Elegir a quien piense

En México tenemos demasiadas elecciones y esto nos ha llegado a fastidiar. Con ello no me refiero a que las elecciones no deban darse, sino que se dieran cada tres años con menor gasto y menor saturación de los electores, quienes a veces ya no queremos escuchar a los candidatos, mismos que, por cierto, parecieran debatir a costa de jugarretas, en donde la descalificación del adversario es la constante, y en donde no se debaten ideas sino historias personales.

Creo que para tener una ciudadanía que coadyuve a establecer un mejor orden social, es necesario replantear a la política como un espacio de debate de lo posible y mejor, haciendo prevalecer la inteligencia como materia prima de un mejor futuro. A todo esto, se suma lo que hacen los mal llamados medios de comunicación, pues al parecer intentan a toda costa generar una crisis de credibilidad de la clase política, sin darse cuenta que esto puede llevarnos más allá de la involución en la que nos encontramos; puede llevarnos a una revolución y ésta hoy no sería la mejor opción para nuestro país. Si se quiere evolucionar hay que llevar ideas para ser debatidas, programas, capacidades y equipos de trabajo.

La política sin un enfoque teleológico, queda a la deriva. La gran filósofa española, Adela Cortina, sostiene que la moral es la base legitimadora de la democracia, sin embargo, sin la ética no hay moral que se sostenga, y con ello cualquier intención de democracia estará desprovista de los mínimos elementos para sobrevivir.

Los medios son hoy jueces y verdugos, son ellos quienes han decidido optar por el escándalo, los que muestran el escarnio que hacen unos candidatos de otros, haciendo casi imposible para el pueblo saber si existieron ideas ajenas a la nota del día.

El diálogo continuado de la política como aquello que nos proporciona capacidad de gestión en la vida de los ciudadanos, es sólo una utopía que se añora pero que no tiene nada que la sostenga; hemos terminado por devastar a la política y a sus actores y con ello podemos también acabar con la esperanza de un mejor futuro y, como consecuencia de ello, continuar con la administración de nuestros males.

Sin duda, es la corrupción el mayor de nuestros males y, precisamente de esto, es de lo que se acusan entre los candidatos; por tal razón se pone en evidencia que el futuro no será nada halagüeño.

Hay que pensar en ideas y debatirlas, hay que decir lo que se piensa, pero los políticos tendrían que pensar antes de decir lo que sea, no pueden sólo responder a las encuestas y prometer, tienen que ser capaces de discernir entre lo posible y lo imposible, y construir una retórica acorde con la verdad propia y la de los adversarios.

México requiere de mejor hombres y mujeres en el quehacer público, ¿hasta cuándo tendremos que seguir votando por el menos peor o por el menos corrupto?

Tenemos que elegir a los inteligentes y astutos, pero prudentes y creativos, no a quienes prometen hacer obras con nuestro dinero. Tenemos que elegir a quienes sean capaces de construir un mejor proyecto que integre el frágil tejido social existente, quien vea en su gestión la capacidad de transformar para mejorar una realidad que cada vez no sume más en un abismo.

@fschutte

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