La oportunidad perdida
De los veintisiete candidatos aceptados originalmente por el Senado, su Junta de Coordinación Política eligió a diez que fueron puestos a la consideración del presidente, y cuando aparezca publicada esta página, quizá el presidente ya haya enviado su terna para Fiscal General al Senado, a efecto de que éste designe al que ocupará el cargo por nueve años. Espero sinceramente que el nombre de Luis Manuel Pérez de Acha forme parte de dicha terna y que el Senado lo designe, porque quizá sea el mejor de los veintisiete. Si no es así, sirva esta columna como una constancia de la oportunidad que se habrá perdido.
En efecto, Luis Manuel destaca porque apenas en 2015 promovió un amparo en contra de la primera dama para dar a conocer públicamente detalles de su declaración tributaria y de la compra de la polémica casa blanca, y porque hasta los primeros días de esta semana fue integrante del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción. En esta última responsabilidad ha contribuido a organizar la participación ciudadana en las actividades anticorrupción que llevan a cabo la Auditoría Superior de la Federación, la Secretaría de la Función Pública y la esperada Fiscalía General de la República. Nadie mejor que él para encabezarla.
Pese a los cuestionamientos respecto del proceso para seleccionar al Fiscal General por la excesiva discrecionalidad, opacidad y subjetividad, es un hecho que la nueva Fiscalía cuenta con autonomía constitucional y que la ley orgánica de dicha Fiscalía prevé que en el plazo de un año se convocarán a las organizaciones sociales y académicas para evaluar el marco normativo vigente, a efecto de generar propuestas de mejora, con base en la experiencia que se obtenga durante este primer año de funcionamiento, buscando que la función del primer fiscal sea lo más útil posible.
Cabe señalar que Pérez de Acha ha tenido cercanía con Morena, ya que participó en las campañas de Andrés Manuel López Obrador, tanto en 2006 como en 2012, asesorando a Rogelio Ramirez de la O en materia fiscal, presupuestal, de finanzas públicas, endeudamiento y proyección económica, actividades que también lo acercaron a Mario Delgado, actual líder de la Cámara de Diputados, por lo cual seguramente éste cuenta con su confianza. Por su trayectoria profesional como abogado de empresas privadas también tiene una cercanía natural con el PAN, pero seguramente el PRI no lo apoyará por haber cuestionado a la primera dama durante el sexenio de Peña Nieto.
Parece indispensable refrescar el ambiente político de México y lograr una mejoría substancial en la procuración de justicia mediante la reinvención de la Procuraduría, a través de la flamante Fiscalía General. Para ello es necesario contar con un profesionista experimentado, pero nuevo. Es indispensable también, cambiar la cabeza de la institución para romper compromisos y complicidades que den garantía de una autonomía razonable. No se trata de crear un poder paralelo al Estado, sino de contar con un órgano del Estado autónomo e independiente, cuya autonomía sea tangible, pero cuya operación sea colaborativa y coordinada con las demás instituciones del Estado encargadas de la procuración y la administración de justicia.
El nuevo Fiscal General tendrá el deber de oponerse al perdón otorgado por López Obrador en favor de los corruptos del régimen anterior, ello porque dicho perdón violenta la Constitución e importantes tratados internacionales suscritos por México.
Desde luego, el nuevo fiscal tiene que haber probado en su desempeño profesional, honestidad y honorabilidad. En el caso de Pérez de Acha puedo dar testimonio personal de ello, por haber sido compañero suyo en la carrera de abogado en la Escuela Libre de Derecho, y por haber seguido su trayectoria profesional de cerca y desde el principio.
En cuanto a su experiencia en la materia penal, elemento indispensable para poder ser considerado Fiscal General, son del conocimiento público las denuncias fiscales y de corrupción, los amparos y litigios que ha presentado en nombre de instituciones y movimientos sociales de la talla de “Yo Contribuyente” y “Mexicanos Primero”, entre muchas otras. Para el logro exitoso de estas actividades, Luis Manuel ha hecho gala de su capacidad para colaborar en equipo con profesionistas de muchas otras disciplinas y de su espíritu de solidaridad social con causas de orden ideológico muy diverso.
Es claro que Luis Manuel Pérez de Acha no anda en busca de chamba, pues cuenta con un exitoso despacho de abogados que seguramente le ofrece beneficios económicos muy superiores a los que podrá esperar en caso de ser designado Fiscal General de la República, pero desde luego, ello significaría el culmen de su vida profesional en la madurez que el inicio de la sexta década de vida suele ofrecer a quienes han sido útiles.
Luis Manuel ha dado sobradas muestras de contar con fortaleza de carácter suficiente para no amilanarse frente a los retos, de ser una persona valiente y de disfrutar la adrenalina que este tipo de desafíos requiere. El reto que enfrentaría sería grande, pero viable en la medida que integre un equipo que enriquezca su trabajo. Para ello, cuenta con capacidad de acceso y poder de convocatoria para integrarlo. Es previsible que dicho equipo incluiría a prestigiadas figuras de provincia, lo cual, desde luego, resulta muy deseable.
La caballada de candidatos aceptados por el Senado no está flaca, pues Bernardo Bátiz y Alejandro Gertz Manero son también buenas alternativas, pero hacemos votos porque Morena y el PAN alcancen la mayoría necesaria para designar a Luis Manuel Pérez de Acha como el primer Fiscal General de la República, quien de seguro contribuiría al control de la rampante corrupción que claramente López Obrador no puede controlar solo.
En definitiva se me hace una de las mejores opciones para combatir la corrupción en forma imparcial sin demeritar la trayectoria y honestidad de los otros candidatos para tan delicado cargo público
Como siempre, muy clara tu exposición, desafortunadamente esta Presidencia se parece en varias costumbres a las anteriores que hemos tenido, para bien y para mal. Un fuerte abrazo.
Así es igualmente un fuerte abrazo