La Segunda Guerra de Reforma

 

De la efervescencia nace la razón como del caos el orden. México camina con paso decidido hacia su transformación, pero el paso firme no basta si no se tiene clara conciencia del rumbo que se persigue.

Esta es –ad mínima- la situación mexicana que pide, en el lenguaje del diálogo, a veces difícil pero reconocido necesario entre sus convulsiones y sus nuevos paradigmas intestinos, la acción de responsables concretos, convencidos, valientes, carismáticos, bien formados, con capacidad de discurso y suficientemente enérgicos para atender las Reformas en que hoy se baña la República.

Habría que detenernos un momento sólo para re pensar primero esta idea de República que parece no querer aún aparecer detrás de los calificativos de Pacto o de conciliatorio y otros tipos de negociación para los acuerdos fundamentales que conforma la parte republicana del asunto, es decir de lo irrenunciable, de la garantía uno de la soberanía e idea misma de país. Es la República, que inspira seguramente en el fondo, la reunión que asesoraría al Presidente Peña Nieto y que se llevará acabo en Veracruz en estos días. República, cosa de todos y casa de todas las Reformas.

Hace unas semanas un grupo de estudiantes de América latina con sobre representación mexicana, trabajando en el marco del Colegio de la Globalización, se entrevistó con Ruvalcaba, el Secretario General del PSOE, hoy en la oposición española. Señaló el socialista a los estudiantes, que hay ciertas ideas de base que son producto de lógicas del tiempo global y que no se contestan.

Habló Ruvalcaba específicamente del tema energético, señaló la necesidad de intervención de las iniciativas individuales, del capital y los consorcios, para el desarrollo de las empresas nacionales, correspondiendo a lo político y a lo ideológico en este caso la vigilancia del bienestar de las personas.

Allí están, Ruvalcaba, el propio ex pre candidato a la Presidencia francesa y ex Director del FMI, Dominique Strauss Khan, el ex presidente González, de España, para confirmarlo. Colombia y Brasil también, como buenas prácticas regionales en regímenes ideológicos distintos y coincidentes en esta materia.

Pero volvamos a la figura de ese “mandamás” de esa persona identificada como Zar, reforzador, responsable o Incumbente si se prefiere.

Recuerdo una de las lecciones que me dio -en su tiempo- mi maestro en procesos de negociación, Emilio Azcárraga. Hace unos 20 años, en ocasión a la visita de delegados de una gigantesca compañía ) dijeron: uno detrás del otro (risticated observereso de negociacirrollo de las empresas nacionales, correpondiendo a lo pols ynorteamericana del entretenimiento a su empresa. Se presentaron tres vicepresidentes a un almuerzo de negocios. Después de la salutación cordial y distinguida a cada uno, sentándoles en la mesa y antes de comenzar el proceso de negociación pregunta Azcárraga, así, como aquella actitud del científico que recomienda Robert K. Merton: the naif observation of the sofisticated observer. –Quién de ustedes manda?. Los tres caballos se miraron una fracción de segundo y dos, uno detrás del otro (cosa que también cuenta…) dijeron: – desde luego X…… el tercero que guardó silencio.. En toda igualdad hay siempre una jerarquía, anote en mi cabeza.

En el ambiente de Reformas, los actores, stakeholderes se están preguntando sin atreverse a decirlo alto y claro: -Quien manda aquí?.

Aquí en la educación. Aquí en la Energía, aquí en las finanzas?… Y no es que a los Secretarios de Estado les falte talento, carisma o voluntad, es simplemente que el reforzamiento de las Reformas, de los cambios que implican, requiere durante un tiempo, idealmente mas allá del que ocupa un gobierno, de responsables directos eficaces y comprometidos.

Las Reformas son una forma directa de democracia, una vuelta a la confianza negociada, un evento también, en la medida que son una variación perceptible en un medio ambiente estable. Reformar es ante todo precipitar un cambio, acelerarlo…. Y señores ministros, su tiempo no da para acompañar estos procesos… Señor Presidente, considere ofrecer al país esos nombramiento, menos deseados que necesarios.

Porque hoy, Don Enrique, Presidente, no lo tenemos claro los mexicanos y hace mas daño que bien esa rebatinga entre funcionarios, entre, responsables parciales, todos altos y nombrados por usted.

Estos Incumbentes, que me permito sugerir, deben ser individuos republicanos que desde luego obedecen primero a la Constitución y las leyes, segundo a su mandato, tercero a su gobierno y cuarto al funcionario superior en el sector. Como dice la canción del buen costumbrista romántico – Y tomados de la mano corazón… allí nos vamos.

Y es que requerimos de un lenguaje, de los Slogans ( del gaélico: gritos de guerra) dichos en lenguaje de un responsable que acuñe las mejores frases, basadas en las mejores prácticas, en los necesarios imaginarios acompañadas de las mejores acciones, para hacer explícito lo implícito en la letra, que es sólo eso mientras no se conjuguen sus verbos en los tiempos que son acciones necesarias.

Construir la gramática de las Reformas es un acto de guerra, esa es la Segunda Guerra de Reforma que México esta ya pidiendo a gritos (ahogados?)

Pongámosle dientes a los mejores intereses y compromiso a las palabras que no deben quedar en letra muerta como aquél célebre cúmplase pero se aplique, tan recurrido en la Colonia.

La guerra de Reforma, en su segunda edición, necesita de compromisos mayores. Es tiempo para ellos ¿no le parece, lector?

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