Santo performance

El mesianismo lanza predicciones y acusaciones, posee la superioridad salvadora; enemigo del pragmatismo, se envicia en el dogma que profetiza en cada sermón. Nos ama. Lo que diga y haga es por nosotros, es un amor que condena, esclaviza y humilla, seguirlo nos purifica.

El arte VIP predica desde su delirio de grandeza que todas sus obras tienen una buena intención, sobre la que debemos reflexionar, ellos son salvadores y arregladores del mundo, encarnados en líderes espirituales, tienen púlpitos en templos llamados museos, y miles de evangelizadores que propagan su dogma en universidades, congresos, revistas y ferias de arte.

El performance ha llevado esta obsesión al cuerpo y sangre de los artistas VIP, el castigo, el dolor; la degradación a la que se someten redime al arte, a los infieles espectadores y a la sociedad; sus actos sadomasoquistas y crueles predican la verdad en una reflexión que nos va a guiar en este valle de perdición. Marina Abramovic, Hermann Nitsch, los Accionistas vieneses y una legión de pastores y pastoras VIP se ha crucificado en actos artístico-proselitistas; la histeria del auto castigo conmueve a los críticos de arte, los historiadores y coleccionistas, que pagan sus pecados patrocinando esos sacrificios.

Pasion Cristo Javier Rios
Foto: Javier Ríos. Representación no. 175 de “La pasión de Cristo” en Iztapalapa. México, Ciudad de México, 30 de marzo, 2018.

La secta del arte VIP que se extiende en galerías de lujo exige para su labor becas y diezmos, pide lealtad absoluta; cuestionarlos nos lanzará a un infierno sin premios internacionales. Los enemigos de la fe crecen, legiones de incrédulos desilusionados, por las exposiciones y los sermones curatoriales demandan hechos, no parábolas. Ante tal emergencia religiosa convocamos a los artistas VIP a que, en la próxima Semana Santa, tomen un curso intensivo en Iztapalapa y aprendan con disciplina real a personificar el verbo de sus curadores. Paladines de la verdad, sometan sus carnes y sus teorías al ayuno, a la reclusión, pónganse el vestuario, bajo el sol inclemente, carguen la cruz de madera de una tonelada, los aten en ella y, con ese dolor en el cuerpo, reciten las teorías de Benjamin, Danto, Buys, y revelen al mundo que todos son artistas.

Los propedéuticos en Iztapalapa son más intensos y exigentes que los de la escuela VIP de Marina Abramovic; los creyentes se someten al celibato, a lecturas espirituales, encierros, pasan por votaciones populares; nada que ver con el postureo de los performanceros, que empujan un bloque de hielo o se desvisten con el aplauso de la crítica. Participen en la procesión en medio de miles de personas, del griterío, la contaminación; se necesita estar entregado a una fe para soportar esa tortura. En Iztapalapa, hacen performance, no actos VIP en la limpieza del cubo blanco, con la protección de patrocinadores, instituciones y galerías. Los becarios del FONCA, sométanlos a ese rigor, en lugar de sus retiros de alcohol y mariguana en hoteles de lujo con sus “asesores”, envíenlos un mes a recibir los latigazos y cocteles de vinagre, si de rigor artístico se trata, tienen mucho que aprender en Iztapalapa, y va costarle menos al erario.

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