Hoy, es importante observar que las nuevas generaciones de jóvenes viven su inseguridad en una realidad aumentada contra lo que enfrentamos las generaciones anteriores. No sólo hablo de inseguridad física, sino la que les lleva a vivir una mayor incertidumbre sobre el futuro.
El mundo está cambiando y con ello una nueva generación de jóvenes que vinieron a ser parte de este gran cambio. En medio de este acontecimiento, se ha tratado de entender su rol poniéndoles nombres conceptuales como millennials o centennials; haciendo con esto una separación mayor inter-generacional en vez de entender y asumir que lo que hoy viven, es responsabilidad de quienes llegamos antes que ellos.
En nuestro país no nos hemos dado cuenta de que los jóvenes, y que consideramos el futuro de México, tienen miedo al futuro de México. Éste puede ser el punto central para impulsar un verdadero cambio.
Más que hablar de estas nuevas generaciones que ya se han investigado tanto a nivel global, es importante descubrir de forma consciente y en autoreferencia, en dónde se encuentra la oportunidad para llenar ese espacio que viven de inseguridad.
Podemos iniciar observando que hemos diseñado una sociedad que vive en gran parte su experiencia del día a día, de acuerdo a la información que se viraliza en las redes sociales y que, sin motivarse a investigar su confiabilidad, se acepta como verdadera.
Con tanta diversidad de contenido poco confiable y el dinamismo experimentado a nivel global, se generan estados emocionales inestables que impactan fuertemente a la juventud. Esto provoca incertidumbre y, por lo tanto, frustración al ser incapaz de visualizar las posibilidades de alcanzar sus sueños, dando paso a la inseguridad personal.
Es importante que hagamos conciencia de que frente a un escenario incierto, puede optarse por la inacción, lo cual es algo que hoy vivimos frecuentemente como sociedad. Podemos observar que todo lo expuesto está sembrando que los cambios vengan de forma drástica y con un rompimiento profundo de lo establecido, otorgándonos así la oportunidad de despertar. Estamos hablando de causa y efecto.
Si tomamos como cierto que los jóvenes son el futuro de México, ¿qué estamos haciendo por ellos ante a esta incertidumbre que enfrentan las nuevas generaciones? Es una pregunta que debemos hacernos como padres, abuelos, jefes del trabajo, empresarios, políticos, líderes sociales, maestros. En fin, todos los que llegamos antes y que somos responsables de lo que hoy vivimos.
Estamos en el momento clave de asumir conscientemente la realidad, aceptando primero nosotros la propia inseguridad en que vivimos. De esta forma, tendremos la posibilidad de observar más allá de nuestros paradigmas y así convertirnos en mentores de las nuevas generaciones. Nuestra oportunidad al asumirlo, está en aprender a navegar en la incertidumbre para poder enseñarles y co-crear con ellos los caminos que les abran nuevas oportunidades y certeza de futuro.
Ellos requieren que les demos la confianza y tiempo de madurez para lanzarse. Con esto, pueden fortalecer la tolerancia a la frustración por medio de la capacidad de espera y la paciencia. Las nuevas generaciones no necesitan tiburones voraces que les enseñen cómo comerse el futuro, sino líderes mentores que les enseñen a surfear las olas emocionales del presente en medio de los tiburones que creen que seguimos en la supervivencia del más fuerte; compitiendo y comiéndose unos a otros, lejos de crear así una estructura social armónica.
El futuro de México va hacia donde se dirijan las nuevas generaciones. Hacernos conscientes de esto abre un compromiso que hay que asumir. Cada uno desde su rol y posibilidades decide cómo invertir hoy para el futuro. Una decisión consciente de invertir en los jóvenes asumiendo nuestra responsabilidad de la realidad, puede impulsar un cambio para tener un mejor futuro en nuestro país.
¿Te lanzas a enseñarle a los jóvenes a surfear para llegar a una mejor sociedad o prefieres seguir alimentando una cena entre tiburones?