La Lectura de la Reforma Energética

Desde hace algunos días se ha venido haciendo una serie de comentarios en varios medios sobre la reforma energética.  Todas, prácticamente, se pueden clasificar dentro de dos cubetas: (i) las que están a favor; y (ii) las que están en contra.

¿Cual de todas está el lo correcto? ¿Las de la cubeta (i) o las de la  cubeta (ii)?  No me queda claro. Si bien el análisis de uno u otro bando puede ser tremendamente riguroso, lo cierto es que pocas, si no es que ninguna, entra de lleno al contenido de la reforma.

El tema, desde el punto de vista de esta columna, no está en la pesada carga histórica que representa la legislación que estas reformas buscan cambiar.

Desde la declaración de nacionalización de la industrial petrolera hasta los últimos cambios al marco jurídico de Pemex en el sexenio anterior, la línea había sido la de que “el petróleo es nuestro”. Esto empezó a cambiar desde que el PAN llegó al poder hace 12 años. Por supuesto, el PRI no permitió que le cambiaran nada a la constitución ni a las leyes secundarias en materia energética durante los gobiernos de los Presidentes Fox y Calderón porque, la verdad sea dicha, si alguien iba a dar vueltas de timón a la política energética sería el PRI y no el PAN. Después de todo, es un cambio histórico, pero aquí no está el punto central del análisis.  Ek impacto no está aquí.

Ahora bien, si el peso histórico no es el tema central del análisis, ¿cuál debe ser entonces el tema a analizar? ¿El político-electoral?

No cabe tampoco este análisis. Los partidos rara vez están dispuestos al suicidio electoral. Si bien la medida puede tener consecuencias politicio-electoral, está claro que el PRI y su red satelital (incluido el “Verde”) han hecho las matemáticas necesarias y están convencidos que el costo de la reforma energética será menor. No por algo se buscó hacer todas las reformas en el primer año de gobierno del Presidente EPN, incluida la mas impopular de todas y la cual todavía no refleja su peso específico en los bolsillos de los ciudadanos: la hacendaria, con la cual el PAN podría agenciarse algunos escaños en el congreso si hace bien su trabajo. En el caso de la energética, su impacto va a ser tan lento que para cuando lleguen las elecciones intermedias, la gente va a estar mas preocupada por los altos impuestos que paga, que por el nivel de producción de crudo en la Sonda de Campeche y menos interesada en saber si la extracción del crudo la hace PEMEX o SHELL.

Desde el punto de vista de esta columna, el peso, el impacto, de la reforma energética está en el tema económico a nivel micro y macro. En como y cuando se va a invertir en el sector de la energía en México. Al detalle pocos analistas se han metido, en parte debido a su pleno desconocimiento de la forma de operar de esta industria. Lo que les queda claro es que  PEMEX está perdiendo su posición de “chica chida de la película gacha” para ser una mas de las empresas que deberán competir por las oportunidades de negocio. Especialmente después del período de asignación de proyectos inicial que tendrá la empresa paraestatal.

A partir de la publicación de la legislación secundaria, de acuerdo con la exposición de motivos, el gobierno a través de sus órganos reguladores, definirá los proyectos que sean necesarios para desarrollar en materia de extracción de hidrocarburos y de gas natural.

Por ejemplo, el territorio nacional (incluidas las áreas marinas) se habrá de segmentar en “bloques” que comprenderán áreas especificas. Estos bloques, se estima, tendrán un potencial “esperado” de  producción ya sea de petróleo y/o de gas natural. El gobierno licitará el bloque a la(s) empresa(s) que deseen explotar el potencial del bloque en referencia. En el proceso de licitación se buscará maximizar la producción del energético y el ingreso para el Gobierno Federal.

El Gobierno deberá preparar las bases de los concurso de tal forma que hagan atractiva la participación de mas de un tirador. Las bases seguramente habrán de contener varios criterios para seleccionar al ganador, entre ellas su experiencia en la explotación de energético del que se trate, de la capacidad para hacer frente al reto financiero que este tipo de proyectos representa y otras comunes en el quehacer de estos procesos.

