Ilusiones Económicas. Segundo Semestre 2017

Estamos a menos de 15 días de que entremos en el periodo de revisión del TLCAN por parte del Congreso Americano, y esto ya nos empieza a reflejar el inicio de cierto periodo de volatilidad e incertidumbre, donde tenemos algunas razones para estar medianamente optimistas.

Para empezar, la situación económica del país es bastante mejor a la que se esperaba cuando entró el presidente Trump. El mercado interno ha mantenido el paso de la economía, y el tipo de cambio está en mejores niveles que los que teníamos al inicio de este mismo año.

El reporte de las empresas públicas que han ido revelando sus resultados al 30 de junio de este año, así como las discusiones de cómo se cierra a este periodo el resultado de diversas empresas en cuyos consejos participo, presenta un resultado mejor al esperado y al presupuestado, y se corren ajustes y calibraciones para que se pueda pronosticar un mejor resultado que el pronosticado para este año al inicio del mismo.

Sin embargo, sí se percibe que la pendiente ascendente será más pronunciada que la que nos acompañó en esta primera mitad del año, por varios factores.

El primero, por la negociación del referido TLCAN. Éste no se percibe ni sencillo ni rápido y sí nos transferirá cierta volatilidad al tipo de cambio, el cual pudiera verse presionado de dificultarse la negociación. Aspectos clave como la incorporación de nuevos sectores (energético, telecomunicaciones, comercio electrónico, etc.) harán que la revisión sea no menor, y que se pueda dar una toma y daca interesante. En esto, los canadienses pueden reivindicarse y lograr fortalecer su posición en aspectos clave, como en la resolución de controversias, tales como las referidas en el capítulo 19 del tratado.

En este tema, tenemos que estar preparados para modelar escenarios que van desde el punto en el que Estados Unidos quiera salir del TLC en el estado en el que está actualmente y quiera aplicar aranceles de manera unilateral, hasta el querer incorporar elementos en áreas de la nueva economía que refería anteriormente.

Sobre esto, las contrapartes mexicanas (desde los empresarios del CCE, hasta los representantes de la Secretaria de Economía) se reportan listos y con temas muy claros para sentarse a las mesas de discusión. En consecuencia, en principio, la negociación del tratado debiera de ser un asunto relativamente acordado, pero, tal como sucede con las OPAS (ofertas públicas de acciones), son escasas las ventanas donde el mercado puede otorgar un buen precio, y el oficio político del ejecutivo en los Estados Unidos y en México, estará a prueba ya que de cerrarse, nos meteremos a los tiempos políticos que pudieran colocar la continuación del cierre de la negociación en las siguientes administraciones y esto nos daría mucha volatilidad sobre los posibles actores que tomarían el encargo, y qué tipo de postura podrían estar presentando. En consecuencia, a todos nos conviene un acuerdo expedito y claro (más vale un mal acuerdo que un buen pleito dirían algunos abogados) pero dependerá de la sapiencia de las partes el querer arriesgarse de más en distintos temas.

El segundo asunto que estaremos enfrentando en el siguiente semestre es el correspondiente al de las tasas de interés. Sobre esto, parece ser que la Fed (Sistema de la Reserva Federal) irá afrontando el escenario con más tiento que en la primera parte del año. La probable reelección de Janet Yellen sería una buena noticia para los inversionistas que han visto una conducción adecuada de los asuntos, pero siempre se corre el peligro de que el presidente Trump quiera a alguien más afín a su proyecto económico y ponga también cierta volatilidad en este país, que nos arrastre. Hasta este momento, el Banco de México se ha ido anticipando de manera adecuada a los movimientos y, en consecuencia, se ha ido campeando el temporal, lo que de nuevo se refleja en un tipo de cambio más favorable pero esto puede cambiar. Tanto la Señora Yellen, como nuestro gobernador del Banxico, pudieran ser actores diferentes al final del año. En México seguro lo será.

El tercer factor, sin duda, corresponde al político. Al cierre de este año tendremos ya definidos a los candidatos que aspiren a la Presidencia de la República de los distintos partidos y seguramente ya habrá varios perfilados para lo que sería una contienda complicada, y que a diferencia de otros años, nos empuje a una aceptación muy baja para la elección del próximo presidente, y que lo obligue a plantear acuerdos con las otras fuerzas políticas en un esquema de gobierno de coalición, donde los obligue a negociar acuerdos con mayor o menor margen; algo que no hemos visto en el pasado, al menos no con otras fuerzas políticas (aunque sí seguramente con los interlocutores de distintos partidos).

Estoy seguro que habrá muchos más factores en el entorno que considerar, pero quizá no tan determinantes como los que enumero. Esto no quiere decir que no tendremos muchas sorpresas más, tales como:

  1. Cambios en el gabinete, donde habrá reacomodos tanto para la estructura del candidato, como para reforzar la parte económica financiera.
  2. Escándalos de corrupción –los cuales seguirán con otros interlocutores y con el seguimiento de varios de los actuales‒.
  3. Inseguridad y narco violencia, donde el impulso del narco seguirá avanzando con la complacencia de las autoridades (y para muestra un botón, con lo que recién ocurrió en Tláhuac, ya que en lugar de agradecer el esfuerzo y compromiso de la Marina y de la Policía Federal, hay voces que piden revisar el marco de actuación de estos cuerpos armados en el entorno de “los derechos humanos”).
  4. Vaivenes en el entorno mundial – ante lo que el presidente Trump (negociador magistral) un día diga, para ponernos contra la pared y, por otro lado, los frentes que él mismo se siga abriendo.

Mi conclusión es que, a pesar de los nubarrones, podremos tener un crecimiento mayor al 2.2% pronosticado en este 2017, y podremos afrontar perspectivas más convenientes para el 2018, a pesar de que por el endeudamiento federal y estatal en nuestro país, aun siendo elecciones, el gobierno (sobre todo el federal) no deberá descuidar el gasto en un año electoral.

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