Decisión inteligente tomando en cuenta que algunos de los escenarios que se utilizaron en Atenas y Beijing en las dos pasadas ediciones de los juegos olímpicos se encuentran ahora en desuso, abandonados y hasta con huellas de vandalismo.
Pero más allá de lo que suceda con instalaciones deportivas para éste tipo de eventos, me pone a pensar en cuántos “elefantes blancos” tendremos en nuestro país, que en su momento fueron obras de vitrina o lucimiento para algún político, y que ahora son instalaciones sin sentido, y que representan un gasto de mantenimiento; o bien, son parte de las obras en desuso y abandonadas, que “adornan” el paisaje de alguna calle, paraje, ciudad o pueblo de México.
Seguramente ustedes ya pensaron en muchos, a mi por lo menos se me ocurren dos grandes montones de material (para no llamarlas obras) que se han construido en los últimos años. Uno es la sede de un instituto de investigación y el otro es un monumento. El primero fue de la administración federal anterior, y el segundo de la actual.
Sin importar de quien sean estas obras, debemos pugnar porque el dinero del presupuesto público se utilice en obras que realmente resolverán una necesidad, y en cuya planeación se tenga contemplado el esquema de operación y mantenimiento que requerirá a lo largo de su vida útil. Si no, seguiremos construyendo éstos grandes monstruos que de nada sirven, y sólo se convierten en objeto de críticas e insulto a la población.