La economía del arcoíris

Sé tú mismo, los otros roles están ya tomados.
Oscar Wilde.

¿Sexualidad?, ¿preferencias sexuales? Pasemos a otra etapa de la discusión. Ya no se trata, es claro, de la activa, cierto, pero cada vez más marginada y retrograda discriminación, la represión y la ignominia de otros tiempos.

Hoy las temáticas LGBT+ no son sino un tema más en la formación cívica de las personas. Lo que es ahora interesante discutir, entre otros asuntos, es lo asociado a la importancia de la economía gay, por abreviar y llamarla de alguna forma.

En la ciudad de Madrid hasta el 7 de julio se dan cita más de dos millones de personas en torno a las manifestaciones culturales y sociales asociadas al orgullo gay.

El comercio madrileño lo celebra. Taxistas, tiendas de ropa alpargaterías, restaurantes, espectáculos se preparan durante meses para esta manifestación que alegra y dinamiza la vida de la capital española, convertida por una sustantiva semana en capital europea del “orgullo gay”.

Por las calles, corrillos de chicas improvisadamente uniformadas con una remera fucsia o naranja, una o dos copas de más encima, cantan y bailan felices y se regodean como lo hace cualquier joven de visita en una gran ciudad.

Jóvenes de barbas seculares se toman de la mano como lo hacen los amigos en muchos sitios del Magreb, algunos gustan de los vestidos generalmente ofrecidos para mujeres, otras van a las peluquerías tradicionales de los varones. Los tatuajes y los gimnasios rinden cuenta también de la diversidad en las preferencias.

Marcha LGBT+.
Fotografía: Info-Libre.

Pero aquí los jóvenes no tienen edad, se miran parejas de sexagenaries por doquier, cabecitas de algodón, personas de senos cansados a veces de amamantar y señores con próstatas de contención restringida gozan y se muestran alegres en su juventud sin tiempo.

Los taxistas la pasan bien y sabiendo cómo evitar las rutas conflictivas se afanan en encontrar los mejores caminos alternativos para orientar a sus clientes o hacerles recomendaciones.

Es una babel de idiomas unidos por un solo lenguaje, el de la tolerancia y la diversidad.

La bandera LGBT+ aparece más ostentosa que de costumbre en todos los comercios de la ciudad y de manera especial en los  barrios de Checa, Malasaña y Salamanca.

Este año la celebración coincide con la conmemoración de las reprimidas protestas de Stonewall hace 50 años, y una pléyade de bandas y DJs de todos los géneros aparecen en la escena para la animación de las largas noches de juerga estival.

No faltaron los incidentes en los mercados y las plazas, los reclamos homófobos resurgen en este tiempo ante la relativa pasividad de las autoridades que a falta de violencia física no se exponen a detener la verbal, haciéndose evidente la falta de una política educativa inteligente que sensibilice.

La comedia, Humor de transmisión sexual es una parodia hetero friendly de la escena madrileña que rinde cuenta de percepciones y entendidos. Repasa lugares comunes con comentarios, más que directos, sin ser confrontativos. Es una forma graciosa de introducirse en la buena educación.

Espectáculos, performances, instalaciones, luces, globos, banderines, canta-bares, desfiles y hasta una carrera de tacones, animan todos los rincones de los barrios más frecuentados.

Carrera de tacones.
Fotografía: 20minutos.es.

Y todo esto en el fondo contribuye a la educación de ciudadanos, niños y jóvenes que aprenden de la diversidad y de la tolerancia, agregando a su percepción nuevas problemáticas y, ciertamente, provocando introspecciones.

La fiesta gay, es también de toda la población que se entremezcla y hace poco distinguibles las preferencias. Los eventos contribuyen también a la economía de la ciudad y del país.

Las personas con preferencias sexuales fuera del mainstream de la heterosexualidad son resilientes en muchos aspectos y en el económico particularmente, provocando una derrama superior a la de la afluencia turística regular.

Madrid es una capital abierta a la cultura y sensible a las demandas ciudadanas que reclaman modos distintos, nuevos, de intervenir en lo público.

Mucho está por verse, muchas lecciones están por tomarse y ofrecerse, las querellas legalistas sobre la adopción por parejas del mismo sexo, por transexuales y otras formas en la expresión de la sexualidad humana, abren y cierran debates todos los días.

Es en este sentido importante que, temprano en nuestra formación humana, ciudadana si se prefiere, tomemos conciencia de las diferencias sociales, étnicas, religiosas y sexuales, para integrarlas, desde luego, para emprender nuevas formas de empatía y, sobre todo, para realizar la indispensable introspección que se resuelve siempre en una conciencia más abierta y tolerante.

Porque la sexualidad como el teatro ‒lo señala Olivier Py‒, director del festival de Avignon, es el camino recto de la ética a la estética y un camino corto de la estética a la ética. Venimos al mundo como individuos, escogemos un personaje y nos convertimos en personasKonstantín Stanislavski‒ y cerramos con Francisco, el Papa: Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?

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