Los 40 años del Foro Internacional de Música Nueva (Parte II)

Hacia finales de los años 70, al comenzar a visualizar la creación en México de un certamen especializado en la música de reciente creación, Manuel Enríquez buscó un nombre que pudiera distinguirlo de los términos “festival” o “música contemporánea” utilizados con frecuencia en otros encuentros artísticos vigentes en la época. Concibió un espacio único que pudiera no sólo expandir la oferta de la música de concierto mexicana, incluyendo diferentes géneros musicales y tendencias estéticas, sino también fungir como una vitrina tanto para la creación nacional como para lo más novedoso producido en otras latitudes. Así, en 1979 surgió el “Foro Internacional de Música Nueva”[1], el cual cumple 40 años de programación anual ininterrumpida. Entre 1979 y 1994, bajo la curaduría de su fundador, fue posible apreciar en la programación del Foro toda una serie de conciertos temáticos que pusieron de relieve un repertorio que a menudo desafiaría los paradigmas de la música occidental de concierto y su canon. Durante este periodo se escucharon por primera vez en México un gran número de obras –tanto de compositores extranjeros como nacionales‒ que oscilarían entre las diferentes expresiones de distintos géneros y subgéneros musicales, los cuales se encontraban en plena efervescencia en la segunda mitad del siglo XX. Algunas de estas manifestaciones se amalgamarían en propuestas interdisciplinarias de creciente complejidad y de difícil categorización, que a la vez reflejarían los resultados de la experimentación llevada a cabo –en ocasiones hasta sus últimas consecuencias– por las vanguardias musicales de la posguerra.

Foro Internacional de Musica Nueva

En las primeras ediciones del certamen destacaron presentaciones como las de Cathy Berberian, cuya revolucionaria exploración de la voz se pudo apreciar a través de su interpretación de obras de Claude Debussy, Luciano Berio y los Beatles, del pianista y performer español Carles Santos, en donde se desacralizó al piano en una especie de anti-recital en el cual la ejecución instrumental no sería el centro del gesto sonoro sino el piano como objeto, la voz, el canto, la danza, el teatro y los recursos electrónicos, o de la puesta en escena del monodrama sobre el secuestro y la tortura, Un Jour comme un Autre (1975) de Vinko Globokar con la partición especial de la cantante multifacética Diamanda Galás. Reconocido por su actitud iconoclasta y provocadora, el grupo MW2 de Cracovia, especializado en música experimental, pionero en la interpretación de música gráfica, de teatro instrumental y de happenings, junto con el ecléctico grupo Kiva del Center for Music Experiment de la Universidad de California en San Diego, dedicado a la improvisación, la experimentación con nuevos instrumentos acústicos, medios electrónicos y la danza ritual, fueron algunas de las agrupaciones que integraron la participación del público en los conciertos, llevando su capacidad de respuesta y apreciación al límite.

De igual manera, la presencia de grandes virtuosos privilegió nuestros escenarios con un importante número de estrenos mundiales. Tal fue el caso del flautista canadiense Robert Aitken con Ryoanji (1984) para flauta de bambú, percusión y cinta de John Cage, el contrabajista estadounidense Bertram Turetzky interpretando por primera vez en México Failing (1975) para contrabajo y voz de Tom Johnson, o el saxofonista francés Daniel Kientzy, que con su ensamble Barocko combinaría la música de concierto contemporánea, el potencial expresivo de la instrumentación del rock y el video-arte.

La gran participación de artistas latinoamericanos afiliados a los movimientos de vanguardia fue uno de los elementos distintivos que marcó fuertemente la programación de esta primera etapa del festival. La compositora y pianista brasileña Jocy de Oliveira traería a estas tierras su espectáculo multimedia Realejos dos Mundos, para voz, medios electroacústicos y visuales, así como los compositores cubanos Juan Blanco, Carlos Fariñas y Leo Brouwer quienes concibieron de manera colectiva al evento musical Arco Iris, para percusiones, electrónica, proyecciones de pinturas de Luis Martínez Pedro, poemas de Miguel Barnet, actores cantantes y cuatro bailarinas. También fueron varios los artistas mexicanos con orientaciones estéticas que buscaban desdibujar los límites disciplinarios que darían a escuchar por primera vez sus creaciones en el certamen.

