La marcha de Miguel Ángel Granados Chapa

La marcha de Miguel Ángel fue así, hasta el último momento, sin concesiones, con las puertas y la mente siempre abiertas, sin ningún otro compromiso más que con la ética.

La última ocasión que me encontré con Miguel Ángel Granados Chapa fue en la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad. La movilización inició en Ciudad Universitaria, en el sur del Distrito Federal, tomó avenida Universidad, después Río Churubusco y de ahí siguió por el Eje Central hasta el centro de la ciudad para arribar al Zócalo.  Al cruce de Eje Central con Av. Xola, Miguel Ángel Granados Chapa se sumó a esa inmensa marcha, me encontré con él y lo saludé con el cariño de siempre, respondiendo de igual manera, con ese afecto con el que se dirigía a los demás. Su memoria le permitía recordar muy bien a  las personas que había conocido a lo largo de su vida. Uno de ellos era mi padre, del cual siempre me preguntaba. Recuerdo que mi padre, historiador que se había encerrado en sus libros, siempre me habló de Miguel Ángel con un gran cariño y respeto, referencia que hacia hacía muy pocas personas.

Al encontrar a Granados Chapa, me adelante y le informé a Javier Sicilia que se había incorporado a la marcha. Sicilia lo espero y con el paso lento que con grandes esfuerzos daba Miguel Ángel llegó hasta el frente de la marcha y se encontró con él. Era el encuentro de dos almas, no lo puedo describir de otra manera,  comprometidas con el país, sin ningún interés personal, sin ningún interés de poder, en el fondo, con fuerte e inquebrantable voluntad de servicio.

La marcha continuó y me quedé al lado de Miguel Ángel, la gente nos rebasaba por ambos lados. Un hombre llegó en silla de ruedas, reconoció a Miguel Ángel, lo saludó y viendo la dificultad que tenía para seguir el paso de la marcha, le dijo que se sentará en sus piernas y que él lo llevaría encima, en la silla de ruedas. Miguel Ángel volteó a vernos y sonriendo nos dijo: “Miren, este hombre me ofrece llevarme en sus piernas”. Miguel Ángel siguió caminando, tuve que dejarlo, adelante me esperaban unos amigos que cuidaban a mis hijos pequeños.  Miguel Ángel siguió caminando hasta donde pudo, él tenía que estar ahí, seguir hasta donde su condición lo permitiera, como lo hizo con su Plaza Pública hasta dos días antes de dejarnos.

La marcha de Miguel Ángel fue así, hasta el último momento, sin concesiones, con las puertas y la mente siempre abiertas, sin ningún otro compromiso más que con la ética. Su formación en las leyes, la comunicación y la historia, conjugada con una capacidad de memoria impresionante le permitían elaborar reflexiones muy ricas y documentadas. Su independencia de grupos políticos y de grupos económicos lo mantenía en una posición abierta en el análisis de la realidad, la posibilidad de tomar temas nuevos y entrar en ellos de manera lúcida, sin concesiones. Entre los “líderes de opinión”, concepto que no compartía y que repudiaba, no es común encontrar personas como él que no tuviera miedo de abordar asuntos que no había tratado antes.

El concepto, el titulo “Plaza Pública” que dio a su espacio radiofónico en radio UNAM y a sus contribuciones en medios impresos, el último en Reforma expresaba en lo más profundo el espíritu de Miguel Ángel, la vocación por crear ese espacio público donde no fuera excluido nadie ni ningún tema si eran de interés público. Algo así como el ágora griega, pero sin esclavos excluidos: en la Plaza Pública están incluidos todos. No dejó de pensar que el movimiento de los indignados es el retomar la “Plaza Pública” y hacer oír la voz y las demandas del “99% de los ciudadanos”.

Durante años hemos trabajado el tema de la publicidad de comida chatarra dirigida a la infancia y sus efectos en los hábitos alimentarios y la salud de los y las niñas. Una de las causas más reconocidas de la epidemia de obesidad. En estos años hemos encontrado muy pocos artículos en la prensa mexicana que expresaran el problema como el que escribió Granados Chapa en Reforma en diciembre de 2008 titulado “Publicidad de alimentos chatarra”.  En este artículo expuso de manera muy clara y documentada el problema que genera este tipo de publicidad, las declaraciones oficiales sobre la necesidad de regularla y el engaño empresarial para evitar cualquier tipo de regulación a anunciar una autorregulación que en, esencia,  nada ha cambiado.

Se dice que no hay personas indispensables, sin embargo, siento que Miguel Ángel Granados Chapa es una de ellas. Y, por último, que pena que el Estado de Hidalgo perdió la oportunidad de que fuera gobernado por Miguel Ángel Granados Chapa.

 

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