De los tatuajes, 2ª Parte

¿Moda, código o decoración personal?

Aquí estamos pues, en la segunda emisión del “Ayer, Hoy y Mañana” de los tatuajes. Justo nos quedamos en la edición anterior reflexionando sobre la consideración de tatuarse o no. Yo sigo pensando que no me tatuaría y, me parece que una de las razones por las que no lo haré es que no siento la necesidad de alterar mi cuerpo, de manera intencional con ningún propósito de culto, de grupo o estético. Sin embargo, los planteamientos a futuro pueden representar un nuevo punto de vista sobre los tatuajes y, su funcionalidad podría llevarnos a replantearnos la posibilidad. Llegaremos a ese punto de la narración, pero antes del futuro, vamos a hacer un recorrido por las técnicas utilizadas a lo largo del tiempo. Es importante mencionar que prácticamente todas siguen vigentes en mayor o menor proporción, y que representan una forma “creativa” aunque dolorosa de distinguirse a través de las marcas en el cuerpo.

  • Tatuaje cosido: esta técnica se utiliza en Asia septentrional, en los pueblos de los ostíacos siberianos. El “cosido” se realiza pasando el hilo por colorante y, una vez que este hilo está cargado de tinta, se atraviesa la piel guiado por una aguja. Es de esta manera que el trazo queda dibujado bajo la piel dejando el rastro de color que forma la figura que se desea tatuar.
  • Tatuaje por corte: es una técnica originada en reclusorios y se ejecuta cortando el contorno del tatuaje en la piel y depositando el colorante en la cortada, utilizando cuchillas, navajas o cualquier objeto punzocortante que se tenga disponible, generando “tinta” de color negro a partir del carbón o del hollín; y color rojo usando el polvo de ladrillo. También se usa, con un pobre resultado por su poca duración, la tinta de bolígrafo.

Escarificación.

  • Escarificación: sobre todo en los pueblos de piel obscura, la manera de tatuar consiste en provocar cicatrización con un diseño en la piel. En Kau es utilizado exclusivamente por las mujeres y son ellas mismas las que eligen el diseño, tatuándose personalmente con espinas o cuchillas finas.
  • Tatuaje por quemadura: utilizada solamente para marcar esclavos con un hierro candente, esta práctica se utiliza en la actualidad de manera exclusiva en ganado. Excepcionalmente, se sabe del uso en seres humanos con la misma lógica que tuvo en sus orígenes, es decir, como una forma degradante de identificar a un ser humano como propiedad de otro ser humano. Recientemente se ha hecho pública la noticia que en la secta NXIVM, las mujeres que gobernaban al grupo de esclavas sexuales de su líder moral y espiritual, Keith Rainiere, utilizaban dicho método para marcar a las integrantes del harén de éste sujeto –que ahora está declarado culpable y en espera de sentencia en la corte de Nueva York–.

Todas estas técnicas para hacer tatuajes son, de alguna manera, primitivas y rudimentarias. Sin embargo, siendo como somos los seres humanos, y a pesar de las cargas negativas que a lo largo de la historia se les han atribuido a los tatuajes –como la identificación con presidiarios y gente de baja ralea–, las técnicas del tatuaje evolucionaron. A partir de la Guerra Civil en los Estados Unidos, se reivindica nuevamente esta costumbre de marcar la piel, por lo tanto se crea en 1870, en el estado de Nueva York, el primer estudio de tatuadores profesionales. Para 1891 se crea la primera máquina para tatuar. Las ventajas de esta profesionalización representaron el inicio del establecimiento de medidas sanitarias y de salubridad, además de la posibilidad que, a pesar del dolor que provocan los equipos de tatuaje, la actividad resulte menos cruenta.

Ahora bien, a pesar de la tecnificación, el tatuaje volvió a una etapa de “bajo perfil”. Es hasta los años sesenta del siglo XX, que los hippies retoman el uso del tatuaje y, cambiando los motivos marineros por símbolos de amor y paz, arco-iris y flores, comenzaron a pintar su cuerpo con tatuajes más coloridos. A partir de ese momento, y aunque no formaban aún parte del mainstream o cultura dominante, comenzó la popularidad de los tatuajes como elemento de expresión, ornamental y estética.

Tatuajes de los años 60s.
Fotografía: Supercurioso.

Otros usos del tatuaje han generado interés en otros campos del conocimiento humano. Desde el siglo XIX, la medicina legal se interesó en el estudio de los tatuajes. Su análisis e interpretación sirve –aún ahora– para reconocer las filias de los delincuentes. Los símbolos son utilizados por los grupos delincuenciales para contabilizar sus hechos violentos, o mostrar su afiliación a determinada pandilla. Uno de los casos más extremos y actuales es el de la Mara Salvatrucha que, desde El Salvador, se han propagado con su ola de violencia y maldad por todo el continente americano.

En el siglo XX los tatuajes ampliaron su uso médico y estético. El uso en la reconstrucción de areolas en el pecho de mujeres con reconstrucción quirúrgica por cáncer de mama, la pigmentación del vitíligo o de tejidos quemados para igualar el color de la piel, la micropigmentación cosmética de labios, cejas y párpados son de uso común, incluso en los primeros 20 años del siglo XXI.

El avance de la tecnología en el desarrollo de tintas antialérgicas ha sido fundamental. Hechas a base de óxido de hierro en una suspensión de alcohol y glicerol, facilitan la aplicación y disminuyen los riesgos de reacciones adversas.

Tatuaje reconstructivo.
Fotografía: El Universal.

Además, el tatuaje en Occidente se ha convertido hoy en todo un fenómeno, que algunos expertos consideran que es incluso adictivo. De ser una manifestación de grupos marginales, primero asociados a actividades marítimas, luego de delincuentes, y por último, de grupos sociales de artistas o de diletantes; hoy podemos encontrar a personas tatuadas en todos los ámbitos socio culturales y de cualquier nivel económico. Conozco hoy abuelas contemporáneas mías que portan orgullosamente más de un tatuaje. Ya no es necesario cubrirlos, se muestran públicamente y forman parte de la expresión de hombres y mujeres de todas las edades. Habemos algunos que aún nos resistimos, no somos pocos, sin embargo, cada vez son más los seres humanos que se tatúan y hacen de esta manifestación un discurso. Recuerdo en particular a un joven que tenía, entre varios tatuajes, uno ubicado en el antebrazo escrito con el alfabeto ruso. Mi natural curiosidad me llevó a preguntarle por qué había elegido una frase en ruso y qué quería decir, el joven respondió: “No sé, yo no hablo ruso.” Mi cara de desconcierto le provocó una carcajada y, me explicó: “Eso dice la frase, en realidad yo no hablo ruso y eso fue lo que me tatué porque me pareció gracioso.” Estoy de acuerdo con él. Su elección es, además de rara, graciosa. Parece que no tiene sentido simbólico, sin embargo, dice mucho de la personalidad del portador del tatuaje. Bueno, me voy a detener en esta anécdota que espero les resulte divertida, a mí sí me hizo soltar una carcajada cuando la viví. Me he extendido de sobra en esta segunda parte de los tatuajes, así que tendré que dejar el futuro tecnológico de los tatuajes para una tercera emisión de este tema. Hasta entonces.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x