Industrias Culturales y Creativas: contribución económica

Las actividades culturales y creativas constituyen en sí mismas un sector de actividad económica. Ciertamente la cultura vale por sus elementos sociales, estéticos y de cohesión, entre muchos otros. También, en pleno derecho es un sector de actividad económica con capital humano que labora en él; acumulador de infraestructura y otros tipos de capital; generador de producción, de divisas, de exportaciones, etc.

Al mismo tiempo, tiene características propias y un significado especial (como la identidad y diversidad cultural de cada país o región) que justifican un tratamiento económico específico por las limitaciones propias de dimensionamiento de éste, con base en reglas de operación claras, estables y conducentes para su desarrollo como las que a la fecha se han otorgado a otros sectores de actividad económica.

El sector económico de la cultura se conforma por unidades productoras de bienes y servicios culturales, incluidas las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas; ya sea de capital privado o bien gubernamental, cuyo principal insumo es la creatividad, visto como el insumo que detona no solamente el sector económico de la cultura, sino que promueve la expresión y participación de los ciudadanos. Incentiva el sentido de identidad y seguridad social en los ciudadanos y expande la percepción de las personas.

Es así como la creatividad se convierte en un capital intangible cuyo valor debe ser explorado desde la Ciencia Económica y abordado por la Política Económica de todo país. Más en aquellos países como el nuestro, en donde esa creatividad identitaria es un recurso abundante.

Efectivamente, en México en años recientes ha tenido lugar notables avances en la medición y el reconocimiento a la aportación de las Industrias Culturales y Creativas (ICC) que dotan de importancia económica al amplio sector cultural.

A partir de ejercicios de generación de indicadores, como el de la Cuenta Satélite de Cultura o el de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), México se identifica como una potencia económica y creativa. Actualmente, con más frecuencia, se realizan estudios con un mayor nivel desagregación que permiten identificar áreas de oportunidad para detonar un desarrollo cultural sostenible a nivel local.

Dimensionamiento Económico de las Industrias Culturales y Creativas

En el estudio ¿Cuánto vale la Cultura? Contribución Económica de las Industrias Protegidas por los Derechos de Autor,[1] se aplicó la metodología de la OMPI que identificó a la cultura como un sector productivo, rentable y con un enorme potencial, para determinar su contribución en el crecimiento del país. Con todo, al desarrollo integral de nuestro país.

Cifras preliminares correspondientes al año 2016 muestran que, anualmente, el sector cultural realiza una contribución de 7.4% del Producto Interno Bruto (PIB). Asimismo, las Industrias Culturales y Creativas (ICC) se posicionan como el quinto sector de importancia en la economía, por lo que constituye uno de los principales sectores productivos.

Contribución Económica de la cultura

Esto último incluso superior a la aportación de la industria textil y la automotriz. Su participación en el porcentaje del PIB aumenta si se toma en cuenta el turismo exclusivamente cultural, al pasar de 7.4% a 9.0%. Con ello, el sector cultural escalaría al tercer lugar en la ranking de sectores productivos, incluso superando al turismo nacional.

 Principales sectores económicos

Las ICC generan beneficios para México en forma de empleo, ingresos fiscales y productivos, así como divisas y comercio a nivel mundial. La globalización, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), los Tratados de Libre Comercio, entre otros, han influido en el crecimiento del comercio internacional de bienes culturales; lo que hace posible compartir la diversidad cultural y el talento creativo de millones de personas alrededor del mundo.

Las ICC representan 7.6% de las importaciones totales y el 12.5% de las exportaciones totales. Estas cifras ponen a México en una balanza comercial positiva, es decir, que México exporta más bienes culturales y creativos al mundo de lo que importa al país. Esto coloca a México en una situación privilegiada a nivel global, pues sólo 30%[2] de los países registran un superávit cultural.

Principales Retos para el Sector Económico de la Cultura y la Creatividad

La transformación de las ICC mediante cambios en la tecnología, así como los cambios a nivel institucional, legal, social y cultural, demuestran que la cultura constituye un componente de contribución económica que cambia constantemente en la sociedad, y esta dinámica puede observarse desde la oferta y la demanda.

Se registra un aumento en la oferta, disponibilidad y acceso a dispositivos, además de la abundancia de contenidos digitales, creación y apropiación de estos bienes. Asimismo, su producción ofrece nuevos soportes para contenidos creativos, así como la posibilidad de generar nuevos productos y servicios. Se han abierto canales de distribución que expanden el acceso global y reducen los costos de transacción. Los nuevos soportes de contenido creativo posibilitan al consumidor dirigir su búsqueda de bienes y servicios creativos, así como acceder a ellos con mayor facilidad; un ejemplo de ello son las descargas por Internet.[3]

En resumen, los cambios nos llevan a enfrentar nuevos retos en un ecosistema moderno de mercado, en el que se encuentran inmersos plataformas tecnológicas y tradicionales. Sin embargo, y gracias a los cambios legales, la cultura es un derecho constitucional y ésta debe hacerse llegar a todos los ciudadanos; para ello es fundamental el uso de las redes digitales, ya que fomentan la democratización de los espacios y al igual brindan un mayor alcance de los contenidos culturales y creativos.

Es así que la apuesta es aprovechar al máximo este potencial económico de crecimiento y desarrollo, derivado de las ventajas comparativas y competitivas de nuestra actividad económico-cultural. Es un momento complejo y a la vez alentador éste en el que se desenvuelven las ICC bajo el nuevo modelo de política cultural del siglo XXI, el cual reconoce la dimensión cultural para el desarrollo integral, sostenible, el bienestar, la equidad y la paz.

A través de la creación de un corpus legal (primera Ley General de Cultura) que, junto al corpus institucional con la Secretaría de Cultura, se integran para asentar reglas claras, estables y conducentes que contribuyan a la gestión y desarrollo del sector, en conjunto con garantizar el ejercicio de los derechos culturales en México.

Referencias:

[1] Piedras Feria, Ernesto, ¿Cuánto vale la Cultura? Contribución Económica de las Industrias Protegidas por los Derechos de Auto en México, 1ed, México, Conaculta, 2004.

[2] Se utilizó una muestra de 67 países con comercio cultural significativo. UNESCO, Institute for Statistics, The Globalization of Cultural Trade: A Shift in Consumption, (Montreal, 2016).

[3] Fonseca Reis, Ana Carla, Economía Creativa como Estrategia de Desarrollo: Una Visión de los Países en Desarrollo, Itaú Cultural, (Sao Paulo, 2008), p. 34.

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