Seguridad nacional: Una visión desde la armada de México

El clima de inseguridad en México

Los indicadores económicos de México, a nivel macro, por el momento son satisfactorios: es la decimosexta economía en el mundo y en muchos aspectos se considera un país con alto nivel de competitividad. Sin embargo, las luces de alerta siguen encendidas en muchas regiones del país en materia de seguridad. Ello ha llevado a los gobiernos mexicanos de los últimos dos periodos presidenciales a buscar el apoyo de las fuerzas armadas para realizar labores de prevención y seguridad pública mediante el despliegue de efectivos militares a lo largo y ancho del territorio nacional.

Incluso, la seguridad marítimo-portuaria, estratégica para el desarrollo de México, no ha sido la excepción. La Secretaría de Marina (SEMAR) ha debido contribuir de manera directa a resolver los problemas de inseguridad en los mares, costas y puertos, con la finalidad de recuperar el control en aquellos puntos donde las actividades del crimen organizado habían generado verdaderas crisis de anomia e ingobernabilidad. Y no sólo se lanzó a los mares y costas, sino que, en una acción de defensa trascendente de la seguridad nacional, ha asumido un papel fundamental en la recuperación del orden en el territorio nacional, actuando en coordinación con las demás fuerzas armadas y policiales del país.

La seguridad nacional en el contexto actual

La seguridad nacional es un tema surgido en el siglo XX, durante la Guerra Fría, para referirse al control de las situaciones de peligro y de los niveles de riesgo de ataque por parte del, entonces, bloque soviético en los países del “mundo libre”. Surgió en Estados Unidos para referirse a esos aspectos, en primer lugar, en su propio país y, por extensión, con sus aliados dentro del bloque occidental. Entendiéndose como “la capacidad continua de una nación para mantener en paz su vida interna sin graves riesgos de interferencias de potencias extranjeras” (Laborie, The evolution of the concept of security, 2011).

Luego, entonces, la seguridad nacional se apoya esencialmente en dos grandes ejes de acción:

  1. Una relativa al conocimiento del enemigo: la labor de inteligencia; y otra,
  2. Al potencial armamentístico comparado entre los diversos bloques en tensión.

Lo primero generó una suerte de guerra de espionaje; lo segundo, una carrera armamentística que llevó a generar una situación de riesgo de destrucción del mundo por parte de los contendientes.

De ahí que la seguridad nacional tenga, hasta nuestros días, una impronta de guerra internacional o de potencial cooperación entre bloques aliados. Al suscitarse las diversas alianzas comerciales y los procesos de integración nacional en bloques económicos supranacionales (fenómeno que se conoce como globalización), la “amenaza de invasión extranjera” ha disminuido en la mayor parte de los países.

En efecto, resulta difícil pensar en una posible invasión territorial de un país a otro, por ejemplo, en América Latina o en Europa. No significa que eso sea imposible, aunque sí muy remoto que suceda. Por ello el cuidado de las fronteras y de los puntos de defensa marítimo-portuarios han dejado de ser un peligro de primera importancia, al menos desde la perspectiva de la geopolítica y la planeación y proyección geoestratégica de la seguridad nacional. Las fuerzas armadas de un país como el nuestro, no se encuentran en fase de preparación para una posible invasión extranjera, ni para llevar a cabo incursiones militares en otros países. Sin embargo, la seguridad nacional sigue siendo un rubro fundamental de nuestra política interna y externa. Pero, ¿en qué consiste esa seguridad en el contexto de cambio actual?

Las amenazas a la seguridad nacional hoy día se dispersan dentro de lo que podríamos llamar estructura disipativa, cuya característica principal es la “complejidad”. En ese contexto, la tendencia mundial ahora es hacia la adopción de una “seguridad nacional inteligente” (modelo Smart power), en la que confluyen de manera sincrónica diversos actores y múltiples ámbitos de influencia, como las fuerzas armadas, los empresarios, los gobiernos locales en coordinación con las autoridades federales, las instituciones culturales y los diversos grupos de opinión.

Una visión holotrópica de la seguridad nacional

No parece excesivo emplear aquí un concepto que se usa en la Psicología clínica contemporánea para referirse a fenómenos de comportamiento complejo: “holotropía”, palabra que proviene de las voces griegas: holós¸ que significa totalidad, y trepein, que se refiere a un cambio de lugar (literalmente, moverse hacia). De ahí que, aplicada al modelo de “seguridad inteligente”, podamos decir que la seguridad nacional es esencialmente holotrópica. No tiene un blanco de ataque perfectamente focalizado ni una causa a la que atender de manera unidireccional.

