Shakespeare siempre vigente

Amigos queridos:
Para celebrar el cumpleaños de mi amiga Aurora, nos fuimos al teatro a ver Las Obras Completas de William Shakespeare (abreviadas). Es una obra inglesa, escrita por Long, Singer y Winfield en 1987.

Se trata de una parodia en la que tres actores, quienes se representan a sí mismos, plantean la singular hazaña de escenificar en 120 minutos, la obra del dramaturgo inglés. Cada temporada pretende ser única, pues la adaptación se adereza con bromas locales.

El texto me parece de lo más divertido y la adaptación es muy buena. El reto para los actores es enorme, exige una gran capacidad para improvisar, pues el diseño de la obra está hecho de manera en que constantemente se rompe con la cuarta pared, para que el público tome parte en el juego. En este sentido siento que se van con una fórmula segura. No está mal… pero podría ser genial.

Improvisar con la audiencia es de lo más difícil para un actor. Implica grandes tablas, ingenio y estar preparado para todos los escenarios; requiere de una cantidad tremenda de ensayos, no sólo para contemplar la mayor cantidad de posibilidades en las respuestas, sino para hacerlas parecer espontaneas. Amén del dominio del texto, que aquí se me antoja imposible, pues no sólo se trata de dominar la pieza en cuestión, sino comprender y conocer las obras que parodia… las obras completas del genio inglés. Y es que leer a todo Shakespeare es una labor titánica… y lo digo con conocimiento de causa (debo confesar que yo no cumplí con la tarea y me dejé algunas comedías y obras históricas para el futuro).

Además la innegable versatilidad de los escritos es increíble, desde la historia más burda con Romeo y Julieta, hasta lo más complejo con Hamlet. Conociendo los textos, incluso en su versión parodiada, no me extraña todo el mito que gira en torno al autor. Lo que es innegable, es su profunda comprensión de las pasiones humanas, comunes a todos los hombres en todos los tiempos. Creo que de ahí deviene la vigencia de sus dramas. No por nada al abrir la cartelera, algo encontraremos de él o en torno a él. Tal vez de manera tangencial o accidental, este espíritu acaba siendo el leitmotiv de la obra.

En general las actuaciones cumplen. La dirección de Antonio Castro es magnífica sobre todo en el trazo que a simple vista, se antoja complicado. Si quieren reír un rato, me parece una opción estupenda.

Les mando un fuerte y apretado abrazo,

Claudia

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