La nota roja

Hubo un tiempo, aunque usted no lo crea, que la nota roja (así llamada por su referencia a los delitos de sangre) ocupaba la última página de la prensa y no era significativa para los noticiarios de la radio, salvo que se tratara de un hecho sumamente relevante, como la muerte de un personaje en condiciones trágicas o un terrible accidente en el que se perdieran gran cantidad de vidas humanas. Me correspondió vivirla en aquellos años de mi desaparecida juventud, cuando me asignaron las “fuentes policíacas” como reportero de un diario de provincia del norte del país. Mi trabajo consistía en hacer un recorrido cotidiano por las dependencias de la policía municipal y estatal, delegaciones y agencias del Ministerio Público, juzgados penales y, desde luego, a aquellos lugares donde ocurrían sucesos trágicos en la vida cotidiana de la sociedad. Mis notas aparecían al día siguiente en páginas interiores o en la de contraportada y, rara vez, en la codiciada nota de ocho columnas, hoy esfumada de los nuevos formatos periodísticos. A nivel nacional existían algunos periódicos como Alarma! y otros de cuyo nombre no puedo acordarme, cuyo oficio principal era justamente la nota roja, donde el morbo y fotografías de las víctimas o casos sangrientos, eran su principal atracción.

Goyo Cárdenas
Gregorio «Goyo» Cárdenas Hernández (Imagen: Vanguardista).

Al paso de los años la nota roja fue cobrando inusitado auge. Ya en los años ochenta –con antecedentes tan sombríos como la masacre de Tlatelolco y el Jueves de Corpus, en los que fueron asesinados decenas estudiantes por los “halcones” al servicio del gobierno de Luis Echeverría, y fueron silenciados por los medios, salvo honrosas excepciones– hizo su entrada triunfal con la televisión que ganó adeptos por esta información tan especializada. Claro que en los viejos tiempos hubo reporteros policíacos que hicieron fama por tratar acuciosamente algunos de los crímenes que más llamaron la atención de la sociedad como el múltiple feminicidio de Gregorio Cárdenas, mejor conocido como Goyo Cárdenas, quien enterraba a sus víctimas en el jardín de su casa y purgó prisión durante años, hasta que fue liberado al cumplir su sentencia, habiéndose titulado de licenciado en derecho mediante el estudio de leyes tras las rejas. Otro ejemplo es el del General Humberto Mariles ‒medalla de oro olímpico en equitación‒  que fue descubierto al introducir cocaína en un viaje a Europa y murió en la cárcel de La Santé en París, Francia; entre otros casos que sería prolijo enumerar por razones de espacio.

El clima de violencia e inseguridad que vive México a partir del gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa, quien declaró la guerra a la delincuencia organizada y al narcotráfico, violando flagrantemente la Constitución que prohíbe al ejército salir de sus cuarteles para hacer labores policíacas, fue el salto definitivo de la nota roja tanto en las pantallas, en la radio y en las páginas de la prensa impresa. Los miles de homicidios, incluyendo aquellos de ejecución deliberada por las policías de los tres niveles, así como de presuntos delincuentes asesinados por “pretender emboscar” a las fuerzas armadas, son el pan diario que alimenta a una sociedad atemorizada y horrorizada, que pide a gritos la seguridad, paz y tranquilidad que los gobiernos están obligados a otorgarle.

La nota roja.
Imagen: La Opinión.

Muchas preguntas vuelan en el aire ante este panorama desolador y patético que presenta México al mundo. ¿Basta la conformación de una Guardia Nacional para contrarrestar la delincuencia común, organizada y del narcotráfico, para resolver, o cuando menos atenuar, la ola de violencia criminal que nos azota? ¿Estamos ante una guerra encubierta como afirmó Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, en su visita reciente a nuestro país? ¿Podrá el gobierno de la llamada Cuarta Transformación dar este elemental paso para establecer un auténtico Estado de Derecho, quebrantado por actos delictivos consumados desde la cúpula del poder y las fuerzas predominantemente económicas? ¿Volverá algún día la nota roja al lugar que le corresponde, como hecho de relativa importancia en el intrincado entramado de este México expuesto a intensos impactos internos y externos del convulsionado mundo actual?  Preguntas y más preguntas. ¿Hay alguien allí?

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