En el caso Cassez todos somos víctimas

La excarcelación de Florence Cassez es un tema que causa escozor, sin duda. Es difícil abordarlo, desmenuzarlo, desde un plano racional, exento de bajas pasiones y demás visceralidades. Y es que no puede ser de otra manera; una secuestradora sale libre, por la puerta grande,  sin haber sido declarada inocente,   por no contar con el debido proceso (principio jurídico procesal según el cual toda persona tiene derecho a ciertas garantías mínimas, tendientes a asegurar un resultado justo y equitativo dentro del proceso). Los ánimos andan caldeados.

La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nos guste o no, fue la correcta. El proyecto que la Ministra Olga Sánchez Cordero presentó, ante la Primera Sala de la Corte, no se pronunciaba sobre la culpabilidad o no de Cassez;  versaba más bien sobre la validez de los testimonios que involucraban a la francesa, viciados, según la Ministra, por las evidentes irregularidades en que incurrieron las autoridades. El proyecto original fue desechado, y, en un pasmoso cambio de sentido, planteado por la misma Ministra proponente, pero ampliamente secundado por el Ministro Gutiérrez Ortiz Mena, estrenándose en el cargo gracias al generoso apoyo de Enrique Peña Nieto,  se optó entonces por otorgarle a  Cassez el amparo liso y llano, o lo que es la libertad inmediata.  Esta resolución, claro está, es inatacable.

No deja de sorprender la celeridad (¿sospechosa?) con que la Primera Sala rápidamente concluyó otorgar el amparo liso y llano. Lo más prudente, según los expertos en la materia, hubiera sido reponer el juicio, ya sin los testigos “viciados”. Muy probablemente la francesa hubiera salido libre de todas maneras, pero esto después de un juicio que en efecto patentizara su inocencia y no, como lo percibe la mayoría de la sociedad mexicana, a partir de artilugios y subterfugios jurídicos. Así, como sucedieron las cosas, difícil resulta borrar el estigma que actualmente contamina el correcto proceder de la SCJN; esa percepción generalizada de que esto fue una chicanada.

Y si, en efecto así fue. Pero los bribones no son los ministros; los culpables de que hoy una secuestradora sea recibida como gloria nacional en su país, con alfombra roja y sendos discursos oficiales de apoyo y encomio, liberada por fin de ese país de bárbaros que es México (según la percepción europea, claro está), son los entonces responsables de la Agencia Federal de Investigación y de la Procuraduría General de la República, Daniel Francisco cabeza de Vaca y Genaro García Luna respectivamente. Estos individuos, Cabeza de vaca y García Luna, siendo el segundo el más señalado, primero por su evidente participación en el montaje televisivo que se llevó a cabo en el rancho donde esta banda de secuestradores mantenía a sus víctimas, y después por su muy publicitada afinidad a implementar burdas producciones mediáticas, destinadas a ensalzar su labor ya como Secretario de Seguridad Pública, siempre con muy magros resultados de por medio, cabe resaltar, deben ser sujetos a responsabilidad Penal o Administrativa.

Está bien, Cassez se va a escribir un libro, a vivir como celebridad, con derechos de película y toda la cosa, porque se violentaron sus garantías mínimas; nosotros nos quedamos con el agravio de ver un acto de impunidad más, con la diferencia de que este se da por partida doble.

Una vez más nos encontramos en el peor de los escenarios posibles: Por un lado atestiguamos la liberación de una secuestradora, partícipe de ese tipo de delito que tanto dolor nos ha causado como país, el secuestro con tortura y asesinato,  y por el otro vemos como los culpables de esta tropelía, fundamentada jurídicamente, gracias al profundo desdén con que nuestras fuerzas del orden persiguen el delito, siguen libres, y muy orondos por cierto.

En el caso Cassez todos somos víctimas. Están, claro, aquellas personas que fueron secuestradas por la banda de Los Zodiaco, y luego estamos todos nosotros; el país entero. Porque la impunidad nos pega por igual, porque todos sufrimos en carne propia la pésima procuración de justicia de nuestro país. El niño que fue secuestrado por estos bandidos, cuando tenía 11 años, decía ayer, profundamente lastimado por la liberación de la francesa, que “México es una porquería”… yo no encuentro argumentos para desmentirlo.

Cassez se va de la cárcel, ahora sólo falta que García Luna entre.

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