. Cualquiera puede corroborar que la orientación sexual es únicamente un gusto. La premisa que había construido esa conclusión que era equivalente al sexo y la raza se desmorona por sí misma. La verdad puede más que la razón. ¿Qué es entonces la identidad de género? Un tercer término. La orientación sexual, un gusto. Sexo es lo que uno es. Ni se nace ni se muere, uno trasciende. Es inmodificable el sexo. El hombre se puede mutilar un órgano saludable del cuerpo, pero basta con un cabello, con una gota de sangre, ADN, (y el resultado científico mostrará que es) hombre”. [/box]
Llegó a mi el libro: “Varón y mujer los creó”. Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación, publicada por la Congregación para La Educación Católica (para los Institutos de Estudios). La verdad que el documento es denso y no es fácil su comprensión, sin embargo ofrece importantes parámetros que debieran ser tomados en cuenta para la enseñanza del concepto de género y de la sexualidad.
Lo primero que me parece relevante es abordar el concepto gender (término en inglés), que se define como la división masculina o femenina de una especie, especialmente en función de los roles y comportamientos sociales y culturales. Una segunda acepción indica que es una categoría similar a la definición de seres humanos que se encuentra fuera de la clasificación binaria ‘masculina/femenina’ y se basa en la conciencia o identidad personal del individuo. Aquí es donde hace referencia al tercer género, aludiendo a una persona que se identifica con un género que no pertenezca a la categoría hombre o mujer y que no se define ni como hombre o mujer. (Definición de Dictionary.com.)
La publicación de la Congregación indica que estamos “ante una verdadera emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad […] que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra”. Y apunta a que hay una “desorientación antropológica, que caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo, la cual ciertamente ha contribuido a desestructurar la familia, con la tendencia a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer […]”. En este contexto, la misión educativa enfrenta el desafío que surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer”.
La ideología del gender pretende, como señala el Papa Francisco, “responder a ciertas aspiraciones, a veces comprensibles” pero también busca “imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños”. Y es ahí, donde no estamos de acuerdo.