PEMEX y todas las demás empresas que deseen participar en el negocio de los hidrocarburos, deberán competir para ser asignados éstos proyectos.

Es de reconocer que se busca que toda la producción de estos proyectos sea trasferida al Gobierno Federal a través seguramente de PEMEX. Es decir, aún cuando PEMEX  puede no ser el beneficiario de un concurso en específico, este deberá estar en posibilidad de recibir la producción efectuada por terceros.

PEMEX también podrá asociarse con las empresas especializadas para explorar alguna zona en específico.

A cambio de esta actividad las empresas podrán recibir su contraprestación por el servicio ofrecido ya sea un pago en efectivo; o una parte de la producción del proyecto en desarrollo; o una participación de las utilidades que dicha actividad genere; o la entrega onerosa de la producción (menos el costo de producción), entre otras.

El decreto establece que “La Nación escogerá la modalidad de contraprestación atendiendo siempre a maximizar los ingresos para lograr el mayor beneficio para el desarrollo de largo plazo”.

Esto pone interesante el tema.  El gobierno mexicano jamás ha sido capaz de establecer criterios de largo plazo (ni de mediano). Mas bien, en los últimos 200 años de existencia ha seguido el método de “expend as you go”.  Es decir, aquí el largo plazo es mañana. No en 20 años. Esto va a ser un problema.

En todo caso, independientemente de cómo defina “La Nacion” las  contraprestaciones que defina en su momento (recomendamos que, en el Decreto de la Reforma Energética, si lo leen, sustituya donde diga “La Nación” por “La Presidencia o de perdis La SHCP”, digo, para facilitar la lectura), la clave del éxito de la Reforma Energética está en la definición de estas bases de licitación.

En los EUA el éxito que hemos visto en las regiones del Sur de Texas, de Dakota del Norte, etc. se ha dado porque las empresas que se han involucrado en este proceso no son empresas de gran tamaño. Mas bien son empresas que en México se catalogarían como PYMEs. Empresas de menos de 20 o 50 empleados que se han esforzado por explotar un número reducido de pozos de hidrocarburos.

¿Cómo será en México, donde siempre se está buscando que quienes participen en licitaciones exhiban capital para poder entrar a los concursos, independientemente de la experiencia que puedan tener en la materia?

Si se definen criterios muy estrictos en cuanto a la exhibición de capital, entonces claramente se dejará fuera a los pequeños empresarios que pudiesen en su momento participar en el sector. Es decir, la oportunidad de beneficiarse de esta reforma no estará en el pequeño empresario como lo ha estado para los empresarios PYME de los EUA, sino en los grandes capitales de México.

Aquí está el riesgo: ¿“La Nación” abre el sector de la energía para que sean los mismos de siempre los que se beneficien de las reformas? Si la respuesta es no entonces “la Nación” deberá modificar sus formas de asignación de proyectos para que el beneficio de la apertura no pase de ser un bien de “La Nación” (público) a un bien de unos cuantos (privados), como sucedió con Telmex, por ejemplo.

Esto como hemos visto en los EUA no tendría que ser así.  Podría ser muy diferente, dejando que sean pequeños empresarios el detonador del crecimiento de la producción de hidrocarburos, dejando que se democratice la riqueza en las regiones donde esto sea posible. Es claro que para hacer pozos en el mar (a cualquier profundida) se requieren empresas con fuerte estructura de capital, pero en aquellas regiones en tierra factibles, debería permitirse que cualquiera que lo desee, ponga su pozo y a producir.

Es decir, esta columna considera que si bien las formas fueron exageradamente pisoteadas al momento en que el Congreso discutió y votó a favor de la reforma (y ni que decir de los congresos estatales, una verdadera desgracia), el resultado final de la reforma es bueno para México.

Lo importante es cuidar que el resultado final de la Reforma Energética sea optimo para “La Nación”, no para los Slim y los Larrea de nuestro país o de otras latitudes.

De no ser así ¿para que hacemos la reforma?

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