Las esculturas sonoras de Gabriel Macotela sonarían en las manos de Vicente Rojo Cama y su grupo durante el concierto La Sonora Industrial, y la obra escultórica de Federico Silva conformaría el entorno perfecto para el performance con un desnudo integral de Graciela Cervantes sobre la obra electroacústica Misa Prehistórica (1980) del mismo Manuel Enríquez. Acciones coreográficas como las del Forion Ensamble, Jorge Domínguez y Graciela Henríquez en los jardines del Museo de Arte Moderno, el happening con la participación de fotógrafos, cámaras fotográficas, proyección de imágenes y medios electrónicos del grupo Música de Cámara de Arturo Márquez, Ángel Cosmos y Juan José Díaz Infante, o los acercamientos escénico-teatrales e improvisatorios de las obras D’un inconnu (1976) de José Antonio Alcaraz o Convocatoria a un rito (1986) de Alicia Urreta, serían sólo algunas de las intervenciones de artistas nacionales que traerían un nuevo aliento a la escena musical del momento.

Estas participaciones, así como tantas otras, revelarían la gran vocación interdisciplinaria y experimental con la que Enríquez distinguió al Foro durante sus primeros años, y a la vez serían testimonio de la consolidación de un largo proceso de modernización de la música de concierto mexicana. A principios de los años 90, el Foro ya había adquirido un perfil eminentemente cosmopolita, y una de sus consecuencias fue justamente la creación de lazos de intercambio entre artistas nacionales y extranjeros como propiciadores del desarrollo del talento nacional. En pleno siglo XXI, la vigencia del Foro Internacional de Música Nueva “Manuel Enríquez” sigue siendo incuestionable.  Fiel a su misión original, este festival se ha mantenido a lo largo de cuatro décadas como un referente de la práctica de la música contemporánea en México, permaneciendo como un espacio fundamental para la primera audición de obras de compositores mexicanos y extranjeros.

Para esta edición conmemorativa, la cual se realizará entre el 21 de septiembre y el 14 de octubre, se han programado conciertos sinfónicos, de cámara, electroacústicos y se ha rescatado la visión interdisciplinaria que Enríquez había tenido del certamen. Tendrá un lugar destacado la interpretación de las obras de Alicia Urreta y Manuel Enríquez, así como las de algunos de los compositores que han tenido participaciones sostenidas desde los años fundacionales del festival, como Mario Lavista, Federico Ibarra, Carlos Cruz de Castro y Eduardo Soto Millán. Ensambles nacionales presentes desde los primeros años del certamen compartirán la programación con otros surgidos más recientemente como Ónix Ensamble, CEPROMUSIC, Cuarteto Arcano y Duplum. Entre los invitados internacionales estarán presentes el Cuarteto Arditti de Inglaterra, los ensambles estadounidenses Dal Niente y Hypercube, así como el cuarteto de saxofones español Sigma Project, con la presentación de la sui generis La bocca, i piedi, il suono (1997) del compositor italiano Salvatore Sciarrino para “104 saxofonistas en movimiento”. El compositor franco-argentino Daniel Terrugi, pionero de la música electroacústica, presentará un concierto multicanal con obras acusmáticas en el propositivo Espacio Sonoro de los jardines de la Casa del Lago. También se podrán apreciar las actuaciones de la compañía mexicana Delfos Danza Contemporánea, la proyección de la película Metrópolis (1930) de Fritz Lang con música interpretada en vivo del compositor argentino Martín Matalón, y la reposición de la ópera Aura (1989) de Mario Lavista. Además de una serie de conciertos que buscan satisfacer a los diferentes gustos del público asiduo a las expresiones sonoras de nuestro tiempo, también se ha programado la exposición conmemorativa “Foro Internacional Manuel Enríquez, 40 Años de Música Nueva en México” en el Palacio de Bellas Artes.

¡Enhorabuena y larga vida larga al Foro!


Notas:
[1] A partir de 1994, a raíz del fallecimiento de Manuel Enríquez (1926-1994), el Foro Internacional de Música Nueva pasa a llevar su nombre.

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