Tal es el sentido que parece advertirse en el libro recientemente publicado por el almirante de la Armada de México, José Luis Vergara Ibarra La seguridad nacional en México. Hacia una visión integradora (2018), en donde nos ofrece una propuesta a la que denomina “visión integradora” de la seguridad nacional.

Presentación del libro Seguridad Nacional: Hacia una visión integradora (2018)
Presentación del libro Seguridad Nacional: Hacia una visión integradora (2018).

El almirante Vergara Ibarra se refiere a la necesidad de revisar el concepto y los programas de seguridad nacional, para tratar de superar la visión, un tanto limitada, de la labor de la Armada de México, a la que se suelen asignar tareas de carácter subsidiario de protección formal (como guardián de la actividad comercial o de puerto). Es necesario, nos señala el autor, cambiar de enfoque para ajustarnos a la nueva realidad que nos ha tocado vivir: este enfoque -dice- trasciende el concepto clásico de seguridad nacional que privilegia amenazas convencionales de tipo político-militar, por medio de una aproximación multidimensional […] que considera las diversas dimensiones de la seguridad contemporánea: la económica, la alimentaria, la tecnológica, la ambiental, la societal y la humana. (Vergara, 2017:38).

Este interesante enfoque propuesto trasciende los límites de la seguridad nacional, tal como se le entendía hace tres o cuatro décadas, para situarla en un contexto de holotropía o, como se ha señalado, que atienda a estructuras disipativas en las que se busque el equilibrio de fuerzas y de responsabilidades (cooperative security).

La propuesta del almirante Vergara me hizo recordar aquel aforismo del ilustre pensador inglés Francis Bacon que dice “knowledge is power”, que normalmente se traduce como “información es poder”, pero que en realidad se refiere no tanto a “la información” como al conocimiento, que es la versión de la información una vez que ha sido ordenada, procesada, jerarquizada y dispuesta con lógica e intelección. Me recordó ese aforismo porque a lo largo del libro el almirante Vergara, retomando el principio de “inteligencia” como base de la política de seguridad nacional, añade un estratégico dato que la cultura actual ha generado y multiplicado al infinito: la complejidad de la información y, consecuentemente, de su procesamiento.

Siendo la seguridad nacional una actividad que empieza por la investigación y obtención de información necesarias para mantener los equilibrios dentro del Estado, es importante hacernos cargo de que las fuentes de dicha información están deslocalizadas o, mejor dicho, son holotrópicas o disipativas. La palabra clave con la que el almirante Vergara asigna esa holotropía en sus fuentes de información es: “multidimensional”.

La información es conocimiento, y el conocimiento es potencial desarrollo de una nación, por ello, para el autor del libro que comentamos, las carencias de los modelos de seguridad nacional heredados del siglo XX, pueden subsanarse abriendo la perspectiva de observación, lo cual nos llevará necesariamente a entender la seguridad nacional como un puente entre estabilidad y desarrollo: este modelo sería una herramienta fundamental que permitiría, a quienes toman las decisiones en este ámbito, planear y ejecutar acciones estratégicas destinadas a conseguir una mayor coherencia entre el potencial de México y sus capacidades, tanto en el interior como en el exterior del país. (Vergara, 2017: 41).

Los niveles de complejidad de los sistemas sociales han impactado en la seguridad nacional, por lo que se hace necesario contar con herramientas como las que ofrece el almirante Vergara, entre las que destacan tablas de cálculo matemático que incluyan estadísticas, establecen constantes y variables de acción e impacto, así como otras formas de medición, que, de hecho, se aplican a otras disciplinas desde hace algunos años, y que el autor introduce en el arduo, y siempre desafiante, terreno de la seguridad nacional.

Cultura de seguridad nacional y pensamiento sistémico

Perfeccionando e integrando institucionalmente el principio de que “lo que no se puede medir, no se puede mejorar”, es como nuestro país podrá lograr un desempeño medible para una mejora continua en materias y operaciones de seguridad nacional. Por ello, resulta importante que dicho concepto (seguridad nacional) se comprenda debidamente también por la sociedad civil, pues su contenido, alcances y efectos no pueden interpretarse como soluciones radicales o cerradas, ajenas a procesos de ulterior matización. Pero, ¿es posible afirmar que México está en la ruta de una debida, necesaria y novedosa cultura de seguridad nacional en el contexto actual?

Bienvenido el concepto “multidimensional”, implicando necesariamente un pensamiento sistémico con visión de conjunto, de contexto y de relacionamiento de todo con el todo, pues no es suficiente el pensamiento analítico, a través del cual se analizan las partes, aislándolas del todo bajo una comprensión reductivista de los fenómenos complejos.

Acción social, Carlos Requena

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